Otra vez ansiosa y nerviosa, sentía que algo pasaría, moviendose de un lado a otro de la casa, mirando el televisor, nada funcionaba como esperaba, como debía. La ansiedad la llevaba a comer: su peso subía y subía. De pronto se descubría una gorda de 100 kg en el espejo y se ponía a llorar, otra vez la dieta, a la comida magra, a la comida diet, light, otra vez a sufrir con la báscula. Ahora la ansiedad era bien reconocida, era la ansiedad a no subir de peso, a bajar esos tantos kilos que le sobraban y que subían y subían con cada acción que realizaba. Ya no era el quedarse mirando el televisor, era el correr en la plaza hasta las altas horas, para bajar esos kilos de mas. La ansiedad la libraba corriendo. Hacía pesas en el gimnasio, de esta forma conseguía bajar y reafirmar lo poco que bajaba.
Esa vida de correr siempre tras algo, a veces tras un fantasma que la asediaba, sentir que algo andaba mal sin saber qué. Un día lo descubrió pero no sirvió de nada. Lo que otrora fuera felicidad, hoy era ansiedad; hoy era estres por no saber que sucedía. La puerta a su entrada estaba cerrada. El no se le permitía entrar. El ya no era bienvenido en su casa, pero el se metía por la ventana, por las rendijas entre las maderas, no había manera que su energía no entrara a robarse su tranquilidad y su diario vivir. Hombre injusto y egoísta no sabia que su insistente posesión solo la hacía llenarse de ansiedad y de dolor. El lo sabía, el sabía que ella pensaba todo el día en él, pero le había lastimado tanto que ya no era permitido entrar por esa puerta.
El era un bandido un hombre lleno de rencor y de dolor. Una vida mal llevada que lastimaba a todo aquél que se le acercaba. Robaba lo que había cerca, cualquier cosa era buena. A veces comida, a veces dinero, otras alegría, otras paz. Ella lo descubrió. Ella un día lo encontró mientras corría en su entonces moderado sobrepeso de 70 kg. Ellos todos los días corrían juntos, hasta que el empezó a aburrirse de su compañía y en vez de correr juntos, le presentaba deliciosos manjares para que ella en vez de correr se sentara a comer. La introdujo con malas amistades, todas las que la harían a ella caer en el vicio. El era una mala persona. Cuando uno nace en una cuna de dolor, crece sembrando dolor alrededor. Ella era la víctima del momento.
Ahora ella corría de ansiedad porque pensaba en él, quería correr con él y con su fantasma corría todo el tiempo. Sin embargo cuando el buscaba alegría se acercaba a ella y en su energía le quitaba la `paz tan anhelada. Ella comía en desesperación, en la búsqueda constante de aquella paz que su pensamiento le quitaba. Así, con lágrimas en los ojos, miraba la báscula nuevamente en 100 kg. El bandido había logrado entretenerse, la había hecho comer y descansar hasta el hartazgo. El sonreía de placer de verla llorando por los rincones y nuevamente con su constante tenacidad corriendo para bajar aquellos kilos que comiendo por ansiedad había adquirido.
Aquel pensamiento alguna vez tan apaciguante, tan agradable, aquella sensación de compañía y felicidad, aquel simbolo que renacía cada día en los colores del arco iris, ya no existían. Una persona descentrada, enferma de envidia no sabía qué hacer sin la paz que esa gorda le proporcionaba. Ese bandido alguna vez centrado y eancauzado en los nobles destinos de un hombre que sabe que va por el camino correcto, de pronto perdido al errar el camino y llevarse en su mal humor y sentido la inconsciencia de una mujer que en ansiedad vive la vida.
Esa vida de correr siempre tras algo, a veces tras un fantasma que la asediaba, sentir que algo andaba mal sin saber qué. Un día lo descubrió pero no sirvió de nada. Lo que otrora fuera felicidad, hoy era ansiedad; hoy era estres por no saber que sucedía. La puerta a su entrada estaba cerrada. El no se le permitía entrar. El ya no era bienvenido en su casa, pero el se metía por la ventana, por las rendijas entre las maderas, no había manera que su energía no entrara a robarse su tranquilidad y su diario vivir. Hombre injusto y egoísta no sabia que su insistente posesión solo la hacía llenarse de ansiedad y de dolor. El lo sabía, el sabía que ella pensaba todo el día en él, pero le había lastimado tanto que ya no era permitido entrar por esa puerta.
El era un bandido un hombre lleno de rencor y de dolor. Una vida mal llevada que lastimaba a todo aquél que se le acercaba. Robaba lo que había cerca, cualquier cosa era buena. A veces comida, a veces dinero, otras alegría, otras paz. Ella lo descubrió. Ella un día lo encontró mientras corría en su entonces moderado sobrepeso de 70 kg. Ellos todos los días corrían juntos, hasta que el empezó a aburrirse de su compañía y en vez de correr juntos, le presentaba deliciosos manjares para que ella en vez de correr se sentara a comer. La introdujo con malas amistades, todas las que la harían a ella caer en el vicio. El era una mala persona. Cuando uno nace en una cuna de dolor, crece sembrando dolor alrededor. Ella era la víctima del momento.
Ahora ella corría de ansiedad porque pensaba en él, quería correr con él y con su fantasma corría todo el tiempo. Sin embargo cuando el buscaba alegría se acercaba a ella y en su energía le quitaba la `paz tan anhelada. Ella comía en desesperación, en la búsqueda constante de aquella paz que su pensamiento le quitaba. Así, con lágrimas en los ojos, miraba la báscula nuevamente en 100 kg. El bandido había logrado entretenerse, la había hecho comer y descansar hasta el hartazgo. El sonreía de placer de verla llorando por los rincones y nuevamente con su constante tenacidad corriendo para bajar aquellos kilos que comiendo por ansiedad había adquirido.
Aquel pensamiento alguna vez tan apaciguante, tan agradable, aquella sensación de compañía y felicidad, aquel simbolo que renacía cada día en los colores del arco iris, ya no existían. Una persona descentrada, enferma de envidia no sabía qué hacer sin la paz que esa gorda le proporcionaba. Ese bandido alguna vez centrado y eancauzado en los nobles destinos de un hombre que sabe que va por el camino correcto, de pronto perdido al errar el camino y llevarse en su mal humor y sentido la inconsciencia de una mujer que en ansiedad vive la vida.
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