miércoles, 8 de mayo de 2013

Una cita con el destino

Miro tus ojos ardientes
ardientes? o ardidos
Veo tus ojos enojados
me gusta cuando sonríen,
no cuando enojan

Cuando veo tus ojos enojados solo emiten el profundo sentir de tu alma. Hay cosas que no están sucediendo como esperamos, hay proyectos que no están fluyendo y queremos que sucedan, que funcionen. A pesar de que esperamos y confiamos en Dios, muy en el fondo los ojos dicen que en verdad están esperando en si mismos. Los ojos que hablan con enojo, solamente emiten tristeza, la tristeza de aquello que se desea y no se obtiene, cuando uno debería hacer aquello que debe y no puede, cuando uno debe esperar en algo que no tiene un final próximo es cuando enoja y cuando desespera.

No quiero deseperar, sin embargo ¿cuanto puedeo esperar? ¿que puedo mover para asegurarme que estoy en el camino correcto y no llegaré tarde? No hay manera de llegar tarde al destino. El destino es como la muerte. Hay quien dice que no estamos predestinados, que tenemos la opción de elegir entre lo que más nos conviene. Sin embargo hay momentos que no podemos elegir hay momentos que por más que escapemos, nos llegarán porque nos tocan, es como la hora de comer. Si la sopa está caliente y servida en la mesa, ¿por qué irme a una reunión? es hora de comer, es mejor a largo plazo hacer lo que debo aunque aplace otra cosa. Estas llamadas del destino, se presentan de diferentes formas, pero al final tienen la misma cara, vienen con diferente envoltura pero al abrirlos son iguales a aquello que en ese momento rechazamos.

Hay una historia que parece cuento. Está un hombre en Zaragoza en la plaza y se encuentra de frente con la muerte. Este toma un caballo y sale disparado a la ciudad vecina. Va apuradísimo y llegando a la ciudad se encuentra con un amigo -"oye qué haces, de donde vienes tan apurado?" le pregunta el amigo -"Es que me encontré con la muerte en Zaragoza y tomé mi caballo para escapar de ella, ahora necesito esconderme" Sigue galopando, el caballo se tropieza con un agujero en el piso y cae el jinete muriendo al instante. Entonces llega la muerte y dice "justo a tiempo, yo tenía una cita contigo en la ciudad vecina a Zaragoza" -"Pero por qué te asustaste cuando me viste en Zaragoza?" -"Porque yo sabía que aquí era la cita contigo y no esperaba encontrarte en Zaragoza" El hombre tomó su caballo para encontrarse con la muerte en el lugar indicado.

De la misma forma son las cosas importantes: un trabajo, un matrimonio, un hijo. No hay manera de escapar de él, lo importante es la forma en que la tomamos. Si una vez que la vemos venir, nos preparamos y la afrontamos, la viviremos correctamente y no será un carga que tengamos que aceptar sino una bendicion que nos lleve a la felicidad de la vida diaria.

Cuando mis ojos duelen, escucho mi corazon. Me dejo llevar y me pongo unas gotas en los ojos, no puedo vivir con el enojo de no poder ver bien lo que se me esta presentando. 

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