martes, 22 de abril de 2014

LOS ARBOLES TALADOS

Mi tristeza de hoy es de impotencia. Han tirado unos árboles. ¿Por qué les molestan los árboles si son hermosos? ¿qué pensamiento podría llevarlos a decidir que quitar árboles es agregar belleza? ¡Que quieren poner una fuente! No me interesa una fuente, me gustaba el árbol. Ese árbol que cada día me saludaba al asomarme por la ventana, ése que me dejaba fuera de la vida de los vecinos. Sus ramas antiguas tapaban todo el vecindario, todos los pisos alrededor, quedaban invisibles, detrás de las ramas de estos tres árboles. De pronto, nada, ni sombra, ni discreción, ni belleza. De pronto algo hermoso es destruido, en pos de una decoración de piedra, una decoración o tal vez nada.

Voy de acuerdo que posiblemente las raíces estaban rompiendo alguna estructura del edificio, tal vez los pozos de agua estaban siendo perforados por las raíces, o tal vez estaban desbalanceando los cimientos. Sin embargo, no es una razón para quitar la belleza de la naturaleza.

He llegado hoy ya noche. Había demasiada luz en ese espacio que normalmente está oscuro. Había tanta luz, que no percibía exactamente qué sucedía. Observé una malla metálica que normalmente no se observaba, y junto a ella, la copa del árbol rebanada, no había ramas que taparan la malla. Después miré el suelo, los árboles ancestros, antiguos, añejos, no estaban más. No eran hermosos, yo hubiera preferido unos robles, pero vivían aquí antes que yo, y por derecho de piso, merecían permanecer, pero no, a cambio de respetarles su espacio, me han dejado algo horrible desde mi ventana. Algo inarmónico, desagradable. No comprendo por qué han quitado esos árboles.

Yo no comprendía por qué mi tristeza, había sido un día hermoso, algo movido, muchos cambios de casa y mucha ruta, pero había sido un día muy feliz; mi tristeza, era la impotencia de saber que aunque me queje, ellos están muertos, ellos ya no me acompañarán más, y aunque planten otros nuevos, ya no serán los mismos, ya no me acompañarán en mi ventana, ni darán sombra a mi auto. Todavía deberán crecer y desarrollarse. En verdad qué impotencia no poder resolver algo que era hermoso, algo sencillo que la naturaleza me había dado y que yo aceptaba, un poco desprolijo, pero finalmente natural, regalo de Dios, arrancado de raíz y quitado de aquí porque no cumplía la especificación de algún "diseñador de espacios".

Sin embargo, hicieron caminos, y metieron comodidad al caminar, lo cual es agradable, sin embargo, yo me puedo adaptar a la naturaleza, con tal que podamos convivir. Así asumo que pondrán algo lindo, una fuente o tal vez otro árbol ahora que me queje, pero mientras tanto, no habrá afuera de mi ventana unas hermosas copas de árboles que me dejen discreta de mis vecinos. 

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