Lo que continuó fue el silencio, nada se decía, ella se durmió y él enojado pensaba con sed de venganza cómo ejecutar la traición, la revancha.
Ella estoica, no dijo nada, "no me desisto!" fue su última palabra, que resonaba en su cabeza, mientras ella intentaba dormir. Pasaban las horas, y maquinaba qué hacer para ganar esta batalla, para tener el mundo a sus pies como hasta ahora. Pasaban las horas, y aunque no lloraba, tampoco estaba en paz.
Empezaba el día, y aunque trataba de estar tranquila, esperando una estocada, ésta no venía. Qué atroz espera. Él no era así, él atacaba y atacaba siempre y continuamente, él un hombre poderoso, sabía dejar a sus inferiores acabados, sin deseo alguno de que volvieran a oponerse a él. Ella acostumbrada a esto, esperaba el momento. Hacía la vida como si nada, ... finalmente, para encontrar una salida, para liberar algo guardado, decidió tomar un baño. Todo era soledad y angustia, pero ella estaba tranquila, lo estaba haciendo por sus hijos, y algún día se los agradecerían, pero.... y así el dolor terminó con ella. Saliendo de la deliciosa cascada caliente, relajante, abrió la puerta al frío, al abrir la cortina y proceder a secarse con la toalla. Gruesas lágrimas corrían de sus mejillas, mientras en dolor lloraba, mientras en dolor adolorido, pugnante, lastimero, lloraba. Ella lloraba fuerte, nadie la oía, pero ella se veía doblándose hacia adelante, como quien intenta proteger su corazón. "Esto no es justo, yo no soy culpable, él me obligó y tengo que expresar mi sentir, tiene que entender que no estoy feliz de haber tomado esta decisión". Así envolviéndose en una vieja bata de baño, la vieja bata que venía usando desde que había nacido su primer bebé, y en el que ella acurrucaba y secaba tras haberse bañado al mismo tiempo, allí se envolvió y procedió a escribirle. Ella no podría enfrentarlo, él le daría la espalda, ella lo confrontaría con su dolor, y él se vería expuesto, débil y herido. Pero las cosas le fallaron, él en silencio había entrado al cuarto de baño y al escucharla llorar la vino a atacar:
-De modo que ahora lloras, llora más para que entiendas que a mi no se me ataca. Te va a salir muy caro, no te voy a dar dinero porque una mujer traicionera merece vivir en la pobreza.
- Pero yo sólo intento que nuestra familia viva feliz, que tu cambies para bien. ¿En qué voy a ahorrar ahora sin el sustento obligatorio que tu me debes dar ? Tal vez deba ahorrarme el transporte del niño y no enviarlo a la escuela". y al decirlo las lágrimas brotaron nuevamente de sus enrojecidos ojos. "ya ha sufrido bastante, para todavía llevar el peso del abandono escolar."
-Haz como quieras, yo estoy actuando en plena justicia, no merezco pagar y que me peguen. , y sus ojos saltaban chispas mostrando su sarcasmo atroz, su beligerancia militar porque en el fondo supone que es mentira todo lo que ella dice. Ella intenta calmar su agotada respiración, la sorpresa de encontrarselo cara a cara, de no poder llorar y desahogar su pena en soledad, hallando de esta forma la paz anhelada, en defensa propia, tratando de justificar sus actos decía
-Tú no sabes lo que es vivir ese infierno: hace 6 meses me siento entre dos aguas, la de cuidar a mis hijos, y la de denunciar a su padre, me siento mal por tener que pedir ayuda a un tercero porque mi marido es tan orgulloso, que no tiene la capacidad de aceptar sus errores, que en vez de decir "me equivoqué" diga, "me las vas a pagar".
El arruga la frente en tono de burla, tal vez ella diga la verdad, tal vez él sea exagerado al educar a sus hijos, pero al verla en desigualdad le dice
- Haces muy bien en temer, ¿Recuerdas la Guerra de los Roses, donde ninguno cede?, ¿donde cada uno quiere ganar la mitad del otro, con el peligro de que el otro abuse de la buena voluntad, del espacio franqueado que ha dejado el otro.? Prepárate para algo así, tú eres una débil mujerzuela y no tienes derecho a nada, ni a quejarte ni a pedir ayuda, eso sólo lo decido yo". Ella miraba sus ojos chispeantes, encolerizados, contenía la respiración y torcia la cara recordando esas horribles escenas, en la que ambos termina muertos al colgarse del candil. Intentando continuar calmada, decía
- Tú no sabes lo mal que me he sentido todo este tiempo, cuando te pedí que dejaras el cinturón, y ver que tus promesas no son cumplidas, por ver que el cinturón haya sido suplido por la amenaza de quitarlo, por el sarcasmo y la burla intentando inducir miedo.
- "Yo he cambiado mucho, estoy haciendo mi mejor esfuerzo". Ella al oír esta respuesta envilece, su llanto se torna en enojo, su cara antes triste por las lágrimas, se encona, se torna roja como tomate
- ¿Cambiar? ¿No te parece muy tarde? ¿No te duele tener que decir que tu hijo con ADD no hace deportes porque no le gustan, porque prefiere los videojuegos, cuando sabemos de sobra que ellos son solamente una escondite, y refugio para su incapacidad de socializar como los niños de su edad?. No sabes la tristeza que me da ver a otros en el club, socializando, teniendo amigos, mismos niños que yo veía entrar de la mano de su papá, orgullosos porque compartirían el día con él. Si quieres exagerado, si quieres sobre-protegidos, pero hoy, esos niños son unos adolescentes con amigos, adolescentes que pudieron continuar en sus clases, que en sus tardes libres, veían a sus compañeras de natación o de tenis, y que hoy, son grandes amigos. Yo no puedo quedarme quieta, mirando cómo mis hijos se quedan inmaduros, sin saber cuál es la razón, si son inteligentes y capaces, ¿por qué ellos no pueden tener amigos?" dice ella moviendo las manos mostrando la impotencia de quien no ha podido conseguir aquello que más quería
-y eso qué mas da. Si no tienen amigos es porque no saben ser sociables, porque son idiotas, no tengo nada que ver en ello. Contesta él con desinterés. Ella abre los ojos tanto que no le caben en la cara, pese a lo hinchados del llanto y de la cólera, toman un tamaño desproporcionado
- ¿cuándo has pasado un día con tus hijos haciendo deportes? Ese amigo de Salvador, también retraído como nuestro hijo ya tiene amigos, ya está actuando como niño normal ¿cómo crees que lo ha logrado?. Y al decirlo, cierra la boca con dureza pone los brazos como jarras en sus caderas "es que su papá lo apoya, es que su papá es un bonachón, que tal vez algún día no sea respetado, pero que hoy, está haciendo de su hijo un campeón. Un padre que llegaba temprano de trabajar, para hacer kickboxing con su hijo, a quien ahora tiene el gusto por hacer ejercicio y baja sólo al gimnasio, sin que nadie le esté diciendo, porque al estar con el buen ejemplo de su papá, el buen modo, el papá fácil y simple, aprendió el beneficio que da el deporte y aunque sea bicicleta estática, no lo tienen que estar acarreando para que lo haga".
Y al decirlo nuevamente se suelta llorando sintiendo que todo el mundo se le ha caído encima, porque la forma militar del padre lo ha vuelto un chico temeroso. El hombre un poco más calmado sólo la mira, se siente en desventaja, ella tiene razón. Así ella envalentonada continúa su reproche condenatorio.
-Me preocupa que el día de mañana mis nietos sean maltratados como lo fueron sus padres por ti, como aprendieron de ti la forma maldita con que se trata a un hijo, la sonrisa sarcástica y la burla consistente de quien enseña a un hijo que sólo sirve para la basura. No sabes el coraje que me da, ver la falta de caridad con que los tratas, ver la proyección que tienes de ellos, y ver tu desesperación de descubrirlos como unas cosas horribles, porque no responden a la velocidad que tu deseas." Él la interrumpe, no tolera que critique ella a sus padres. Colérico se enfrenta a ella con la actitud de pegarle. Ella retrocede, pero es momento de cambiar,
-¿Nuevamente me vas a pegar? Como no tienes argumentos que te salven ¿acudes a los golpes?" Respira y continua "es que sólo sé hablar a través de lo que veo, no puedo imaginar que tú desees golpear a tus hijos, a menos que eso es lo que hayas recibido". El la mira con recelo, lo que dice tiene sentido, no quiere aceptar que su padre le ha golpeado, le duele recordar esa tristeza. Ella continúa, con la bata abriéndose por el movimiento, deja ver la desnudez total que le cubre la bata, y con calma, intentando mirarlo a los ojos continúa hablandole. "Si te queda un poco de decencia, de cordura, de sensatez, de todo aquello que necesitan los recursos humanos para llevar correctamente una empresa, piensa que esto no lo he hecho para perjudicarte, ni para querer cobrar revancha. Lo he hecho en desesperación por ver que tú y tu orgullo van por encima de todo el mundo, van por sobre el amor y el honor de los niños, van sobre la autoestima de aquellos que son seres prestados. No son tuyos, Dios te los dio, para que hicieras lo mejor de ellos, no para que los golpearas, te burlaras de ellos, los trataras con sorna, los vapulearas, y todo lo que día a día, año tras año observo que les haces con la prepotencia de quien abusa del poder de ser adulto". Él no quiere escuchar más, la calma repentina de ella, la bata desajustada, el dolor que quiere ser evitado, le hace acercarse y calentarse con su cuerpo desnudo. Ella se queda impávida, en verdad necesita un abrazo, una calma que le ayude a desahogar todo ese dolor reprimido durante tanto tiempo. Él se excita y se engolosina tocando y abrazando, entrando y saliendo dejandose llevar por el placer que su pene excitado le da. Ella cansada, sonriente, se queda postrada en la cama, debajo de él, él con medio cuerpo descubierto, dejando lo indispensable para poder disfrutar de ese placer efímero que ella le ha proporcionado. Ella guarda silencio, pero de pronto ve que él en silencio se levanta, ha atacado a su víctima y pretende escapar sin terminar de resolver todo lo que a ella le aqueja. Estira el brazo y con ternura lo toma de la mano, sonrojándose y riendo con un tono ridículo le dice "si los trataras como a tu pene, ellos serían otra cosa." Los niños que tienen amigos, están tratados con el cuidado de un pene. A él no lo azotas, ni lo criticas, ni te burlas de él, porque sabes que sería un autogol, porque lo necesitas para que te de placer, para que te sientas mejor. Si tú trataras a tus hijos como pene, que curiosamente, es de allí de donde vienen, ellos tal vez serían más normales, más adaptados, más integrados en la sociedad y podríamos estar orgullosos de ellos". El la mira perplejo y en completa vergüenza y ridiculez, empieza a reír esa risa contagiosa de quien se sabe cómplice de una travesura, o tal vez la risa nerviosa de verse descubierto en su intento de escapar.
Ella estoica, no dijo nada, "no me desisto!" fue su última palabra, que resonaba en su cabeza, mientras ella intentaba dormir. Pasaban las horas, y maquinaba qué hacer para ganar esta batalla, para tener el mundo a sus pies como hasta ahora. Pasaban las horas, y aunque no lloraba, tampoco estaba en paz.
Empezaba el día, y aunque trataba de estar tranquila, esperando una estocada, ésta no venía. Qué atroz espera. Él no era así, él atacaba y atacaba siempre y continuamente, él un hombre poderoso, sabía dejar a sus inferiores acabados, sin deseo alguno de que volvieran a oponerse a él. Ella acostumbrada a esto, esperaba el momento. Hacía la vida como si nada, ... finalmente, para encontrar una salida, para liberar algo guardado, decidió tomar un baño. Todo era soledad y angustia, pero ella estaba tranquila, lo estaba haciendo por sus hijos, y algún día se los agradecerían, pero.... y así el dolor terminó con ella. Saliendo de la deliciosa cascada caliente, relajante, abrió la puerta al frío, al abrir la cortina y proceder a secarse con la toalla. Gruesas lágrimas corrían de sus mejillas, mientras en dolor lloraba, mientras en dolor adolorido, pugnante, lastimero, lloraba. Ella lloraba fuerte, nadie la oía, pero ella se veía doblándose hacia adelante, como quien intenta proteger su corazón. "Esto no es justo, yo no soy culpable, él me obligó y tengo que expresar mi sentir, tiene que entender que no estoy feliz de haber tomado esta decisión". Así envolviéndose en una vieja bata de baño, la vieja bata que venía usando desde que había nacido su primer bebé, y en el que ella acurrucaba y secaba tras haberse bañado al mismo tiempo, allí se envolvió y procedió a escribirle. Ella no podría enfrentarlo, él le daría la espalda, ella lo confrontaría con su dolor, y él se vería expuesto, débil y herido. Pero las cosas le fallaron, él en silencio había entrado al cuarto de baño y al escucharla llorar la vino a atacar:
-De modo que ahora lloras, llora más para que entiendas que a mi no se me ataca. Te va a salir muy caro, no te voy a dar dinero porque una mujer traicionera merece vivir en la pobreza.
- Pero yo sólo intento que nuestra familia viva feliz, que tu cambies para bien. ¿En qué voy a ahorrar ahora sin el sustento obligatorio que tu me debes dar ? Tal vez deba ahorrarme el transporte del niño y no enviarlo a la escuela". y al decirlo las lágrimas brotaron nuevamente de sus enrojecidos ojos. "ya ha sufrido bastante, para todavía llevar el peso del abandono escolar."
-Haz como quieras, yo estoy actuando en plena justicia, no merezco pagar y que me peguen. , y sus ojos saltaban chispas mostrando su sarcasmo atroz, su beligerancia militar porque en el fondo supone que es mentira todo lo que ella dice. Ella intenta calmar su agotada respiración, la sorpresa de encontrarselo cara a cara, de no poder llorar y desahogar su pena en soledad, hallando de esta forma la paz anhelada, en defensa propia, tratando de justificar sus actos decía
-Tú no sabes lo que es vivir ese infierno: hace 6 meses me siento entre dos aguas, la de cuidar a mis hijos, y la de denunciar a su padre, me siento mal por tener que pedir ayuda a un tercero porque mi marido es tan orgulloso, que no tiene la capacidad de aceptar sus errores, que en vez de decir "me equivoqué" diga, "me las vas a pagar".
El arruga la frente en tono de burla, tal vez ella diga la verdad, tal vez él sea exagerado al educar a sus hijos, pero al verla en desigualdad le dice
- Haces muy bien en temer, ¿Recuerdas la Guerra de los Roses, donde ninguno cede?, ¿donde cada uno quiere ganar la mitad del otro, con el peligro de que el otro abuse de la buena voluntad, del espacio franqueado que ha dejado el otro.? Prepárate para algo así, tú eres una débil mujerzuela y no tienes derecho a nada, ni a quejarte ni a pedir ayuda, eso sólo lo decido yo". Ella miraba sus ojos chispeantes, encolerizados, contenía la respiración y torcia la cara recordando esas horribles escenas, en la que ambos termina muertos al colgarse del candil. Intentando continuar calmada, decía
- Tú no sabes lo mal que me he sentido todo este tiempo, cuando te pedí que dejaras el cinturón, y ver que tus promesas no son cumplidas, por ver que el cinturón haya sido suplido por la amenaza de quitarlo, por el sarcasmo y la burla intentando inducir miedo.
- "Yo he cambiado mucho, estoy haciendo mi mejor esfuerzo". Ella al oír esta respuesta envilece, su llanto se torna en enojo, su cara antes triste por las lágrimas, se encona, se torna roja como tomate
- ¿Cambiar? ¿No te parece muy tarde? ¿No te duele tener que decir que tu hijo con ADD no hace deportes porque no le gustan, porque prefiere los videojuegos, cuando sabemos de sobra que ellos son solamente una escondite, y refugio para su incapacidad de socializar como los niños de su edad?. No sabes la tristeza que me da ver a otros en el club, socializando, teniendo amigos, mismos niños que yo veía entrar de la mano de su papá, orgullosos porque compartirían el día con él. Si quieres exagerado, si quieres sobre-protegidos, pero hoy, esos niños son unos adolescentes con amigos, adolescentes que pudieron continuar en sus clases, que en sus tardes libres, veían a sus compañeras de natación o de tenis, y que hoy, son grandes amigos. Yo no puedo quedarme quieta, mirando cómo mis hijos se quedan inmaduros, sin saber cuál es la razón, si son inteligentes y capaces, ¿por qué ellos no pueden tener amigos?" dice ella moviendo las manos mostrando la impotencia de quien no ha podido conseguir aquello que más quería
-y eso qué mas da. Si no tienen amigos es porque no saben ser sociables, porque son idiotas, no tengo nada que ver en ello. Contesta él con desinterés. Ella abre los ojos tanto que no le caben en la cara, pese a lo hinchados del llanto y de la cólera, toman un tamaño desproporcionado
- ¿cuándo has pasado un día con tus hijos haciendo deportes? Ese amigo de Salvador, también retraído como nuestro hijo ya tiene amigos, ya está actuando como niño normal ¿cómo crees que lo ha logrado?. Y al decirlo, cierra la boca con dureza pone los brazos como jarras en sus caderas "es que su papá lo apoya, es que su papá es un bonachón, que tal vez algún día no sea respetado, pero que hoy, está haciendo de su hijo un campeón. Un padre que llegaba temprano de trabajar, para hacer kickboxing con su hijo, a quien ahora tiene el gusto por hacer ejercicio y baja sólo al gimnasio, sin que nadie le esté diciendo, porque al estar con el buen ejemplo de su papá, el buen modo, el papá fácil y simple, aprendió el beneficio que da el deporte y aunque sea bicicleta estática, no lo tienen que estar acarreando para que lo haga".
Y al decirlo nuevamente se suelta llorando sintiendo que todo el mundo se le ha caído encima, porque la forma militar del padre lo ha vuelto un chico temeroso. El hombre un poco más calmado sólo la mira, se siente en desventaja, ella tiene razón. Así ella envalentonada continúa su reproche condenatorio.
-Me preocupa que el día de mañana mis nietos sean maltratados como lo fueron sus padres por ti, como aprendieron de ti la forma maldita con que se trata a un hijo, la sonrisa sarcástica y la burla consistente de quien enseña a un hijo que sólo sirve para la basura. No sabes el coraje que me da, ver la falta de caridad con que los tratas, ver la proyección que tienes de ellos, y ver tu desesperación de descubrirlos como unas cosas horribles, porque no responden a la velocidad que tu deseas." Él la interrumpe, no tolera que critique ella a sus padres. Colérico se enfrenta a ella con la actitud de pegarle. Ella retrocede, pero es momento de cambiar,
-¿Nuevamente me vas a pegar? Como no tienes argumentos que te salven ¿acudes a los golpes?" Respira y continua "es que sólo sé hablar a través de lo que veo, no puedo imaginar que tú desees golpear a tus hijos, a menos que eso es lo que hayas recibido". El la mira con recelo, lo que dice tiene sentido, no quiere aceptar que su padre le ha golpeado, le duele recordar esa tristeza. Ella continúa, con la bata abriéndose por el movimiento, deja ver la desnudez total que le cubre la bata, y con calma, intentando mirarlo a los ojos continúa hablandole. "Si te queda un poco de decencia, de cordura, de sensatez, de todo aquello que necesitan los recursos humanos para llevar correctamente una empresa, piensa que esto no lo he hecho para perjudicarte, ni para querer cobrar revancha. Lo he hecho en desesperación por ver que tú y tu orgullo van por encima de todo el mundo, van por sobre el amor y el honor de los niños, van sobre la autoestima de aquellos que son seres prestados. No son tuyos, Dios te los dio, para que hicieras lo mejor de ellos, no para que los golpearas, te burlaras de ellos, los trataras con sorna, los vapulearas, y todo lo que día a día, año tras año observo que les haces con la prepotencia de quien abusa del poder de ser adulto". Él no quiere escuchar más, la calma repentina de ella, la bata desajustada, el dolor que quiere ser evitado, le hace acercarse y calentarse con su cuerpo desnudo. Ella se queda impávida, en verdad necesita un abrazo, una calma que le ayude a desahogar todo ese dolor reprimido durante tanto tiempo. Él se excita y se engolosina tocando y abrazando, entrando y saliendo dejandose llevar por el placer que su pene excitado le da. Ella cansada, sonriente, se queda postrada en la cama, debajo de él, él con medio cuerpo descubierto, dejando lo indispensable para poder disfrutar de ese placer efímero que ella le ha proporcionado. Ella guarda silencio, pero de pronto ve que él en silencio se levanta, ha atacado a su víctima y pretende escapar sin terminar de resolver todo lo que a ella le aqueja. Estira el brazo y con ternura lo toma de la mano, sonrojándose y riendo con un tono ridículo le dice "si los trataras como a tu pene, ellos serían otra cosa." Los niños que tienen amigos, están tratados con el cuidado de un pene. A él no lo azotas, ni lo criticas, ni te burlas de él, porque sabes que sería un autogol, porque lo necesitas para que te de placer, para que te sientas mejor. Si tú trataras a tus hijos como pene, que curiosamente, es de allí de donde vienen, ellos tal vez serían más normales, más adaptados, más integrados en la sociedad y podríamos estar orgullosos de ellos". El la mira perplejo y en completa vergüenza y ridiculez, empieza a reír esa risa contagiosa de quien se sabe cómplice de una travesura, o tal vez la risa nerviosa de verse descubierto en su intento de escapar.
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