jueves, 29 de marzo de 2012

Un poco de amabilidad y cortesía

Este día había sido emocionante, cada momento había sonreído. Esta mañana había hecho una excursión al campo, me encontraba en una ciudad que no es la mía, en una campiña nueva. Era muy divertido encontrar toda esa gente nueva, especialmente a aquel joven con hermosos ojos que parecía que mis persona temblaba cada vez que se cruzaban nuestras miradas.

Así pasaba el ascenso, yo charlando y el joven alejado. Yo miraba su actitud silenciosa. Sus movimientos pausados pese a la caminata, sus brazos armónicos pese a hacer un comentario a alguien que pasara a su lado. Yo caminaba y caminaba, pero de pronto me cansé y bajé el paso. Algunos amigos me acompañaban, pero el joven de los ojos hermosos se alejó caminando a gran velocidad. Descubrí que era un gran atleta porque mientras más caminábamos más rápido alzaba el paso.

Cuando llegue a la cima charlaba felizmente con mis amigos y de a poco se me fue acercando el joven de los ojos hermosos. Mi amigo Gabriel no se alejaba, el estaba al pendiente de mi, ya me conoce, me engancho con lentitud y para cuando estoy más eclipsada, la razón del enganche, el hombre enamorado, ya se fue. El siempre me acompaña, me recuerda y me dice "cuidado, este viene a picar flor, no lo vas a alcanzar" o tal vez "este si te alcanza, su conquista es lenta", yo creo que ese amigo es mi angel de la guarda porque me cuida cuando ve que me puedo caer.

Mi amigo Gabriel, charlaba también con nosotros y con tacto me dijo "cuidado, no lo vas a alcanzar" y se alejó, el me conoce y me observaba como la mirada de este hombre me envolvía. A los pocos minutos ya se acercaba, tocaba mis manos. De pronto tuve un temor y con cuidado me alejé. Esperaba que Mauricio, el joven de los ojos hermosos, me siguiera, pero su respuesta fue contraria a mis expectativas. Empezó a ser amable con cada mujer que se acercaba a charlar, a mi me miraba de lejos y en vez de sonreír me mostraba su espalda.

Yo no entendía, hacía solamente unos minutos era todo amabilidad conmigo y ahora, la única ignorada era yo. Yo en un intento por mostrar interés me acerqué a un grupo de mujeres cercano a él, quien parecía ya estar ciego, la única mujer que no veía, era a mi, la única a la que ignoraba era a mi. Con cuidado me acerqué  a él y le dije: "dije algo que te molestara? percibo gran descortesía de tu parte" El no esperaba que yo lo confrontara "no, en absoluto, es solo que me gustas demasiado y no tengo nada para darte." Yo no esperaba esa respuesta, la única intervención que tuvimos fueron unas cuantas palabras, unas miradas, y con eso me dio el valor de "la inalcanzable"?

El estaba por distraerse, una mujer se acercaba y lo atraería entonces lo tomé de la mano y le dije: "en este momento todo lo que tienes para darme lo traes contigo, mírame, respóndeme, conquístame y al bajar de este lugar, me olvidas.  Me gustas por como me miras, no cuando me ignoras, me gusta tu tono de voz, me disgustas si no me hablas, me agrada que atiendas a cada una de mis frases. Ahora estás aquí conmigo y me puedes dar todo lo que te he pedido: atención, cortesía, bondad. Mañana, en unas horas habrá alguien más por quien serás amable, pero en este momento, atiendeme a mi."

Como respuesta me tomó de la mano, me sonrió y me dio el lugar especial entre toda la gente que lo buscaba.

Así con la misma felicidad que subía, yo bajaba con mi amigo Gabriel charlando felizmente. El me escuchaba en silencio, finalmente con voz sonriente me dijo: "ese hombre te transformó, lo conquistaste y lo soltaste, te enganchaste en el momento y así de fácil te desenganchaste".

Así ese día terminaba especialmente mejor porque mi felicidad me mostraba que estaba aprendiendo a brincar los problemas, estaba aprendiendo a no atorarme en aquello que no me funciona y yo insisto en que quede según mis expectativas. Sonreía porque finalmente estaba conociendo el poder que tiene el confrontar a un hombre que pudiendo ser especial, hubiera preferido quedarse en un  picaflor  por temor a no vencerse a si mismo.




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