viernes, 10 de enero de 2014

El aroma de un lirio

Esta mañana me he encontrado un trío de flores, cuyo nombre no recuerdo. Son esas flores que al abrirse parecen una fuente, de pétalos largos, que sueltan un hermoso perfume de color lila. La palabra que me viene es Gerbera, pero esa no es, es un lili de lirio, pero a ellas las he visto por cientos. Era una hermosa que empezaba a abrirse. Como una fuente en su primer momento, en que empieza a preparar el brinco, en ese momento, la lili me miró y me hizo sonreír, me hizo sentir emoción en el estómago, esa emoción de cuando está a punto de suceder algo y uno espera porque el chorro todavía se está preparando para saltar a su máximo esplendor. Junto a él había otra lili ya abierta en toda su magnificencia, ya era un chorro grande, decidido, un logro de la naturaleza que muestra su máxima presunción, su más hermoso perfume para deleite de los sentidos. La vista que mira ese hermoso chorro de la que fue hecha una pequeña flor lila, llama al olfato a aspirar ese perfume discreto, que es de un momento, porque al poco tiempo se torna rancio. Es un aroma dulce, hermoso, una aroma suave, perfumado a flor de lirio. Es un aroma que te transporta a la elegancia al placer de la comodidad, al placer de quien vive un momento dulce agradable, estimulante, embragiante. Ese que puede traer una pasión repentina. De cuando uno se cruza con esa persona que te pone a temblar, la  mirás de nuevo, y te subyuga su sonrisa, te exalta su aroma, su presencia, su caminar, que al mirarte a vos se ha tornado pausado, armónico. El perfume que te invita a ignorar el reloj, y con una mirada, invitar al repentino placer, a acercarse  a vos, a regresar sus pasos y decirte "sos tan hermosa como esta flor, y en ese momento te compra un ramo con lo que vos te llenás de placer, aquél que un hermoso aroma muliplicado por miles de sensaciones te lleva a relajarte y a saberte adorada, admirada. El placer repentino de mirarlo alejarse, porque ha cumplido su misión, la de pasar un momento lleno de gran placer, para nuevamente marcharse. Ese placer repentino que esta hermosa lili despierta, tan solo olerla.

Este lugar me hizo detenerme, se escuchaba un lejano pajarilo que gorjeaba con el sonido de la primavera, con el cantar de quien espera una vida que se abre a sus pies, sus polluelos acaban de salir del nido y hay que buscar gusanos para que todos ellos coman. Un  aroma y una sensación llena de placeres repentinos, y efímeros, que se terminan en el tiempo de una flor, pero cuya presencia ha traído cientos de pimpollos que están por florecer alrededor.

No hay manera de igorar que el tiempo pasa y hay que aquilatarlo por instantes, para dejarlo que produzca, que se reproduzca dejando una hermosa descendenia que hará que eternamente tengamos el placer repentino y efímero de su compañía, de alentarnos a seguir adelante porque así nos animaremos a
seguir buscando aquello que nos merecemos y deseamos para enorme placer. 

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