Hace dÍas escribí sobre el año 9 y sigo dándole vueltas a ese asunto. Yo pienso que lo importante es vivir en conciencia, lo importante es hacer lo que debés. Lo importante es hacer para que la vida te sonría. Uno debe vivir en paz, para que la desesperanza no nos haga perder el rumbo. Sin embargo, todos los años tienen sus bemoles.
Mi año personal en este momento es 8. Lo he dicho muchas veces, estoy haciendo trabajo espiritual y tristemente creo que allí me quedaré, no habrá ganancias monetarias y eso me angustia. ¿Cómo puede un año 8 ser de levantar cosecha y de compartir si en mi no se cumple? ¿Qué podré compartir si la fortuna no ha tocado a mi puerta? Sin embargo hay cosas peores, cuando uno mira hacia atrás y descubre que el presente se pudo haber evitado.
Me he descubierto perdida. He perdido todo lo importante, los papeles de mi auto, aquél negocio que pensaba importante, el sentido de aquello que parecía sencillo. Hace no menos de un mes, todo iba positivo, sin embargo en este momento me he descubierto en un grave error. He trabajado lo equivocado en el año equivocado. Uno no puede improvisar sin terminar dañando otras partes del cuerpo. Para armar algo que funcione y sólo tengo 7 días, hay que sacarle espacio a otra actividad. Alguna vez lo dije, sólo tengo 10 dedos y cada uno tiene su función. He intentado que uno haga dos o tres cosas, y veo tras algunos meses, que de nada sirvió mi intención, que debo desandar mis pasos y recuperar el camino en que me había quedado.
Recuerdo el mes de julio del año 7. Todo iba muy bien. Mis lecturas funcionaban, mi tele iba fantástica, la sincronicidad mejor, pero entró otra energía en mi vida. Una energía que todavía extraño. Un ser que llenó mi momento de emociones y desapareció. En intento de olvidar y de no repetir la escena, seguí un consejo: "montá un negocio monetario, algo que te distraiga". El año 7 no es para inventar nada, ni tampoco para montar negocios de ninguna especie. En un principio mis dedos funcionaban haciendo varias funciones al mismo tiempo, pero de pronto al paso del tiempo, en que evalúo aquello que he vivido, descubro que estoy cansada. Aquella vivencia era necesaria, pero no debí salir corriendo, escapando de no cometer nuevamente esa falta. Hoy me doy cuenta que debí dejarla pasar, vivir la tristeza y olvidar lo malo para cosechar sólo lo hermoso que ello me había dejado. No debí seguir el consejo de hacer algo nuevo, porque la energía no estaba a mi favor. Es como quien insiste en subir a un barco cuando el mar está picado. Llegará a su destino, si llega, cansado, agobiado, extenuado, porque la energía no estaba para navegar, estaba para mirar el mar moverse, no para adentrarse en él.
Cuando otra energía entra en el año 7, no hay que moverse, no hay que seguir consejos de gente desesperada. Esa energía ajena finalmente se iba a a ir. Hoy se fué y me encuentro inmersa en una serie de elementos tan cansadores como extenuantes. El año 7 es para descansar, es para evaluarse y para recordarse como uno es.
Me vienen a la mente dos ejemplos: uno es el del saco. Uno vive con enseñanzas, y cuando crece debe guardar esas enseñanzas en el saco para que la gente me acepte, para que aquel laburo maravilloso me acomode, para gustar. Por algún motivo, vamos guardando nuestra personalidad y sacando o copiando cualidades que no nos corresponden. Al cabo de los años, cuando la madurez llega a nuestro cerebro, tenemos la oportunidad de recordar aquello que teníamos, aquello que poseíamos y que nos hacía hermosos. Entonces nuevamente vamos al saco, y encontramos como al fondo del placard una remera arrugada de seda que me quedaba hermosa, y nuevamente la cuelgo para tenerla disponible y usarla uno de estos días. Encuentro también un trasto para cocinar que era de material ordinario pero con esa forma tan cómoda que en verdad lo extraño y no puedo dejar de pensar en él cada vez que me pongo a cocinar.
Me contaba mi amiga que está viviendo su año 7, que hace 2 semanas está viviendo como una adolescente, de fiesta en fiesta. Me ha extrañado, la lírica del año 7 dice que no te interesa estar con la gente, que lo que te motiva es estar con vos y nadie más. Sin embargo su situación me ha dado para pensar. Mi año 7 ha sido de soledad feliz, de pensamiento e introspección feliz. No he necesitado de nadie para encontrar todo aquello que encontré, para sentir y vivir todas maravillosas experiencias, porque siempre he sido solitaria. Me encanta la soledad, el sonido del silencio, el mirar un jardín y recibir el viento en la cara. Por otro lado, mi amiga, siempre ha estado en la fiesta. conoció a su marido en un bar y cuando se casaron y tuvieron chicos, dejaron de asistir a ellos. Ahora que ha pasado en fiestas, se ha reencontrado. Su personalidad vive en la fiesta, ella metida en una casa a la luz del día, se apaga. Su ser feliz es en una fiesta, su ente sensual despierta en una fiesta y eso es maravilloso.
El sentido del año 7 es reencontrarse a sí mismo para seguir viviendo plenamente. Es hacer aquello que nos dicta la conciencia porque ella es la única que día a día nos habla y nos dice cómo nos sentimos.
El año personal 7, es de reencuentro, de introducirse en el saco y vaciarlo completamente, para repetir aquello que éramos y de quien nos enamoramos, quien nos hizo una persona de éxito y quien nos enseñó a vivir. Tal vez tengamos o encontremos recuerdos tristes de infancia, pero ya desde el punto de vista adulto, tengamos la capacidad de resolverlos, con la experiencia de nuestras vivencias, aquellos traumas infantiles podrán ser limados, limpiados y consolados. Llorados y calmados. Tendremos 11 largos meses para elaborar esas pérdidas que hemos venido evitando por temor a tocar nuestro dolor.
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