No cabe duda que la vida en compañía siempre es la mejor que se puede tener. Estar solo es maravilloso, se aprende, se ubica, se comprende al mundo, uno se compenetra con la gente porque uno sabe en donde está parado y a partir de allí puede uno marcharse hacia donde lo requiere.
Sin embargo cuando esa persona que todo el tiempo está en tu pensamiento, se aparece, es la mejor sorpresa que se pudiera presentar. Hay personas que por más que quieres echar de tu vida, como un boomerang, siempre regresan, siempre regresan. A veces regresan con rencor, y uno así las recibe, de esa misma forma se vuelven a alejar, el rencor no es lo que me gusta tener alrededor. Luego regresan con alegría, y esas se van rápido, así como llegaron, así se van, es como quien se cruza por la calle y está apurado, no puede tener una larga charla porque el tiempo corre deprisa y uno debe llegar. Las veces más hermosas son aquellas que vienen con pasión, que se presentan con la ternura de antaño, con aquello que alguna vez fue y que como hombres que son, están acostumbrados a olvidar. Yo llego y saludos con gran ternura pero ellos no, ellos viven el hoy, "como me siento hoy, así te trato". Entonces cuando llegan con la ternura de antaño como si el tiempo no hubiera pasado, como si los sentimientos no se hubieran perdido, así me fascinan.
Es maravilloso vivir acompañado de aquellas personas en quienes uno ha sembrado felicidad, compañia, ternura, tantas cosas que uno simplemente siembra porque es lo que lleva dentro. Cuando la gente llega con esos sentimientos, es hermoso recibirlas en casa, charlar, comentar y quedarse simplemente como si el tiempo no transcurriera.
Me he encontrado con una gran amiga. Mi querida amiga que el destino me ha presentado y yo he aceptado con emoción. Esa amiga ha resultado muy afin a mi, da buenos consejos, escucha los míos y siempre está disponible para llevar una buena charla, para pasar un buen momento y simplemente evitar que la vida pase sin que nos reunamos con frecuencia y mantengamos el contacto y la cercanía. Es tan fácil olvidar a aquellas personas que no frecuenta uno. A mi me importa estar cerca, porque a mi me gusta que la gente que he conocido, sea una razón o una vida; no me gustan las estaciones, que pasan rápido y no regresan, que te dejan como un remolino despeinada y sin saber en dónde te habías quedado, sin recordar la parte del camino que ibas caminando. Esas estaciones que vienen a sacudir y a voltear todo de cabeza. Esas no me gustan. Por eso frecuento a mis razones porque ellas me dan felicidad.
Hoy amanecí recordando esta canción:
"Adoro, la calle en que nos vimos
la noche en que nos conocimos"
Una y otra vez regresaba a esa estrofa. Hay personas que adoro recordar, personas que adoro reunir, personas que adoro que estén presentes. Pero hay personas que tienen diferentes facetas, personas que un día presentan la faceta primorosa y la siguiente vez la faceta presumida y la siguiente vez la faceta horrorosa y la siguiente vez la insoportable. Esas personas también las adoro, pero solo en la faceta primera, solo en la del primer encuentro de la noche en que nos conocimos porque es esa la que yo conocía y la que me hizo recordar y mantener ese momento y la emoción de esa persona. Seguramente yo también tengo muchas facetas, y habrá quien me odie por alguna de ellas pero, a mi la gente que me encanta, que seduce, que me apantalla es esa que me hace recordar esa canción.
Adoro, tu canción
Sin embargo cuando esa persona que todo el tiempo está en tu pensamiento, se aparece, es la mejor sorpresa que se pudiera presentar. Hay personas que por más que quieres echar de tu vida, como un boomerang, siempre regresan, siempre regresan. A veces regresan con rencor, y uno así las recibe, de esa misma forma se vuelven a alejar, el rencor no es lo que me gusta tener alrededor. Luego regresan con alegría, y esas se van rápido, así como llegaron, así se van, es como quien se cruza por la calle y está apurado, no puede tener una larga charla porque el tiempo corre deprisa y uno debe llegar. Las veces más hermosas son aquellas que vienen con pasión, que se presentan con la ternura de antaño, con aquello que alguna vez fue y que como hombres que son, están acostumbrados a olvidar. Yo llego y saludos con gran ternura pero ellos no, ellos viven el hoy, "como me siento hoy, así te trato". Entonces cuando llegan con la ternura de antaño como si el tiempo no hubiera pasado, como si los sentimientos no se hubieran perdido, así me fascinan.
Es maravilloso vivir acompañado de aquellas personas en quienes uno ha sembrado felicidad, compañia, ternura, tantas cosas que uno simplemente siembra porque es lo que lleva dentro. Cuando la gente llega con esos sentimientos, es hermoso recibirlas en casa, charlar, comentar y quedarse simplemente como si el tiempo no transcurriera.
Me he encontrado con una gran amiga. Mi querida amiga que el destino me ha presentado y yo he aceptado con emoción. Esa amiga ha resultado muy afin a mi, da buenos consejos, escucha los míos y siempre está disponible para llevar una buena charla, para pasar un buen momento y simplemente evitar que la vida pase sin que nos reunamos con frecuencia y mantengamos el contacto y la cercanía. Es tan fácil olvidar a aquellas personas que no frecuenta uno. A mi me importa estar cerca, porque a mi me gusta que la gente que he conocido, sea una razón o una vida; no me gustan las estaciones, que pasan rápido y no regresan, que te dejan como un remolino despeinada y sin saber en dónde te habías quedado, sin recordar la parte del camino que ibas caminando. Esas estaciones que vienen a sacudir y a voltear todo de cabeza. Esas no me gustan. Por eso frecuento a mis razones porque ellas me dan felicidad.
Hoy amanecí recordando esta canción:
"Adoro, la calle en que nos vimos
la noche en que nos conocimos"
Una y otra vez regresaba a esa estrofa. Hay personas que adoro recordar, personas que adoro reunir, personas que adoro que estén presentes. Pero hay personas que tienen diferentes facetas, personas que un día presentan la faceta primorosa y la siguiente vez la faceta presumida y la siguiente vez la faceta horrorosa y la siguiente vez la insoportable. Esas personas también las adoro, pero solo en la faceta primera, solo en la del primer encuentro de la noche en que nos conocimos porque es esa la que yo conocía y la que me hizo recordar y mantener ese momento y la emoción de esa persona. Seguramente yo también tengo muchas facetas, y habrá quien me odie por alguna de ellas pero, a mi la gente que me encanta, que seduce, que me apantalla es esa que me hace recordar esa canción.
Adoro, tu canción
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