sábado, 6 de abril de 2013

El cobertor de Dios

Yo plácidamente dormía, no quería hacerlo, mis obligacines me lo impedían, pero siendo sábado y sin trabajo pendiente, me di permiso de recostarme. La ansiedad me había mantenido ocupada, de arriba a abajo, intencionalmente, empezando y terminando tareas. Normalmente esstoy concentrada, y hago varias actividades en cada lugar, pero aquí no merecía la pena, yo subía una crema, y bajaba una crema subía una bandeja y bajaba la bandeja, todas mis actividades eran automatizadas y metódicas para no perder nada en el camino (como el ipod que desapareció). La preocupación me lleva a la distracción y la distracción a las pérdidas. Habíann pasado dos horas y yo seguía en movimiento. Me reuní con unos vecinos y me despedía, también metódicamente, no fuera yo a olvidar un brazo con ellos.

Busscando consuelo me recosté en un lugar que generlmente no uso, por no corresponderme, simplemente me recosté junto a la ventana que daba a la pileta con la intención de mirar a los nadadores, sin éxito. solo miraba el cielo. Los ojos empezaban a pesarme, abría y cerraba porrque mi intención no era dormir, solo relajarme. Sin embargo mis ojos se cerraban y así se quedaron. No hacía frío ni calor, el clima era confortable, pero en general uno necesita un cobertor al intenatar dormir. Sin embargo aquí me quedé dormida con la sensación de tener un cobertor que me cubría equilibradamente todo el cuerpo, como cuando el sol entra por la ventana sobre un lecho y uno se queda abrazado por este calor, así me quedé yo, abrazada por el calor de Dios, no había sol ni rayo por la ventana, no había cobertor que me cubriera, pero yo dormía placidamente como si tuviera un cálido cobertor sobre mi cuerpo. Es un placer sentir el calor de Dios que me prrotege y me cobija en esos momentos en que me veo perseguida por la ansiedad, por los pensamientos disruptivos que no me permiten concentrarme. Así descansé y al despertar tras unos minutos, sentía el descanso de un largo sueño reconfortante.  

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