Esto era diferente, esto hablaba de traición, una directa y desmedida, una que él no se esperaba, y pese a su prepotencia, no sabía exactamente qué hacer. Aquí, por error, habíase montado una guerra sin cuartel, una guerra de uno a uno, cuando la intención inicial era la de acusarlo por maltratar a los pequeños. Ahora la cosa se ponía peor, ¿Qué temía tanto él sobre su acusación directa? ¿Acaso ella tenía más fuerza y él no sabía qué hacer con ella? ¿Acaso ella sabía de esa fuerza? "Crea penas y vencerás" dice un proverbio. "No hay pruebas, no tienes un sólo moretón, yo no tengo nada que temer de tu infamia" le gritó con afán de ofender. Ella desconocía el contenido de esa carta, no lo había revisado al enviarla y ahora tenía un elemento en contra. Aquello que ella pensaba sería muy simple, porque había evidencia, ya no era tema de querella ahora era ella contra él, ahora eran las dos fuerzas que no sabían cómo enfrentarse sin matarse. No se había montado evidencia sobre la guerra de ellos dos, la evidencia mostraba a un pequeño lesionado, tristemente atacado por un hombre, que abusando de su fuerza, había tenido a bien "corregir" a su hijo enfermo a la manera del tiempo de la inquisición, dejándole profundas marcas en su cuerpo endeble.
Ella no le advirtió nada, simplemente llevó al pequeño ante las autoridades, y al mismo tiempo, le pidió a él que no le pegara más con el cinturón, cosa que él aprendió a detener con inteligencia. Sin embargo, su ansia de poder, se relajaba, se libraba a través de esta maldita arma, y procedió al maltrato psicológico. "¿Qué este hombre no tendrá freno?" pensaba ella para sí. "¿por qué no entiende que no es correcto abusar de cualquier persona sin importar su edad?" Ella recordaba bien, todo el maltrato recibido años atrás, cuando en ingenua inocencia, habiase entregado a este hombre magnífico, aunque no bien parecido, si muy agradable y divertido, un hombre adinerado, que prometía una vida llena de placeres y comodidad, una vida promisoria plena de todo aquello que ella no había tenido. Ella ingenuamente, pensaba que un hombre así, la podría hacer muy feliz, y pese a que tenía grandes dudas, se entregó a él.. El maltrato a ella, no tardó en aparecer, las constantes violaciones nocturnas, tras mirar aquellos escandalosos programas pornográficos, que le daban a él el placer, que le hacían turbar su cuerpo al lado del de su esposa, que dormida yacía hacía tiempo, para después terminar de abusar de éste cuerpo dormido, abusando de ella, sin una caricia previa, sin una acción incitante, simplemente ella debía recibir todo lo que otra, a través de una pantalla de televisión, había sembrado.
Ella recordaba con tristeza esos primeros años, ahora al ver a su pequeño dolido. Ella sabía lo que se sentía estar defraudada del hombre que admiras, ella miraba a su pequeño, quien cabizbajo, con el peso en los hombros doblados hasta formar una L, cargaba la desventura de tener un padre abusador. Ella era cómplice de él, ella, al no defender al pequeño, por temor a que ella terminara igualmente golpeada, no lo defendía, pero pese a que se le encogía el corazón, ella era cómplice tácita, cómplice irreverente contra el pequeño.
No podía haber tantos errores, tal vez faltaba información en esos papeles, pero él no sabía con precisión de qué trataba aquéllo. En su rostro iracundo, deseaba las peores bajezas para esa mujer que él habría ya golpeado alguna vez, contra esa mujer que él esperaba sojuzgada. Ahora, las cosas se le complicaban, ahora él tenía que afrontar un delito, por sorpresa, sin que nadie le hubiera aclarado con anterioridad ignorando que estaba actuando con dolo.
"Si no te desistes de esta orden, te vas a arrepentir de haber nacido" le dijo él en colérica explosión, esperando que su método avasallador antigüo, continuara haciendo efecto. Ella se mantuvo impasible, él no podía seguir teniendo la fuerza irresponsable en sus manos, sin que una autoridad le impusiera algún castigo, ella sabía que sería un largo andar, pero impasible quedó pasando largas noches de agonía, inciertas, sin saber si Dios le ayudaría contra este hombre de mal corazón.
Ella no le advirtió nada, simplemente llevó al pequeño ante las autoridades, y al mismo tiempo, le pidió a él que no le pegara más con el cinturón, cosa que él aprendió a detener con inteligencia. Sin embargo, su ansia de poder, se relajaba, se libraba a través de esta maldita arma, y procedió al maltrato psicológico. "¿Qué este hombre no tendrá freno?" pensaba ella para sí. "¿por qué no entiende que no es correcto abusar de cualquier persona sin importar su edad?" Ella recordaba bien, todo el maltrato recibido años atrás, cuando en ingenua inocencia, habiase entregado a este hombre magnífico, aunque no bien parecido, si muy agradable y divertido, un hombre adinerado, que prometía una vida llena de placeres y comodidad, una vida promisoria plena de todo aquello que ella no había tenido. Ella ingenuamente, pensaba que un hombre así, la podría hacer muy feliz, y pese a que tenía grandes dudas, se entregó a él.. El maltrato a ella, no tardó en aparecer, las constantes violaciones nocturnas, tras mirar aquellos escandalosos programas pornográficos, que le daban a él el placer, que le hacían turbar su cuerpo al lado del de su esposa, que dormida yacía hacía tiempo, para después terminar de abusar de éste cuerpo dormido, abusando de ella, sin una caricia previa, sin una acción incitante, simplemente ella debía recibir todo lo que otra, a través de una pantalla de televisión, había sembrado.
Ella recordaba con tristeza esos primeros años, ahora al ver a su pequeño dolido. Ella sabía lo que se sentía estar defraudada del hombre que admiras, ella miraba a su pequeño, quien cabizbajo, con el peso en los hombros doblados hasta formar una L, cargaba la desventura de tener un padre abusador. Ella era cómplice de él, ella, al no defender al pequeño, por temor a que ella terminara igualmente golpeada, no lo defendía, pero pese a que se le encogía el corazón, ella era cómplice tácita, cómplice irreverente contra el pequeño.
No podía haber tantos errores, tal vez faltaba información en esos papeles, pero él no sabía con precisión de qué trataba aquéllo. En su rostro iracundo, deseaba las peores bajezas para esa mujer que él habría ya golpeado alguna vez, contra esa mujer que él esperaba sojuzgada. Ahora, las cosas se le complicaban, ahora él tenía que afrontar un delito, por sorpresa, sin que nadie le hubiera aclarado con anterioridad ignorando que estaba actuando con dolo.
"Si no te desistes de esta orden, te vas a arrepentir de haber nacido" le dijo él en colérica explosión, esperando que su método avasallador antigüo, continuara haciendo efecto. Ella se mantuvo impasible, él no podía seguir teniendo la fuerza irresponsable en sus manos, sin que una autoridad le impusiera algún castigo, ella sabía que sería un largo andar, pero impasible quedó pasando largas noches de agonía, inciertas, sin saber si Dios le ayudaría contra este hombre de mal corazón.
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