sábado, 11 de mayo de 2013

Desesperado

vuelve

Aceptación, Fecundidad, Desolación. De abajo para arriba son las últimas etapas del duelo. Esa persona ya murió, nunca mas volverá y nunca mas será porque está 20 metros bajo tierra. Uno quisiera ir a acompañarla, aunque sea en ese lugar, uno quisiera irse a morir con ella porque las cosas ya no tienen sentido, porque la desolación te acompaña, porque ya no hay mas que hacer, porque lo único que se te ocurre es llorar y tirarte a dormir cada noche con el deseo de no amanecer. Sin embargo una hora después uno descubre que esa pérdida te ha llevado a algo bueno, tal vez la ansiedad por olvidar que ya no está, te ha vuelto ordenado. A mi me pasa, que cuando estoy enojada, ordeno mi casa, y entonces en la medida de la velocidad en que subo y bajo me empiezo a preocupar porque me doy cuenta el nivel de enojo que traigo. Porque tras subir y bajar, guardar y tirar, termino como si hubiera hecho un maraton y subido el everest en una hora. Acabo acabada, valga la redundancia. Ahí es donde yo aplico la fecundidad de una pérdida. Todas las pérdidas tienen que terminar en algo bueno. Perder un trabajo debería hacerle pensar qué hizo mal para perderlo, o tal vez si por el recorte de personal uno ya no fue mas favorecido es pensar, "cuando se cierra una puerta, se abre una ventana", todas las pérdidas deben tener fecundidad, para que finalmente llegue la aceptación.

Aceptación, es cuando comprendes que esa persona no va a volver, que la pérdida que se puede igualar a una cortada, ya es sangre coagulada hecha costra y esa costra puede todavía estar muy presente, o simplemente haber dejado la marca de una cicatriz. La cicatriz de haber vivido algo que te dejó algo bueno, que te hizo aprender algo de vos, que te ha ayudado a ser mejor persona solo por el hecho de haber vivido esa experiencia. Sin embargo la aceptación es a veces muy fuerte, y a veces se regresa a desolación, pero ya es la desolación de extrañar, la de desear que aquello no hubiera pasado, pero la capacidad de cambiar de actividad porque ya no merece la pena pasar nuevamente la ruta de las làgrimas. Ya lloraste, ya culpaste, ya hiciste todo en tu tristeza en tu ruta de llanto y perecer. Ya no tiene sentido  volver a morirse en desolaciòn. Es cuando la aceptación viene a presentarse como en un amanecer que empieza a despuntar. Un amanecer que en la lejanía empieza a presentar algunos rayitos de luz que de a poco van llenando tu espacio de visibilidad completa. La desolación de quien está desesperado no es eterna, cuando se ha trabajado correctamente la ruta, esa desolación, esa desesperación, solo será el sentido de aquello que pronto me sacará del infierno, que pronto me mostrará un camino de felicidad.

Yo extraño, yo no puedo dejar de pensar que quisiera que volviera, pero ¿como va a regresar de la tumba? Ya no puede, ya terminó ese ciclo con vos y consigo y con toda la humanidad, esa persona yace a 20 metros para desaparecer definitivamente al deshacerse sus huesos entre la tierra a volver a formar parte del polvo de la naturaleza. Esa persona que yo tanto quiero ya no es mas y yo no quiero irme a 20 metros a seguirle. Hay un dicho que cuenta "murió a los 50 y lo enterraron a los 70". Esa historia es la de un hombre que perdió a su hijo y se fue a morir con el en vida. Ya no encontraba sentido de vida, pero su destino no estaba aún terminado y todavía le quedaron 20 años de vivir triste y desconsolado, deseando cada día morir. Ese día que finalmente comprendió que su hijo ya no viviría más, fue al médico porque había decidido que ya podría vivir, y allí le diagnosticaron cancer. El hombre moriría en poco tiempo y le dedico sus últimos 20 años a una persona que no lo valoró, que no lo sintió y que finalmente ya había terminado su ciclo de vida.

Yo creo que todos los que pasan la ruta de las lágrimas en cada pérdida debería pensar así, esa persona ya no siente que lo extrañe, porque ha muerto, porque ya no es más ni está mas conmigo. Entonces nos apresuraríamos a encontrar fecundidad en las pérdidas. La ruta de las lágrimas no se puede apresurar, se debe tomar con el tiempo que cualquiera toma una comida o bebe un vaso de agua; no me ha saciado si lo bebo rápido o si lo como rápido, simplemente me dolerá el estómago y sentiré una piedra que acabo de ingerir. Se debe disfrutar con calma, aunque tome mas de lo que uno quisiera, aunque sea  mas largo de lo que uno pudiera aceptar, aunque uno crea que llorar así será eterno y no aguantará, aunque el corazón duela y lastime.... hay que aguantar, vivir cada etapa porque si uno se apresura el mismo cuerpo, mente o donde quede guardada esa tristeza, la vendrá recordando a través de los años. Tal vez en unos años tenga otra pérdida y sufra ambas, la que no vivió en calma y la nueva. Yo me pregunto ¿como tolerara alguien dos crisis juntas? ¿o tres? ¿o las de toda una vida? eh ahí el detalle. Hay que sufrir cada una como corresponde para ir creciendo y haciendose mejor persona. 

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