Es tiempo de terminar el año. Es tiempo de cerrar y hacer limpieza; es tiempo de revisar cuentas y que todo aquello que ha sucedido en el año, sea terminado y cerrado correctamente.
Es curioso que hace muchos años no había terminado el año con tanto tiempo. Recuerdo años pasados pensando en regalos para las personas porque todavía el 15 de diciembre hay laburo. Este año he tenido tiempo hasta para pensar en las vacaciones.
Sin embargo, me ha pasado una cosa curiosa. La parte monetaria no es algo que me importe, "si los pájaros que son creaturas de Dios no se preocupan por el mañana, tampoco debés vos de preocuparte por eso, simplemente alabar a Dios es lo que te corresponde y lo demás se te dará por añadidura". Siempre ha sido ese mi pensar, no he debido en general preocuparme por detalles simples como la comida del día siguiente o por el regalo de quien le debo un agradecimiento, porque ésta siempre ha llegado. Sin embargo pareciera que ahora si me debo ocupar de eso, Debería ocuparme de los impuestos que hace tiempo se me vienen presentando, me vienen llamando como me podría llamar un gran placer.
Cuenta la historia de un empresario vegetariano. El comía sus 5 vegetales diarios, comía alimentos magros que le hacían estar en forma, sus finanzas eran tan pulcras como su cuerpo. Sin embargo llegó Navidad, esta fecha siempre tan festiva, tantos eventos que se presentan que de pronto descuidaba lo que siempre había venido cuidando. Solamente comer 5 vegetales, ya no era lo que hacía. Fue invitado por la realeza, donde los excesos eran el común denominador. La realeza le mostraba el espacio económico que ocupaba. Siendo un gran empresario y gran financiero pertenecía a las élites como los reyes, sin embargo el introducirse físicamente entre la realeza, lo convirtió en no seguir más sus rituales de comer 5 vegetales, de igual forma sus finanzas no llevaban la pulcritud que los 5 vegetales implicaban. Ahora comía perdices, asistía a festejos, era invitado continuamente por la realeza y esto era también políticos y gente corrupta que más que buscar el bien de la población, buscaba la propia.
Un buen día, el empresario llamado Albert empezó a sentir frío en los dedos, sus acciones empezaron a enfriarse por miedo, porque el miedo era la primera muestra del camino equivocado. Sin embargo el hizo caso omiso, aunque tuviera miedo en la punta de sus dedos, en los detalles, no lo tomó en cuenta. Si no hacía los detalles diarios no pasaba nada. De pronto también los brazos, se rompió un brazo mientras regresaba de una fiesta a su casa. Así sentado, en su escritorio, molesto por el malestar que esto le estaba mostrando tuvo que reflexionar. Ya no podía ir a una fiesta con la realeza con un brazo en cabestrillo, además le dolía, no podía presentar una mueca de dolor ante gente tan importante.
Revisaba sus papeles, antes todos revisados y acomodados, ahora uno sobre el otro en una pila interminable de requerimientos e impuestos sin atender. Miró todo aquello con impresión. ¿Tantos impuestos? ¿Por qué? Si el era parte de la realeza. La realeza no debe pagarlos, por el contrario, a ellos los mantiene el pueblo. Pero el era vegetariano, era parte del pueblo, era financiero y empresario, estaba compartiendo ambos mundos. ¿Cual sería el correcto? Acudir con su amigo el político de las finanzas y pedirle que le redujera sus impuestos a 0%? ¡Cual sería el costo que debiera pagar por evadir sus impuestos corruptamente conseguido! Sus finanzas también decaían. No había el constante subir el capital por revisión consistente de las diferentes herramientas financieras. Tal vez evadiendo impuestos compensara. Pero ¿y su cuerpo? Se miró en un espejo. Su cuerpo desnudo de pies a cabeza, su brazo en cabestrillo. Ya no era el atlético vegetariano sin grasa acumulada, con apariencia estética. Era ahora una masa que empezaba a recolectar grasa donde no la había. tantas perdices y festejos le habían formado aquello que no era hermoso.
¿Valdría la pena continuar con la realeza? ¿Continuar siendo popular? ¿Qué tan importante era la popularidad contra el descuido personal? Sonaba el teléfono. El diputado del partido en el poder lo invitaba a una reunión, podrían hablar de los impuestos tan sonados, de los abusos hacia el pueblo. Podría él conseguir un beneficio personal. -"Sabés una cosa? Tengo el brazo en cabestrillo, no me siento cómodo así entre ustedes" Se animó Albert a decir.
"-Vamos, vos sabés que eso no es un problema. Todos tenemos algún defecto. Vení. Te esperamos."
Así el financiero decidió seguir su aventura entre la realeza. Olvidar su cuerpo atlético, sus finanzas pulcras, su vida ejemplar, a cambio de unas cuantas risas y compañías que distaban mucho de ser amistosas.
Tal vez, solo tal vez, algunos años después Albert descubriendo su aspecto grotesco, volviera a atender su persona, ahora tan descuidada por ser invitado por la realeza.
Es curioso que hace muchos años no había terminado el año con tanto tiempo. Recuerdo años pasados pensando en regalos para las personas porque todavía el 15 de diciembre hay laburo. Este año he tenido tiempo hasta para pensar en las vacaciones.
Sin embargo, me ha pasado una cosa curiosa. La parte monetaria no es algo que me importe, "si los pájaros que son creaturas de Dios no se preocupan por el mañana, tampoco debés vos de preocuparte por eso, simplemente alabar a Dios es lo que te corresponde y lo demás se te dará por añadidura". Siempre ha sido ese mi pensar, no he debido en general preocuparme por detalles simples como la comida del día siguiente o por el regalo de quien le debo un agradecimiento, porque ésta siempre ha llegado. Sin embargo pareciera que ahora si me debo ocupar de eso, Debería ocuparme de los impuestos que hace tiempo se me vienen presentando, me vienen llamando como me podría llamar un gran placer.
Cuenta la historia de un empresario vegetariano. El comía sus 5 vegetales diarios, comía alimentos magros que le hacían estar en forma, sus finanzas eran tan pulcras como su cuerpo. Sin embargo llegó Navidad, esta fecha siempre tan festiva, tantos eventos que se presentan que de pronto descuidaba lo que siempre había venido cuidando. Solamente comer 5 vegetales, ya no era lo que hacía. Fue invitado por la realeza, donde los excesos eran el común denominador. La realeza le mostraba el espacio económico que ocupaba. Siendo un gran empresario y gran financiero pertenecía a las élites como los reyes, sin embargo el introducirse físicamente entre la realeza, lo convirtió en no seguir más sus rituales de comer 5 vegetales, de igual forma sus finanzas no llevaban la pulcritud que los 5 vegetales implicaban. Ahora comía perdices, asistía a festejos, era invitado continuamente por la realeza y esto era también políticos y gente corrupta que más que buscar el bien de la población, buscaba la propia.
Un buen día, el empresario llamado Albert empezó a sentir frío en los dedos, sus acciones empezaron a enfriarse por miedo, porque el miedo era la primera muestra del camino equivocado. Sin embargo el hizo caso omiso, aunque tuviera miedo en la punta de sus dedos, en los detalles, no lo tomó en cuenta. Si no hacía los detalles diarios no pasaba nada. De pronto también los brazos, se rompió un brazo mientras regresaba de una fiesta a su casa. Así sentado, en su escritorio, molesto por el malestar que esto le estaba mostrando tuvo que reflexionar. Ya no podía ir a una fiesta con la realeza con un brazo en cabestrillo, además le dolía, no podía presentar una mueca de dolor ante gente tan importante.
Revisaba sus papeles, antes todos revisados y acomodados, ahora uno sobre el otro en una pila interminable de requerimientos e impuestos sin atender. Miró todo aquello con impresión. ¿Tantos impuestos? ¿Por qué? Si el era parte de la realeza. La realeza no debe pagarlos, por el contrario, a ellos los mantiene el pueblo. Pero el era vegetariano, era parte del pueblo, era financiero y empresario, estaba compartiendo ambos mundos. ¿Cual sería el correcto? Acudir con su amigo el político de las finanzas y pedirle que le redujera sus impuestos a 0%? ¡Cual sería el costo que debiera pagar por evadir sus impuestos corruptamente conseguido! Sus finanzas también decaían. No había el constante subir el capital por revisión consistente de las diferentes herramientas financieras. Tal vez evadiendo impuestos compensara. Pero ¿y su cuerpo? Se miró en un espejo. Su cuerpo desnudo de pies a cabeza, su brazo en cabestrillo. Ya no era el atlético vegetariano sin grasa acumulada, con apariencia estética. Era ahora una masa que empezaba a recolectar grasa donde no la había. tantas perdices y festejos le habían formado aquello que no era hermoso.
¿Valdría la pena continuar con la realeza? ¿Continuar siendo popular? ¿Qué tan importante era la popularidad contra el descuido personal? Sonaba el teléfono. El diputado del partido en el poder lo invitaba a una reunión, podrían hablar de los impuestos tan sonados, de los abusos hacia el pueblo. Podría él conseguir un beneficio personal. -"Sabés una cosa? Tengo el brazo en cabestrillo, no me siento cómodo así entre ustedes" Se animó Albert a decir.
"-Vamos, vos sabés que eso no es un problema. Todos tenemos algún defecto. Vení. Te esperamos."
Así el financiero decidió seguir su aventura entre la realeza. Olvidar su cuerpo atlético, sus finanzas pulcras, su vida ejemplar, a cambio de unas cuantas risas y compañías que distaban mucho de ser amistosas.
Tal vez, solo tal vez, algunos años después Albert descubriendo su aspecto grotesco, volviera a atender su persona, ahora tan descuidada por ser invitado por la realeza.
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