Esta mañana de paseo con la gente me encontré,al lechero al cartero, al policía saludé. No hoy no hay lechero ni cartero, la leche está en la heladera, más refrigerada y elaborada que un suero viejo y pintado, el cartero es el correo electrónico que no puedo saludar con cariño. Bueno, si debo tirarle buena onda, porque de otra forma el computador se enojara y no me funcionará correctamente. Es curioso como hay que "literal" estar en armonia con las heramientas de trabajo, porque de otra forma no colaboran con uno. Recuerdo aquella época en que estrenaba una mac, y que no había manera de hacerla funcionar, estuve apunto de aventarla al piso para que así se arreglara, como le hace goofy en las series de Mickey, pero luego recordé la escena de la compu con los intestinos de fuera y me limité a pegarle. Así se me ocurrió ir a tomar un curso para aprender a controlarla y de esta forma se me fue el miedo de ella y la hice mi amiga.
Todos nos podemos hacer amigos de los aparatos, para que colaboren para nosotros. Oh, no.Otra vez debrayando.
La cascada que ha rebasado el conocimiento está seca, es como si nos lo mandaran a chorritos para no aburrirnos de tanta información. Es como una bicicleta fija que uno debe mantener en el nivel 8 y cuando baja se enciende un foquito, para que uno vuelva a ponerse a subirle a la velocidad, y cuando le pasa al nivel 8 igualmente se enciende para recordarte que si le subes y excedes tu capacidad te cansarás muy pronto y ya no habrá final feliz, teminará tu corazón sobreestimulado y te dolerá. Es lo mismo con la cascada, es importante que de repente se detenga para no llenarnos de ansiedad de no llegar a la meta, cuando llega a la meta y empieza a desbordar en exceso, es para invitar nuevos contendientes, y para realimentar a los existentes, pero la cascada en este momento está detenida. No, no es la de Iguazú, ni la del Niágara, es la del calendario en mi escritorio, la que todos los días recorro para llegar a la oficina, que a veces suena y a veces no. No es una cascada constante, porque nos acostumbraríamos a ella y la daríamos por hecho. Todo aquello que se da gratuitamente, ya no es un premio, ya no requiere esfuerzo, ya es solo una cosa más que se espera y se extiende la mano. Por eso uno debe buscar que la cascada llegue y debe laburar para que los conocimientos, la calma y todo lo que corresponde dé frutos. Una vez abajo los frutos, reinciaremos el ciclo de llenarnos de conocimientos nuevo y dar mucho amor a toda la gente que está a nuestro alrededor, y no hablo de amor romántico, hablo de amabilidad, de sonrisa, de bien tratar, de atender, de contestar una llamada o un mensaje. Nunca sabes cuando tu necesitarás de esa persona que hoy das por hecho y que ignoras. Nunca alguien es tan poca cosa como para que no le prestes la atención en el momento que te la solicita.
Parece que hoy los cuentos no vienen a mi cabeza, hoy solo veo la cascada, el espíritu del agua, el espiritu de la montaña. Es como si tuviera que estar alerta a lo que oigo. Lo que veo es lo que oigo. Hoy debo oir a todos, oir para ver, oir con mis ojos y ver con mis oídos.
Todos nos podemos hacer amigos de los aparatos, para que colaboren para nosotros. Oh, no.Otra vez debrayando.
La cascada que ha rebasado el conocimiento está seca, es como si nos lo mandaran a chorritos para no aburrirnos de tanta información. Es como una bicicleta fija que uno debe mantener en el nivel 8 y cuando baja se enciende un foquito, para que uno vuelva a ponerse a subirle a la velocidad, y cuando le pasa al nivel 8 igualmente se enciende para recordarte que si le subes y excedes tu capacidad te cansarás muy pronto y ya no habrá final feliz, teminará tu corazón sobreestimulado y te dolerá. Es lo mismo con la cascada, es importante que de repente se detenga para no llenarnos de ansiedad de no llegar a la meta, cuando llega a la meta y empieza a desbordar en exceso, es para invitar nuevos contendientes, y para realimentar a los existentes, pero la cascada en este momento está detenida. No, no es la de Iguazú, ni la del Niágara, es la del calendario en mi escritorio, la que todos los días recorro para llegar a la oficina, que a veces suena y a veces no. No es una cascada constante, porque nos acostumbraríamos a ella y la daríamos por hecho. Todo aquello que se da gratuitamente, ya no es un premio, ya no requiere esfuerzo, ya es solo una cosa más que se espera y se extiende la mano. Por eso uno debe buscar que la cascada llegue y debe laburar para que los conocimientos, la calma y todo lo que corresponde dé frutos. Una vez abajo los frutos, reinciaremos el ciclo de llenarnos de conocimientos nuevo y dar mucho amor a toda la gente que está a nuestro alrededor, y no hablo de amor romántico, hablo de amabilidad, de sonrisa, de bien tratar, de atender, de contestar una llamada o un mensaje. Nunca sabes cuando tu necesitarás de esa persona que hoy das por hecho y que ignoras. Nunca alguien es tan poca cosa como para que no le prestes la atención en el momento que te la solicita.
Parece que hoy los cuentos no vienen a mi cabeza, hoy solo veo la cascada, el espíritu del agua, el espiritu de la montaña. Es como si tuviera que estar alerta a lo que oigo. Lo que veo es lo que oigo. Hoy debo oir a todos, oir para ver, oir con mis ojos y ver con mis oídos.
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