Así, la ninfa azul merodeaba al joven de carnes suaves, quien yacía junto a aquél árbol en donde la ninfa verde lo hubiera llevado. Ella lo miraba apacible, inmóvil, quería que todo le llegara a las manos, y por eso no se movía. El joven de carnes suaves manos grandes y cuerpo huesudo, yacía junto al árbol, no parecía tener apuro por levantarse, estaba allí simplemente posado y feliz, mirando la vida pasar, esperando que las cosas llegaran porque él así lo deseaba.
La ninfa azul se acercó en un momento, y miró que el joven se estaba llenando de raíces, el árbol junto al que él yacía lo estaba alimentando con su savia. "Dime joven de voz hermosa, ¿no tienes miedo que el árbol te controle?" -"No, no tengo miedo, Dios mi padre, me cuida y él me ha de proveer con todo lo que necesito, y en este momento el árbol me está alimentando". "¿No temés convertirte en árbol?" "¿Crees que yo me convierta en árbol?" preguntó el joven curioso. Era un día soleado, de esos en que el verano pega fuerte, cuando uno quisiera quedarse allí postrado como tratando de recuperar todo el calor que el invierno le ha negado. La ninfa azul se acercó zalamera al joven y con la mirada empezó a acariciarlo, no quería tocarlo, no quería recibir nuevamente su rechazo; era necesario ir al agua pronto.
Entonces se decidió a hablar, "cuéntame tu historia joven hermoso, ¿qué te ha traído aquí? ¿por qué tan apacible y calmado yaces junto a este árbol? ¿por qué no eres como todos los humanos que están en la búsqueda constante de algo nuevo?" El joven no respondió, como respuesta la acercó un poco a él. Ella sintió su aliento, su calor, su piel sudorosa, mojada y maloliente de varios días de quedarse ahí sentado esperando la vida pasar. "Tú dime ninfa azul, ¿Por qué sigues junto a mi sabiendo que mi cercanía te provoca rechazo?" La ninfa azul se turbó, miró su piel y efectivamente, era momento de ir al agua, regresar a su piedra, el hombre le quitaba su belleza y le devolvia su esencia rugosa y áspera. "Ven conmigo" lo invitó la ninfa azul "en el agua estaremos los dos contentos" lo hizo ponerse en pie, pero nuevamente sus pies no le respondían. Ella lo abrazó y con su fuerza de piedra lo impulsó a moverse a conseguir lo que no había hecho en días. "¿Por qué insistes ninfa azul? Yo ya no puedo caminar, yo me debo quedar aquí debajo de este árbol que me ha conquistado" La ninfa sin escuchar, lo empujó nuevamente, y sus músculos tiesos de no moverse en días, empezaron a estirarse. Caminaba lento, suave despacio y calmado como sus carnes suaves se lo permitían; ellas acostumbradas a no moverse, no habían generado los músculos de la voluntad que lo harían cambiar de vida. La ninfa azul seguía empujando, hasta que de pronto se cansó, se fué ella sola al agua y con dulces miradas llamaba al joven, quien postrado en la tierra húmeda, había caído nuevamente. "¿Qué has hecho ninfa azul? ¿por qué me has movido sin mi voluntad? Mïrame aquí postrado en medio camino, yo que estaba tan cómodo debajo del árbol." "Perdóname hombre de hermosa voz, yo quiero estar contigo pero sin arruinar mi esencia, yo requiero el agua para mantenerme joven y no morir hecha piedra eternamente" El joven sin voluntad, comprendió que la ninfa azul quería estar con él. Allí en el pequeño lago nadaron largamente, se rozaban y se tocaban, el joven no quería salir del agua, allí había encontrado el placer que había estado buscando. Sus carnes suaves se arrugaban, se ponían ásperas, pero no importaba, allí junto a la ninfa azul, tenía todo lo que necesitaba.
La ninfa azul se distraía de sus deberes, ya no hacía más su rutina, allí metida en el agua día y noche, recibiendo el placer del joven de carnes suaves y ahora arrugadas por el agua, disfrutaba feliz de la estancia con una persona que le daba todo aquello que necesitaba. Vivían en el paraíso, intercambiando placeres y dejándose seducir en ese elemento tan agradable para la ninfa azul.
Entre nadar y placer, el hombre miraba a la ninfa azul muy cerca, y entre abrazos y besos se contaban su destino: "¿Por qué no me has abandonado ninfa azul? ¿Por qué te quedas siempre conmigo?" "Porque mi destino es ayudar a quien me necesita, mi energía está hecha para dar fuerzas a la naturaleza y tú eres parte de ella, por eso me quedo, por eso te doy aquello que disfruto". El joven la miraba perplejo, su mirada nublada de placer, su miembro henchido por el el contacto de esta bella joven, no comprendía de qué hablaba.![](//3.bp.blogspot.com/-HZ8iOw0DwSI/Um-z4YaThZI/AAAAAAAASDQ/bYN_BJtP6lg/s640/Hilas-y-las-ninfas.jpg)
La ninfa azul se acercó en un momento, y miró que el joven se estaba llenando de raíces, el árbol junto al que él yacía lo estaba alimentando con su savia. "Dime joven de voz hermosa, ¿no tienes miedo que el árbol te controle?" -"No, no tengo miedo, Dios mi padre, me cuida y él me ha de proveer con todo lo que necesito, y en este momento el árbol me está alimentando". "¿No temés convertirte en árbol?" "¿Crees que yo me convierta en árbol?" preguntó el joven curioso. Era un día soleado, de esos en que el verano pega fuerte, cuando uno quisiera quedarse allí postrado como tratando de recuperar todo el calor que el invierno le ha negado. La ninfa azul se acercó zalamera al joven y con la mirada empezó a acariciarlo, no quería tocarlo, no quería recibir nuevamente su rechazo; era necesario ir al agua pronto.
Entonces se decidió a hablar, "cuéntame tu historia joven hermoso, ¿qué te ha traído aquí? ¿por qué tan apacible y calmado yaces junto a este árbol? ¿por qué no eres como todos los humanos que están en la búsqueda constante de algo nuevo?" El joven no respondió, como respuesta la acercó un poco a él. Ella sintió su aliento, su calor, su piel sudorosa, mojada y maloliente de varios días de quedarse ahí sentado esperando la vida pasar. "Tú dime ninfa azul, ¿Por qué sigues junto a mi sabiendo que mi cercanía te provoca rechazo?" La ninfa azul se turbó, miró su piel y efectivamente, era momento de ir al agua, regresar a su piedra, el hombre le quitaba su belleza y le devolvia su esencia rugosa y áspera. "Ven conmigo" lo invitó la ninfa azul "en el agua estaremos los dos contentos" lo hizo ponerse en pie, pero nuevamente sus pies no le respondían. Ella lo abrazó y con su fuerza de piedra lo impulsó a moverse a conseguir lo que no había hecho en días. "¿Por qué insistes ninfa azul? Yo ya no puedo caminar, yo me debo quedar aquí debajo de este árbol que me ha conquistado" La ninfa sin escuchar, lo empujó nuevamente, y sus músculos tiesos de no moverse en días, empezaron a estirarse. Caminaba lento, suave despacio y calmado como sus carnes suaves se lo permitían; ellas acostumbradas a no moverse, no habían generado los músculos de la voluntad que lo harían cambiar de vida. La ninfa azul seguía empujando, hasta que de pronto se cansó, se fué ella sola al agua y con dulces miradas llamaba al joven, quien postrado en la tierra húmeda, había caído nuevamente. "¿Qué has hecho ninfa azul? ¿por qué me has movido sin mi voluntad? Mïrame aquí postrado en medio camino, yo que estaba tan cómodo debajo del árbol." "Perdóname hombre de hermosa voz, yo quiero estar contigo pero sin arruinar mi esencia, yo requiero el agua para mantenerme joven y no morir hecha piedra eternamente" El joven sin voluntad, comprendió que la ninfa azul quería estar con él. Allí en el pequeño lago nadaron largamente, se rozaban y se tocaban, el joven no quería salir del agua, allí había encontrado el placer que había estado buscando. Sus carnes suaves se arrugaban, se ponían ásperas, pero no importaba, allí junto a la ninfa azul, tenía todo lo que necesitaba.
La ninfa azul se distraía de sus deberes, ya no hacía más su rutina, allí metida en el agua día y noche, recibiendo el placer del joven de carnes suaves y ahora arrugadas por el agua, disfrutaba feliz de la estancia con una persona que le daba todo aquello que necesitaba. Vivían en el paraíso, intercambiando placeres y dejándose seducir en ese elemento tan agradable para la ninfa azul.
Entre nadar y placer, el hombre miraba a la ninfa azul muy cerca, y entre abrazos y besos se contaban su destino: "¿Por qué no me has abandonado ninfa azul? ¿Por qué te quedas siempre conmigo?" "Porque mi destino es ayudar a quien me necesita, mi energía está hecha para dar fuerzas a la naturaleza y tú eres parte de ella, por eso me quedo, por eso te doy aquello que disfruto". El joven la miraba perplejo, su mirada nublada de placer, su miembro henchido por el el contacto de esta bella joven, no comprendía de qué hablaba.
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