sábado, 4 de enero de 2014

El adulto chico

Hoy no sé en qué sentido escribir. Veo imágenes simpáticas e infantiles, una muñeca abandonada en una fotografía, una pequeña que juega constantemente con todos sus juguetes, con sus muñecos. Les saca fotgrafías, les organiza festejos, todo lo que para una pequeña es formativo para sentirse grande. Cuán importante es ser grande, pero, es más aún que esa adultez como se conoce realmente el ser grande, vaya acompañada de una actitud en verdad de convencimiento, de quien acepta que ya no es más un chico, que pese a que la actitud hacia la vida debiera ser de chicos, es preferible tomarla como adultos, vivir la vida como un adulto.

¿Qué es vivir como adulto? Es no buscar sólo diversión. Los pequeños, con toda seriedad juegan con sus coches, con sus muñecos. Con toda seriedad salen de viaje y tienen conversaciones que les van formando una idea de lo que es el mundo, y los adultos, deberíamos mirar el mundo con la misma seriedad que ellos nos observan, pero con la comodidad que lo hace un chico, con la libertad y apertura, con la ligereza de quien puede cambiar de juego, sin ansiedad, sin corrupción, sin todas las telarañas que tenemos los adultos para actuar. Esa parte de las telarañas me proyecta. Siento que las telarañas, son todas las enseñanzas que hemos tenido y que las tomamos y utilizamos sin elaborarlas. Si nuestros padres nos han enseñado que vestido de azul es como se va al laburo, no pensamos si es correcto ir vestidos de azul, así vamos eternamente sin pensar si el azul es el color que más me conviene. Si los padres han enseñado que antes de un asunto importane uno debe gruñir a todos y ponerlos nerviosos, así lo efectuamos, sin considerar que esa actitud está de más. Son esas telarañas las que nos afectan como adultos, las que nos obligan a querer ser chicos nuevamente. Los chicos quieren ser adultos porque parece maravilloso, pero los adultos admiramos la libertad, la poca responsabilidad y demás virtudes que un pequeño tiene y de esa forma suelen comportarse algunos.

Algunos adultos viven embriagados, o con alguna pequeña dosis de alcohol en la sangre, mostrando que no han superado la etapa infantil, mostrando la irresponsabilidad que un pequeño le corresponde y es de su época. Un adulto sabe beber, poco y con medida, sabe festejar, con la mayor diversión, sabiendo que al terminar ese festejo, se ha terminado y no vamos a seguir jugando como chicos, esperando que mami nos despierte o que un adulto se venga a responsabilizar de nuestra mal terminada fiesta.

Ser adultos es maravilloso, yo no quisiera ser pequeña por nada. Yo soy pequeña, soy chica en muchas formas, mi manera de actuar y de pensar, sin embargo es la parte divertida de mi. A mi me gusta ser adulta,  porque soy responsable, madura, porque se el momento en que la fiesta ha terminado o por qué no quiero ir a la fiesta. Ya no tengo que pedir permiso a mami o a papi, ya no tengo que esperar que alguien tenga el sí final. Esas ventajas son las que ven los chicos y por la que desean ser como nosotros. Yo se que esto suena a abuelos, pero cuando empieza el año, uno debe evaluar el camino que ha seguido y hacer modificaciones al respecto.  Yo sé que es aburrido escuchar las frases repetitivas publicitarias de "aprendé de los errores y seguí adelante" es muy desagradable escuchar que la gente las usa como una letanía. Creo que está bien, si se siguen y se toman en cuenta, si en verdad uno aprende el por qué la fiesta debe terminar al cerrar la puerta y por qué conviene beber sólo lo suficiente para estar felices mientras ésta dura. Ser chicos es lindo para disfrutar el momento. Bueno, ser un chico como el de antes, cuando lo más cool era tener plumines nuevos. Vivir el momento lentamente como si fuera una experiencia nueva, pero vivirla como un adulto que sin telarañas que le distraen su verdadero objetivo sabe comportarse como él ha decidido y no por el miedo, por el gruñido, por el extraconfort o por el móvil con que ha sido educado. 

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