jueves, 23 de enero de 2014

Desesperanza Aprendida

Siempre es un tema comenzar algo. Siempre hay que poner cierto empeño extra para comenzar aquello que tal vez ya nos salió mal muchas veces. Tal vez ya lo intenté de una forma, y no me salió bien, después lo vuelvo a intentar, y nuevamente me sale mal. Así una y otra vez, a esto se le llama Desesperanza Aprendida.

Se hizo una prueba entre dos grupos, uno de ellos empezó a contestar una serie de preguntas, y muchas de ellas, las contestaron mal. Más adelante, dando al otro grupo un poco más de tiempo y preguntas más sencillas, una y otra la contestaron correctamente. Cuando al grupo que inició equivocándose le volvieron a preguntar algo fácil, ellos dudaron, contestaron más lentamente y con menos certitud que los otros, que no se habían equivocado nada. Con el tiempo de pruebas, aquellos que empezaron con errores, terminaron muy atrás de aquellos que empezaron con los pies bien plantados.

Sin embargo aquí no hablo de empezar con desesperanza, hablo de comenzar una historia, siempre empiezo con "esta mañana" y eso suele parecerme rutinario, aburrido.

Regresando al tema de la deseperanza aprendida, me refiero a aquellas épcas en que se enseñaba a los chicos al estilo militar, con la dureza de pensar que con "lágrimas" entraban los conocimientos. Esas épocas en que la gente en verdad estudiaba, tenía que desarrollar métodos de estudio y memorizar hojas y hojas de información inútil. Tal vez por eso la olvidaban tan fácilmente, porque lo aprendían de manera triste, con descalificativos.

Hoy en día, siento que el aprendizaje se ha ido al extremo contrario. Todas las preguntas en un exámen son de opción múltiple,  para que al  corregirlas puedan meter un scanner y éste les corrija si ha estado bien hecho.

Escuchaba de las diferentes generaciones, que si la hay X, la hay Y y la hay Z, la hay Milenia y Baby Boomers. Estos Baby Boomers, que fueron los directores a sus escasos 30 años, fueron tal vez la primera generación que se salvó de los reglazos y de "el aprendizaje con lágrimas" y tal vez por eso, crecieron rápido y con esa presteza consiguieron puestos importantes a joven edad. Tal vez esos jóvenes de entonces, vivieran mucha benevolencia, y felicidad en la escuela, porque en Europa hacía muchos años la guerra había terminado, ya habían sanado las heridas y comprendieron que había otras formas de enseñar. El método de María Montessori que hacía un siglo se había establecido, se empezó a expandir, y así esta primera generación se benefició de todos estos nuevos temas. Estos hombres y mujeres osados, que al igual que exploradores, entraban en tierras inhóspitas  y desconocidas, abriendo brecha con sus ideas bien cimentadas por padres estrictos, pero desarrolladas, limpiamente por mentes sanas, mentes limpias, cerebros estimulados y gente que en su época era colocada en el lugar correcto. Esos jóvenes que fueron una muestra para las sociedades venideras, fueron la muestra de lo que implica el cambio. Fueron ellos, los que recibieron injurias de sus padres, y al querer ser ellos benévolos, y buenos con sus hijos, se fueron al extremo de quitarse el pan de la boca, para que "sus estomaguitos" no sufrieran; fueron ellos los que tuvieron que esperar el último turno después del padre, y nuevamente esperan el último turno después de los hijos. Estos hombres y mujeres no sufrieron desesperanza aprendida, porque tuvieron los nuevos métodos al alcance, y gracias a su exploración en todos los campos, hoy podemos vivir de expatriados trabajando en otro país.

Después, las siguientes genereciones sólo se fueron distinguiendo y diferenciando por la tecnología, unos además por ecologistas, otros por el rechazo a las marcas, pero los X se molestaban si no había televisión. Todo el día estaban pegados a ella, porque era lo más cercano a la tecnología que había, la generación Y (o no recuerdo el nombre) quería teléfono y la generación Z "que haya" internet, wi fi, ipod, ipad, y todos los i´s a discreción porque no saben vivir desconectados de ella.

Es esa generación a la que todos nos estamos acercando. Todo aquél que vive con las redes y el celular en la mano, es generación Z, a la que la gente no le importa. A la que no le interesa tomar un café con un amigo porque está en chat con 100; él que en un café, deja a la amiga mirándolo charlar por el teléfono unos buenos minutos porque el asunto "urge". Es la generación que tal vez aprendió con muy poca desesperanza, pero por lo mismo la más insensible, la más inhumana, la más superficial.

Se dice que para aprender algo, uno debe hurgar en la memoria, en las definiciones y en los mapas mentales, para que toda la información entre en las capas profundas del cerebro, para que las neuronas se vayan llenando y haciendo más convoluciones en el cerebro. Sin embargo, la generación Z, no aprende nada profundamente, todo lo tiene en los navegadores marcados con un color diferente en aquellos temas que ha investigado, y es la máquina, no su cerebro, quien recuerda el lugar preciso donde ha estudiado aquello que ha olvidado. De la misma forma que aprenden, superficialmente, son sus relaciones, superficiales. Son aquellos osados que han inventado las prácticas sexuales más extrañas, y desvalorizadoras de los seres humanos. Han sido ellos, quienes en su constante aburrición, han buscado experiencias extremas, que sentir en sus cuerpos, porque su superficialidad no les permite algo más profundo que la corteza cerebral.

Es verdad que cada generación ha vivido sus positivos y negativos, que tan mal estaba la idea del "aprendizaje con lágrimas" como lo está la "opción múltiple" para responder los exámenes. No es lindo vivir los extremos, creo que lo importante es no olvidarse de los sentimientos de la gente, de mirar a cada una a los ojos y leer aquello que te está intentando decir. Cuando la persona se vuelve solo un número de teléfono o un rostro en una fotografía, será momento de evaluar qué tan valioso es ser parte de una generación de gran tecnología y cero corazón. 

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