jueves, 17 de octubre de 2013

El anillo envidiado

La envidia disfrazada de amistad y benevolencia, es muy desagradable. La gente que quiere hacer el bien, quiere arreglar el asunto con una persona y no se enfrenta a ella, en vez de decirle las cosas claramente, lo hace a través de quien la rodea. En vez de enfrentarse directamente con la persona que pretende ayudar, va con quien tiene más cerca y le cuenta su idea de ayudarle a esa persona y hacen ellas equipo dejando a la "beneficiada" fuera de la campaña, fuera de la situación, sin haberle dado a conocer su intenciones, la beneficiada se encuentra agredida, se encuentra ayudada sin ella haberlo pedido, ni necesitarlo. La envidia hace lo que ella piensa que es bueno para mi, buscando en el fondo dañarme, para quitarme fuerza. 

La envidia es un arma muy triste. cuando alguien cuenta con ella entre sus haberes, puede ser tan letal como quien llevara un arma de gran calibre. Por eso la pone Dios entre los 10 mandamientos. No codiciarás los bienes ajenos. No está hablando de robar los bienes ajenos, ni de tomarlos prestados, se llama no envidiar lo que el otro tiene. Porque la simple intención de envidiar lo que la otra persona tiene ya mete mala energía. El hecho de querer "ayudar " a la persona a deshacerse de aquello que a ella le gusta, o le parece que no le viene bien, ya empieza mal, ya provoca disgusto en quien envidia, y en la poseedora de esos bienes genera incomodidad de saberse vista de una forma tan precisa.

Cuando uno quiere lo que el otro tiene, lo que se uno hace a uno mismo, es llenarse de enojo, de perder tiempo, de distraerse de lo verdaderamente importante. La persona que envidia le gusta el anillo de esa otra, en vez de trabajar para comprar uno igual, en vez de admirarlo en ella porque le luce hermoso, en vez de distraerse mirando las preciosas pulseras que ella tiene, no es así, se dedica a observar con detenimiento la forma de quitarle a la otra persona su único anillo.

Es como el cuento de Urías. Urías era un pobre hombre, campesino que tenía una esposa hermosa, con muchas cualidades. Ellos dos hacían un matrimonio hermoso y eran muy felices, Urías aunque pobre sonreía cada día al salir de su casa, y su mujer siempre preñada, sonriente de que su marido la tuviera atendida.  Un día el rey mira a la esposa de Urías y a como de lugar quiere quitarsela. A Urías lo hace comandante y lo pone al frente de un ejeército. En la primera batalla Urías muere y deja a la esposa disponible y viuda para el rey. Entonces viene un ángel y recrimina al rey: tu puedes tener todas las mujeres del reino, ¿por qué te obsesionaste con esta mujer? Mataste a Urías solo por tener a su mujer, dejaste a la familia de Urías sin un padre proveedor solamente por un capricho. Tu pudiendo tener todo, le quitaste a un pobre indefenso lo único que tenía. El rey se llenó de envidia y al matar a Urías llenó sus  manos de sangre y su corazón de rencor. Se generó tantos problemas emocionales y de convivencia, que mas le habría convenido escuchar y seguir el mandamiento contra la envidia. Aguantar sus caprichos y sus superficialidades para ganar en virtud y en bondad. Para ganar en otra cosa más benéfica que una mujer rodeada de envidia y sangre.

La envidia hace daño a quien la tiene. Yo creo que es de los pocos defectos que no dañan a quien la recibe. Si yo fuera la mujer de Urías, ya habría tenido buena posición, dinero de sobra y un rey a quien acompañar. Urías sufrió y cumplió como debía obedeció las órdenes del rey y murió luchando por un bien común. El único que salió mal parado fue el rey.

La envidia que aquella persona siente hacia ese anillo a la poseedora le da poder porque ella le está mirando, le está dando el que alguien hable de ella, mal o bien, pero el hecho de que alguien le mire hará que tenga que moverse en el sentido de que no lastime su proceder, pero le habrá hecho el favor de ser popular solo por poseer algo que ella quiere, tal vez hará que aquellos que ahora le miran por culpa suya, conozcan algo de ella que le beneficie. La única que quedará mal parada será esa que por la envidia de quitarle el anillo la haga tener malos y perversos pensamientos. 

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