En este momento, hay tantos asuntos que me aquejan, que no tengo por dónde comenzar. Debo corregir mi obra y la creatividad está en el piso, es menester terminar y entregar, pero la fiaca, no me lo permite, no tengo imaginación para continuar y por esa razón, estoy haciendo este ejercicio. Estoy intentando liberar mi mente de todo esto que me distrae, que me quita la atención de lo importante, y me obliga a sólamente a pensar en todo aquello que no es vital.
He enviado ese cuadro a poner un marco. Es una pequeña obra de óleo, que muestra una puerta cerrada de una casa blanca rústica y junto una ventana abierta. Recuerdo que cuando lo compré, estudiaba algo de Víctor Frankl, y era un símbolo excelente para el tema que estábamos viendo" cuando una puerta se cierra, se abre una ventana". Durante años, se quedó colgado, luego un cuadro de mayor tamaño, ocupó su lugar hasta que un día, nuevamente intentando mover energía, lo volví a colocar sobre un pasillo. El cuadro me gusta. En ese pequeño lugar, luce hermoso, es todo blanco, con detalles en rojo y café, la puerta y ventanas son cafés, los escalones que suben a la casa tiene baldosas rojo. Los macetones de la entrada son rojos, con geranios también en ese tono. Un buen día, me decidí a enmarcarlo. Se vería lindo con una marialuisa grande blanca y se lo expliqué al hombre del taller. Me lo han entregado, con una marialuisa muy estrecha. Yo quería una grande, que dejara ver la amplitud del espacio, que no disimulara la magnificencia de una pequeña puerta con una ventana. Finalmente, ha llegado, está listo, y no me gusta. No hay amplitud. el hombre del taller no comprendió mi orden e hizo lo que para él era correcto, y no me gusta. No es la amplitud que esperaba. Sin embargo, no estoy con ánimo de ir a reclamar. Estoy tan ocupada con otras cosas más importantes, que no estoy en deseo de hacerlo. Lo tendré que hacer pero, hay otros asuntos más importantes que resolver. Tal vez mi desidia, esté en que me quieran volver a cobrar, porque ese material ya está cortado a la medida.
Estoy muy cansada. Yo suponía que este trabajo terminaría pronto, y no es así. Este trabajo me tiene tan ocupada que no le veo un final. En un principio iba yo muy animada, pero no sé cómo hacer para apresurar mi resultado y extender el tiempo. Pasan los días, y no encuentro el fin ni el cómo.
No puedo dejarlo para otro día, ni para otro momento, esto se debe hacer ahora, porque el tiempo corre y me está alcanzando, me está pisando los talones y yo no le veo el final a esto. Por eso mi creatividad está dando tumbos, quisiera terminar pronto y me desespera no lograrlo.
Mi dedo mayor está lastimado. No se cómo, me he hecho una cortada. Sólo me recuerda el enojo que traigo con esas mujeres. Casualmente, el dedo que simboliza el enojo es el mayor, y es el que está lastimado en la primer falange. Esto sólo me dice que les estoy haciendo la seña vulgar y estoy metiendo solo la puntita. Yo sé que eso es ridículo, pero tras observar y vivir el dolor todo el día de ayer, me doy cuenta que ese es el significado.
No tengo palabras para explicar la seña obsena, solo pienso que ayer me quedé elaborando una salida energética para resolver ésto, y cuando se cure, cuando ya no me moleste, es cuando habré resuelto, cabalmente, esto que me aqueja.
El tiempo siempre ha sido poco espléndido. Pasa tan rápido, no alcanza para terminar lo que uno desea, y sin embargo, quisiera estirarlo otro poco a mi favor. Esto es redundante, el tiempo es relativo, hay quien lo necesita más veloz, porque de tanto esperar, observa cada minuto correr muy lentamente, mientras que yo quisiera que se detuviera, que no pasara, para poder terminar sin apuros.
Mis ideas siguen cortadas, precipitadas, no quiero ceder al sueño, quiero seguir adelante, pero el resultado, no quiero que sea pobre. Eso es lo que me preocupa, la pobreza del resultado y la premura del tiempo.
He enviado ese cuadro a poner un marco. Es una pequeña obra de óleo, que muestra una puerta cerrada de una casa blanca rústica y junto una ventana abierta. Recuerdo que cuando lo compré, estudiaba algo de Víctor Frankl, y era un símbolo excelente para el tema que estábamos viendo" cuando una puerta se cierra, se abre una ventana". Durante años, se quedó colgado, luego un cuadro de mayor tamaño, ocupó su lugar hasta que un día, nuevamente intentando mover energía, lo volví a colocar sobre un pasillo. El cuadro me gusta. En ese pequeño lugar, luce hermoso, es todo blanco, con detalles en rojo y café, la puerta y ventanas son cafés, los escalones que suben a la casa tiene baldosas rojo. Los macetones de la entrada son rojos, con geranios también en ese tono. Un buen día, me decidí a enmarcarlo. Se vería lindo con una marialuisa grande blanca y se lo expliqué al hombre del taller. Me lo han entregado, con una marialuisa muy estrecha. Yo quería una grande, que dejara ver la amplitud del espacio, que no disimulara la magnificencia de una pequeña puerta con una ventana. Finalmente, ha llegado, está listo, y no me gusta. No hay amplitud. el hombre del taller no comprendió mi orden e hizo lo que para él era correcto, y no me gusta. No es la amplitud que esperaba. Sin embargo, no estoy con ánimo de ir a reclamar. Estoy tan ocupada con otras cosas más importantes, que no estoy en deseo de hacerlo. Lo tendré que hacer pero, hay otros asuntos más importantes que resolver. Tal vez mi desidia, esté en que me quieran volver a cobrar, porque ese material ya está cortado a la medida.
Estoy muy cansada. Yo suponía que este trabajo terminaría pronto, y no es así. Este trabajo me tiene tan ocupada que no le veo un final. En un principio iba yo muy animada, pero no sé cómo hacer para apresurar mi resultado y extender el tiempo. Pasan los días, y no encuentro el fin ni el cómo.
No puedo dejarlo para otro día, ni para otro momento, esto se debe hacer ahora, porque el tiempo corre y me está alcanzando, me está pisando los talones y yo no le veo el final a esto. Por eso mi creatividad está dando tumbos, quisiera terminar pronto y me desespera no lograrlo.
Mi dedo mayor está lastimado. No se cómo, me he hecho una cortada. Sólo me recuerda el enojo que traigo con esas mujeres. Casualmente, el dedo que simboliza el enojo es el mayor, y es el que está lastimado en la primer falange. Esto sólo me dice que les estoy haciendo la seña vulgar y estoy metiendo solo la puntita. Yo sé que eso es ridículo, pero tras observar y vivir el dolor todo el día de ayer, me doy cuenta que ese es el significado.
No tengo palabras para explicar la seña obsena, solo pienso que ayer me quedé elaborando una salida energética para resolver ésto, y cuando se cure, cuando ya no me moleste, es cuando habré resuelto, cabalmente, esto que me aqueja.
El tiempo siempre ha sido poco espléndido. Pasa tan rápido, no alcanza para terminar lo que uno desea, y sin embargo, quisiera estirarlo otro poco a mi favor. Esto es redundante, el tiempo es relativo, hay quien lo necesita más veloz, porque de tanto esperar, observa cada minuto correr muy lentamente, mientras que yo quisiera que se detuviera, que no pasara, para poder terminar sin apuros.
Mis ideas siguen cortadas, precipitadas, no quiero ceder al sueño, quiero seguir adelante, pero el resultado, no quiero que sea pobre. Eso es lo que me preocupa, la pobreza del resultado y la premura del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario