Feliz Navidad, Feliz Navidad. Cada año se repite esta frase, cada año, se comete los mismos errores, cada año se olvida uno de lo importante, sin embargo, cada año tiene uno oportunidad de realizar acciones diferentes, que pudieran parecer nada.
Recuerdo hace unos 5 años, leí una historia que me llenó de emoción:
"este es un pequeño de 6 años, ya viene su cumpleaños, todos lo están preparando, todos hablan de él, le van a hacer su fiesta. El pequeño, vibra de emoción al pensar en el día de su cumpleaños, porque todos lo tienen presente todos lo recuerdan con cariño, con ternura, se compran regalos y es la fecha más esperada. Pasan las semanas y la fecha se acerca, el sentimiento es cada vez más ansioso y con más preparativos y compras. El niño de 6 años sigue emocionado, piensa en sus regalos, comparte los preparativos. Sin embargo llega el día de la fiesta. Todos se abrazan: Feliz Navidad, toman asiento y charlan, ¿de qué? de cualquier cosa menos del niño de la fiesta. Todos se sientan a comer, ¿una oración? No. Es la reunión de Navidad. El pequeño busca su lugar en la mesa. Busca un lugar de paz, de armonía, de bendición. Pero no hay ninguno para él, el chico no tiene un lugar en ella. Se recarga en la pared y los mira comiendo, todos charlan, todos se miran y sonríen, pero sin acaso recordarlo, nadie menciona su nombre. Sus ojitos se ponen tristes, ¡Es su cumpleaños y nadie lo ha mencionado! Se va apartando lentamente de la mesa, nadie se ha dado cuenta de su presencia. Mira en el árbol, no hay un sólo regalo para él. ¿Qué no recuerdan que es mi cumpleaños? ¿Qué acaso no han estado preparando esta fiesta desde días atrás? Gruesas lágrimas corren por su rostro. Sale de la casa y se va con sus papás, quienes también esperaban compartir el festejo de su hijo."
Este cuento me ha llenado de emoción y lágrimas, me ha mostrado entonces, la importancia de la NAVIDAD, el sentimiento que va ligado a esta fiesta. Con los años la sincronicidad me ha venido trayendo todo aquello que me permita hacerle una fiesta de verdad. En mi casa se acuesta al niño. Es una sencilla acción que reúne a la familia alrededor del nacimiento, se canta un villancico, se hace una oración, cada miembro de la familia besa al pequeño y una persona elegida por azar, lo acuesta en su pesebre. Después se hace la comida y los regalos, y todo lo demás, pero para mi es una forma de hacerle al niño Dios su fiesta.
Cuán importante ha sido encontrar símbolos que me muestren lo importante de la vida. En verdad es lindo cuando estas cosas aparecen y le dan el sentido correcto a los eventos. Reuniones familiares uno tiene a cada rato. Charlas soeces, divertidas, también. Pero esa fiesta familiar especial una vez al año, se debe de mostrar cómo hacerla más patente, más material. Cuando se deja todo en un símbolo etéreo, en un sentimiento, no es fácil festejarlo, hacer patente la razón de la fiesta. A mi, personalmente, me ha encantado cómo se me ha mostrado esta señal. Le da a la Navidad un sentido diferente, especial, no es el llenarse de regalos y estres porque necesito comprar para 10 o 15 personas un regalo hermoso, que se ajuste al presupuesto. Es, a la hora de la fiesta, festejar como corresponde de una forma más mundana, pero sensible a cada miembro de la familia.
Es verdad que está la fiesta de la iglesia y la que cada quien festeja a su manera, pero yo creo que la forma en que Jesús puede entrar en cada corazón, es a traves de un festejo algo más práctico que hacer 100 rezos y mantenerse en silencio. Es la forma de hacer la fiesta en familia y no dejar de lado las tradiciones para las generaciones venideras.
Recuerdo hace unos 5 años, leí una historia que me llenó de emoción:
"este es un pequeño de 6 años, ya viene su cumpleaños, todos lo están preparando, todos hablan de él, le van a hacer su fiesta. El pequeño, vibra de emoción al pensar en el día de su cumpleaños, porque todos lo tienen presente todos lo recuerdan con cariño, con ternura, se compran regalos y es la fecha más esperada. Pasan las semanas y la fecha se acerca, el sentimiento es cada vez más ansioso y con más preparativos y compras. El niño de 6 años sigue emocionado, piensa en sus regalos, comparte los preparativos. Sin embargo llega el día de la fiesta. Todos se abrazan: Feliz Navidad, toman asiento y charlan, ¿de qué? de cualquier cosa menos del niño de la fiesta. Todos se sientan a comer, ¿una oración? No. Es la reunión de Navidad. El pequeño busca su lugar en la mesa. Busca un lugar de paz, de armonía, de bendición. Pero no hay ninguno para él, el chico no tiene un lugar en ella. Se recarga en la pared y los mira comiendo, todos charlan, todos se miran y sonríen, pero sin acaso recordarlo, nadie menciona su nombre. Sus ojitos se ponen tristes, ¡Es su cumpleaños y nadie lo ha mencionado! Se va apartando lentamente de la mesa, nadie se ha dado cuenta de su presencia. Mira en el árbol, no hay un sólo regalo para él. ¿Qué no recuerdan que es mi cumpleaños? ¿Qué acaso no han estado preparando esta fiesta desde días atrás? Gruesas lágrimas corren por su rostro. Sale de la casa y se va con sus papás, quienes también esperaban compartir el festejo de su hijo."
Este cuento me ha llenado de emoción y lágrimas, me ha mostrado entonces, la importancia de la NAVIDAD, el sentimiento que va ligado a esta fiesta. Con los años la sincronicidad me ha venido trayendo todo aquello que me permita hacerle una fiesta de verdad. En mi casa se acuesta al niño. Es una sencilla acción que reúne a la familia alrededor del nacimiento, se canta un villancico, se hace una oración, cada miembro de la familia besa al pequeño y una persona elegida por azar, lo acuesta en su pesebre. Después se hace la comida y los regalos, y todo lo demás, pero para mi es una forma de hacerle al niño Dios su fiesta.
Cuán importante ha sido encontrar símbolos que me muestren lo importante de la vida. En verdad es lindo cuando estas cosas aparecen y le dan el sentido correcto a los eventos. Reuniones familiares uno tiene a cada rato. Charlas soeces, divertidas, también. Pero esa fiesta familiar especial una vez al año, se debe de mostrar cómo hacerla más patente, más material. Cuando se deja todo en un símbolo etéreo, en un sentimiento, no es fácil festejarlo, hacer patente la razón de la fiesta. A mi, personalmente, me ha encantado cómo se me ha mostrado esta señal. Le da a la Navidad un sentido diferente, especial, no es el llenarse de regalos y estres porque necesito comprar para 10 o 15 personas un regalo hermoso, que se ajuste al presupuesto. Es, a la hora de la fiesta, festejar como corresponde de una forma más mundana, pero sensible a cada miembro de la familia.
Es verdad que está la fiesta de la iglesia y la que cada quien festeja a su manera, pero yo creo que la forma en que Jesús puede entrar en cada corazón, es a traves de un festejo algo más práctico que hacer 100 rezos y mantenerse en silencio. Es la forma de hacer la fiesta en familia y no dejar de lado las tradiciones para las generaciones venideras.