viernes, 30 de enero de 2015

LA TRAICION. 4:LA CRUDA REALIDAD

La realidad había amanecido, el esposo, con su panza de 50 años, sus ojeras y su cara semi-flácida, despertaba con un nuevo cometido en la vida: Presentarse ante un juzgado por una demanda que desconocía. Mientras se aseaba en la rutina diaria, le daba vueltas a esa situación. ¿Era en verdad tan malo? ¿Qué se le habría pasado por alto para ahora tener que resolver algo tan grave como una demanda de una esposa con la que no había contemplado divorciarse? Todavía molesto, salió a trabajar, no se despidió de ella o de sus hijos, nadie merecía su despedida después de ser agredido tan vehementemente. Subió a su coche último modelo, un Mercedes plateado, de formas sinuosas, el que corresponde a un hombre que ha trabajado fuerte desde joven, y ahora puede darse el lujo de un coche elegante.

La rutina de la oficina, las llamadas y las reuniones con los ejecutivos, lo distrajeron un rato de su pesar, pero para el medio día a la hora de la comida, nuevamente con con el tiempo libre, regreso el mentado papel a su mente. "Necesito un abogado penalista. tiene que ser ajeno a la empresa, no puede ser de confianza, de mi rutina, esto sería un gran chisme para mi buena reputación. Buscar en las páginas amarillas, no, tenía que ser recomendado". Se decía para sí. Así fue a la clásica reunión mensual de ejecutivos de negocios de publicidad, "¿Habrá alguien aquí que me pueda ayudar? Todos somos de esta rama, y fuera de comunicólogos y mercadólogos, no habrá nadie que me ayude." Así iba meditabundo, entrando en el gran edificio, dedicado a estos eventos. Al bajar del auto, en el estacionamiento, se encontró con un amigo del mismo ramo que estaba en otra empresa, así hablando de sus temas de negocios, subieron al elevador, y al salir de éste su compañero se encontró con un amigo. Como era todavía temprano, ambos ejecutivos, tenían tiempo para charlar con este desconocido para el esposo, y se lo presentó
- Salvador te presento a mi gran amigo Mario Torreblanca
- Mucho gusto, soy Salvador De los Cobos, respondió el esposo con la sonrisa socialmente amable
- mi amigo es abogado, y de los buenos, para cuando se te ofrezca, dijo el compañero de publicidad. Al esposo, se le iluminaron los ojos,
- ¿Qué especialidad tienes?
- Soy abogado penalista, respondió Mario Torreblanca.
Así, el esposo le solicitó su tarjeta para consultarlo por un asunto.
-Ahora tengo tiempo, si lo deseas, instó el abogado
El esposo respiró, su premura y su suerte no podían ser mejores, le mostró el citatorio que había recibido el día anterior
- ¿De qué te acusan?
- Lo ignoro, contestó el esposo
-Estás seguro que no es una demanda de divorcio?, increpó el sagaz abogado, quien los artículos estipulados en el citatorio, no le daban alguna información precisa
-el esposo dudó, últimamente había estado ella muy reacia, habían tenido algunas peleas, pero de allí a algo tan serio, no se le ocurría nada
-Algo me dijo ella sobre una demanda de mi hijo,
- ¿Es menor?
- Si respondió el esposo parcamente
- ¿Maltrato infantil acaso? y el abogado clavó los ojos en su cliente en prospecto, para evaluar su conciencia. El esposo dudó, pero su experiencia le hizo poner la cara de circunstancia que corresponde en los negocios.
- Mira  Salvador, continuó el abogado, la primera parte de estos casos, es la confianza con tu abogado, aquí no hay el tema de vergüenza o actos reprobatorios, todo se puede resolver con una buena intención..
Así, el esposo, un poco más abierto, le contó sobre sus hijos, su rebeldía y su relación con ellos. El abogado quería saber más, esa información era muy corta, muy llana. Sacando un papel de su portafolios, se lo extendió.
- Salvador, yo me tengo que ir, lee estas preguntas y respóndelas, cuando nos volvamos a ver, charlamos sobre tu caso en base a lo que hayas preparado. El esposo, tragó saliva, demasiado densa para pasarla con suavidad, tuvo que toser para poder seguir hablando. Esto era serio, la realidad lo estaba alcanzando. Dando una rápida ojeada al papel, le extendió la mano y se despidieron.
Esa noche el esposo regresó a casa más serio de lo normal, no toleraba la mirada de su acusadora, ni su compañía. Ella se sentía liberada de toda su carga, ya habían charlado un poco el día anterior, habían tenido un escarceo amoroso, algo que ella realmente agradecía, era sólo ese carácter sulfuroso, lo que la mataba y tenía siempre en jaque. Pasó una noche más, en que ella, sola se fue a dormir sin que acaso sintiera la presencia de su marido durante la noche.

Al despertar, ya estaba junto a ella, dándole la espalda, ella alargó su brazo, sin culpas, y empezó a masajear la espalda y la cabeza, las cosas iban mejor, y él merecía un poco de cariño de parte de ella. Se levantó de la cama mientras él permanecía dormido, fue a despertar a los chicos, se arregló para su rutina del día, y se fue a despedir de él, sabiendo que ella había descargado en él todas las culpas.
- Adiós,  marido, le dijo depositando un beso en su mejilla
- ¿Por qué me tocas la espalda?  ¿Qué me vas a clavar ahora? le dijo él con el enojo discreto de quien duerme y no tiene el poder de gritar. Ella respiró hondo y repentinamente, no esperaba esa respuesta tan agresiva de él. "Son patadas de ahogado" pensó para sí.

En todo el día  no se vieron, ella sólo maquinaba qué hacer en caso de que él le cortara el gasto, cómo ahorrar gasolina o en la comida, o de alguna forma para seguir adelante. Para la noche nuevamente, las miradas de daga, los corazones oprimidos y las actitudes falsas para que los chicos no se enteraran de este tema. El único que sabía algo a mayor profundidad, era el hijo mediano, el poseedor de la querella, quien hubiera recibido un escrutinio médico, pero quien, tampoco comprendía nada, debido a su discapacidad. El pequeño, metido en su mundo, tampoco podía expresar a sus hermanos este asunto, no tenía suficiente vocabulario para explicar las actividades a las que había sido sometido
- ¿A dónde fuiste con mamá? le preguntaron curiosos
-  No lo sé, con un señor que me preguntó
- ¿Qué te preguntó?
- No sé. y guardó silencio, sin poder informar a los hermanos de qué trataba todo.
La madre, con discreción había movido las cosas para que ellos no se preocuparan, aunque todo era por su bien, ellos no merecían saber que su padre era malo, que su padre estaba abusando de ellos, que su padre estaba actuando mal. Ellos sólo reaccionaban como un pequeño asustado ante el grito de un adulto, con recelo, con disgusto, desapegándose a un padre violento, que decía quererlos, pero que preferían no molestar con preguntas o demasiada cercanía.

El marido llegó a charlar con ella discretamente. Entraron en su alcoba y así, sin gritos ni sobresaltos, hablaron sobre el tema. El esposo, con la habilidad de un ejecutivo, fue sacando la información, gota a gota, palabra por palabra, para formarse una idea clara de lo que contenía el fondo de esta demanda.  Ella explicó brevemente
- Como te lo dije el otro día, tu hijo te está demandando por lesiones, y necesitas presentarte al ministerio publico para resolverlo.
- Yo hablé con mi abogado, y ya me explicó que esto es muy largo, muy complicado esto se va a juicio, a buscar testigos, a comparecer a los niños, se convierte en algo muy largo y tedioso. Yo no tengo dinero para pagar todo este numerito. Por favor, desístete, hay una forma llamada perdón, en donde tu quitas los cargos y todo se olvida. ¿tu no quieres entrar en todo este tema verdad? terminó el marido cauteloso, tratando de explicar de la forma más simple y las palabras más mordaces para que ella se asustara, cosa que logró.
- ¿De qué hablas? respondió ella asustada, pasando saliva,  A mi nadie me dijo que esto fuera tan complicado, tras poner la demanda y presentar las pruebas, sólo me dijeron que tú tenías que presentarte con tu abogado, como establece el citatorio, para resolver el problema, agregó ella con gran confusión.

Eso era demasiado, la investigación por maltrato infantil, ya estaba hecha, nadie había hablado de jueces y demás acciones posteriores. Las personas que le habían asesorado, no mencionaron  algo así, por lo que ella se asustó, "¿Será esto verdad? Yo no quiero meterme en un largo juicio, lo que yo pretendo, es que mi familia esté sana." pensó para sí.
- Eso no es cierto, a mi nadie me dijo eso, agregó la esposa molesta.
El marido continuó hablando,
-yo ya medité lo que me dijiste, es verdad que me sulfuro con facilidad, no soporto tu pasividad, y eso me violenta, pero si esto le está haciendo mal a todos, estoy dispuesto a cambiar. Ya investigué de un curso de autocontrol para ejecutivos, que voy a tomar, no me conviene a mi,  ni a ustedes tampoco, que yo sea así. Me comprometo a cambiar, pero no "con una pistola en la cabeza" presionado por una demanda.
Ella evaluó sus palabras, sonaban verdaderas, parecía que todo iría bien.
- Creo, continuó el marido, que podemos ir antes de la cita, a que te desistas.
- Está bien, dijo ella, mañana me acompañas y charlamos con el abogado de ministerio público, dijo aliviada, y un poco asustada sólo de pensar en lo que se había metido. Él calmado y pausado, como quien ha resuelto un grave asunto, la miró, le dio un beso en el cuello y salió del cuarto.

Ella se quedó sola, tenía frío, metida en su cama, dudaba, "¿así tan fácil se resuelve? Él no es así, él pelea más, hace más aspavientos, hace dramas, grita pega, y esto ya quedó simplemente?". Ella dudaba, pero el frío y el cansancio del día, la sumergieron en sus largos sueños. El sueño de esa noche era muy extraño "Ella estaba de viaje y encontraba un producto que se mantenía caliente sólo, era un cuadro de dos piezas, dentro había una materia blanca, como pan, que se abría y cerraba por unas bisagras, y despedía mucho calor; se podía recalentar en el microondas. Siempre permanecía caliente y emanaba mucho calor. Era importante que se mantuviera caliente, esa era su gracia. Por alguna razón, ella iba a buscar más de eso. Había un muchacho que estaba cerca de ella, se cruzaban constantemente, parecía que buscaban lo mismo o coincidía el lugar de búsqueda, éste  también buscaba algo con avidez era un joven de unos 15 años. Al llegar al lugar en donde estaba aquello que ella  buscaba, se encontraba con huevos de pascua puestos para él y sus hermanos o para su familia. Ella decía "mira cuántos huevos te puso tu papá" y los hijos de ella escuchaban, como rompiendo el secreto del "conejo de pascua". Ella tomaba uno pero seguía en su búsqueda. ¿Qué significaba el sueño? ¿Qué buscaba ella con avidez?. ¿Qué símbolo traía el joven? Algo que la hizo enojar tanto que al amanecer, su uña del dedo mayor, que simboliza enojo, amaneció rota. Tal vez eso que se mantiene caliente es la tristeza en la que ella vivía día con día, la que buscaba porque le gustaba, o porque no sabía vivir sin ella. El joven sería la avidez y la curiosidad de la juventud que como su guía, le mostraba que debía buscar la vida que un huevo de pascua simboliza, en vez de aquello tan caliente, que aparentemente era bueno. Sin embargo no olvidaba, que se había enojado tanto que se le había roto la uña del enojo, durante el sueño. ¿Sería eso una premonición?

jueves, 29 de enero de 2015

LA TRAICION. 3-CONVENCER

Ella continúa: "Muchas veces te lo he dicho: lo único que yo hago es ser mamá, para hacer de  estos niños seres de bien, seres auto-suficientes, y no estoy dispuesta a que tus traumas infantiles, tus promesas no cumplidas, tus intentos auto-saboteados, me los arruinen. No son tus buenas intenciones, las que te ayuden a resolver los traumas infantiles implantados con cuerazos, es un psicólogo informado, con carrera y experiencia el que te va a ayudar a superar estos problemas. No es saludable que nuestros hijos no crezcan, que ellos tengan que vivir en un búnker, porque el padre es tan violento que no sólo les pega a ellos, sino que además, amenaza a su mamá, o a su propia esposa como si ella fuera un criminal, porque lo único que ella quiere es cuidar a sus hijos y hacerlos crecer pese a ti mismo. Hace meses llevas prometiendo no pegarles, y el resultado ha sido, "sulfuramientos violentos en cualquier lugar, en la calle o en la casa", es un despotismo y saña con la que los tratas, como si ello fuera a suplir el dolor que un cuerazo "con la hebilla" produjera. Hace meses que vengo diciendo que pidas ayuda, pero tu con tu eterno orgullo, eres incapaz de aceptarlo, eres incapaz de pedir ayuda a una persona calificada, que te ayude a resolver tus propios conflictos y proyecciones". Ella terminó temblando tras esta frase, notaba su necedad, su profunda ignorancia hacia ella, y hacea el respeto que ella le importaba, en el fondo sabía que auqneu él escuchara, se burlaba de sus palabras. Pese a su fuerza, sentía que no estaba ganada la batalla.  Él que ya estaba tranquilo nuevamente se sulfuró interrumpiéndola.
-"No tienes ni la menor idea de quien fue mi familia ni de mi infancia, deja de imaginar cosas y ocúpate de las propias." El se levantó de la cama molesto con rumbo a la puerta y ella seria le increpó
- "ya que viniste a interrumpir mi larga carta, necesito que escuches el final, las cosas deben suceder para beneficio de ambos, no sólo tuyo". Él con los ojos secos y fríos escuchó sus últimas, palabras, y desistió de salir de la alcoba. Así ella continuó "te decía que tus hijos son los seres que te dio Dios sabiendo que sacarías de ellos alguien maravilloso, no esos seres débiles que estamos descubriendo en cada uno. No es por atacarte, es por tu bien, que te lo digo, es por tu propia salud, es por el bien familiar, que te solicito una y otra vez  consultes un psicólogo que te ayude a educar a tus hijos como persona, no como un animal." y al decir esto tomó aire, ¿cómo era posible que ella se atreviera a decir esto? y continuó al ver que él no hacía ningún aspaviento .. "Que te ayude a ti a superar las tristezas que proyectas en ellos, en fin que te enseñe a tratarlos "como a tu pene", para que con cariño los impulses, los hagas crecer, y te den la satisfacción que tanto anhelas." Estas últimas palabras, lo conmovieron  pero él rígido e impasible, no lo exteriorizó, hubiera querido gritar nuevamente, pero algo le dijo que debía guardarse su tristeza o la emoción que sus palabras le hubieran causado, para otra ocasión.
-¿Has terminado?¿Me puedo ir? la miró con cara de niño castigado
- Si, gracias por escucharme, ya terminé. contestó ella con una media sonrisa, con los ojos agradecidos y un gran relajación en el pecho

Ella se quedó sola, sentada, desnuda, su bata yacía en alguna parte de la habitación, había sido una gran lucha, estaba literalmente "desnuda" ante una situación difícil, pero confiaba en Dios, Él el mejor abogado, le ayudaría a pelear por su beneficio. Respiró tranquila, y procedió a vestirse. Las lágrimas derramadas, y las palabras expresadas, le habían dado cierto alivio.

Él por su parte, bajó a su estudio, rutinariamente,  encendió la computadora, buscó un número para marcar en el teléfono, en fin, intentó hacer todo aquello que normalmente hacía, pero, no podía, estaba paralizado. Las emociones que eran una materia que no sabía trabajar, no le permitían moverse. Miraba por la ventana justo frente a la pantalla de su computador, el auricular en su mano, ya con tono ocupado de que no ha recibido ninguna orden o señal. ¡En qué estaba pensando esta mujer cuando tuvo a bien "acusarme" como un niño con su mamá cuando ha recibido un golpe de su hermano!" Esto era terrible, no podía salir a la luz este dato, y el nuevo proyecto podría detenerse indefinidamente con la gran idea de esta mujer. Pero, en el fondo tenía razón "tratar a mis hijos como a mi pene" y todavía sentía el escozor de haberlo usado recientemente, hacía unos minutos con su mujer. "¡Es mi carrera! no puedo permitir que ella se salga con la suya, ella, tan... ella tan..." se sulfuraba y apretaba los puños, las mandíbulas.. y recordaba al pequeño que mientras él trabajando en el computador, lo miraba corriendo a través de la ventana... "'y es mi hijo" ¿Me importa más mi carrera, mi popularidad, mi fama, mi.., mi o él? Ese pequeño indefenso que depende de mi. Si, Dios me lo ha prestado para que saque lo mejor de él,... ¿y esta demanda hará que yo lo consiga? Buscar abogados, buscar jueces, buscar... buscar actividades estresantes, absorbentes de mucho tiempo". Su expresión siempre adusta, en el silencio de la soledad y en la discreción de una ventana, le habían permitido expresar sus sentimientos desde lo  más profundo, sus puños se relajaron, "¿Valdrá la pena luchar a muerte por algo que ´sé tengo perdido?" Pero recordaba su prestigio "pero yo lo puedo ganar, yo la puedo hundir a ella en..." y recordaba su expresión triste, las veces que la había visto llorar amargamente tras una buena pelea. ¿Qué hacer?
El se preguntaba si importaba su poder, o su valor, si realmente tendría el interés por continuar hundiendo a todos.

martes, 27 de enero de 2015

LA TRAICION - 2. DESISTIR

Lo que continuó fue el silencio, nada se decía, ella se durmió y él enojado pensaba con sed de venganza cómo ejecutar la traición, la revancha.

Ella estoica, no dijo nada, "no me desisto!" fue su última palabra, que resonaba en su cabeza, mientras ella intentaba dormir. Pasaban las horas, y maquinaba qué hacer para ganar esta batalla, para tener el mundo a sus pies como hasta ahora. Pasaban las horas, y aunque no lloraba, tampoco estaba en paz.

Empezaba el día, y aunque trataba de estar tranquila, esperando una estocada, ésta no venía. Qué atroz espera. Él no era así, él atacaba y atacaba siempre y continuamente, él un hombre poderoso, sabía dejar a sus inferiores acabados, sin deseo alguno de que volvieran a oponerse a él. Ella acostumbrada a esto, esperaba el momento. Hacía la vida como si nada, ... finalmente, para encontrar una salida, para liberar algo guardado, decidió tomar un baño. Todo era soledad y angustia, pero ella estaba tranquila, lo estaba haciendo por sus hijos, y algún día se los agradecerían, pero.... y así el dolor terminó con ella. Saliendo de la deliciosa cascada caliente, relajante, abrió la puerta al frío, al abrir la cortina y proceder a secarse con la toalla. Gruesas lágrimas corrían de sus mejillas, mientras en dolor lloraba, mientras en dolor adolorido, pugnante, lastimero, lloraba. Ella lloraba fuerte, nadie la oía, pero ella se veía doblándose hacia adelante, como quien intenta proteger su corazón. "Esto no es justo, yo no soy culpable, él me obligó y tengo que expresar mi sentir, tiene que entender que no estoy feliz de haber tomado esta decisión". Así envolviéndose en una vieja bata de baño, la vieja bata que venía usando desde que había nacido su primer bebé, y en el que ella acurrucaba y secaba tras haberse bañado al mismo tiempo, allí se envolvió y procedió a escribirle. Ella no podría enfrentarlo, él le daría la espalda, ella lo confrontaría con su dolor, y él se vería expuesto, débil y herido. Pero las cosas le fallaron, él en silencio había entrado al cuarto de baño y al escucharla llorar la vino a atacar:
-De modo que ahora lloras, llora más para que entiendas que a mi no se me ataca. Te va a salir muy caro, no te voy a dar dinero porque una mujer traicionera merece vivir en la pobreza.
- Pero yo sólo intento que nuestra familia viva feliz, que tu cambies para bien. ¿En qué voy a ahorrar ahora sin el sustento obligatorio que tu me debes dar ? Tal vez deba ahorrarme el transporte del niño y no enviarlo a la escuela". y al decirlo las lágrimas brotaron nuevamente de sus enrojecidos ojos. "ya ha sufrido bastante, para todavía llevar el peso del abandono escolar."
-Haz como quieras, yo estoy actuando en plena justicia, no merezco pagar y que me peguen. , y sus ojos saltaban chispas mostrando su sarcasmo atroz, su beligerancia militar porque en el fondo supone que es mentira todo lo que ella dice. Ella intenta calmar su agotada respiración, la sorpresa de encontrarselo cara a cara, de no poder llorar y desahogar su pena en soledad, hallando de esta forma la paz anhelada, en defensa propia, tratando de justificar sus actos decía
-Tú no sabes lo que es vivir ese infierno: hace 6 meses me siento entre dos aguas, la de cuidar a mis hijos, y la de denunciar a su padre, me siento mal por tener que  pedir ayuda a un tercero porque mi marido es tan orgulloso, que no tiene la capacidad de aceptar sus errores, que en vez de decir "me equivoqué" diga, "me las vas a pagar".
El arruga la frente en tono de burla, tal vez ella diga la verdad, tal vez él sea exagerado al educar a sus hijos, pero al verla en desigualdad le dice
- Haces muy bien en temer, ¿Recuerdas la Guerra de los Roses, donde ninguno cede?, ¿donde cada uno quiere ganar la mitad del otro, con el peligro de que el otro abuse de la buena voluntad, del espacio franqueado que ha dejado el otro.? Prepárate para algo así, tú eres una débil mujerzuela y no tienes derecho a nada, ni a quejarte ni a pedir ayuda, eso sólo lo decido yo". Ella miraba sus ojos chispeantes, encolerizados, contenía la respiración y torcia la cara recordando esas horribles escenas, en la que ambos termina muertos al colgarse del candil. Intentando continuar calmada, decía
- Tú no sabes lo mal que me he sentido todo este tiempo, cuando te pedí que dejaras el cinturón, y ver que tus promesas no son cumplidas, por ver que el cinturón haya sido suplido por la amenaza de quitarlo, por el sarcasmo y la burla intentando inducir miedo.
- "Yo he cambiado mucho, estoy haciendo mi mejor esfuerzo". Ella al oír esta respuesta envilece, su llanto se torna en enojo, su cara antes triste por las lágrimas, se encona, se torna roja como tomate
- ¿Cambiar? ¿No te parece muy tarde? ¿No te duele tener que decir que tu hijo con ADD no hace deportes porque no le gustan, porque prefiere los videojuegos, cuando sabemos de sobra que ellos son solamente una escondite, y refugio para su incapacidad de socializar como los niños de su edad?. No sabes la tristeza que me da ver a otros  en el club, socializando, teniendo amigos, mismos niños que yo veía entrar de la mano de su papá, orgullosos porque compartirían el día con él. Si quieres exagerado, si quieres sobre-protegidos, pero hoy, esos niños son unos adolescentes con amigos, adolescentes que pudieron continuar en sus clases, que en sus tardes libres, veían a sus compañeras de natación o de tenis, y que hoy, son grandes amigos. Yo no puedo quedarme quieta, mirando cómo mis hijos se quedan inmaduros, sin saber cuál es la razón, si son inteligentes y capaces, ¿por qué ellos no pueden tener amigos?" dice ella moviendo las manos mostrando la impotencia de quien no ha podido conseguir aquello que más quería
-y eso qué mas da. Si no tienen amigos es porque no saben ser sociables, porque son idiotas, no tengo nada que ver en ello. Contesta él con desinterés.  Ella abre los ojos tanto que no le caben en la cara, pese a lo hinchados del llanto y de la cólera, toman un tamaño desproporcionado
- ¿cuándo has pasado un día con tus hijos haciendo deportes?  Ese amigo de Salvador, también retraído como nuestro hijo ya tiene amigos, ya está actuando como niño normal ¿cómo crees que lo ha logrado?. Y al decirlo, cierra la boca con dureza pone los brazos como jarras en sus caderas  "es que su papá lo apoya, es que su papá es un bonachón, que tal vez  algún día no sea respetado, pero que hoy, está haciendo de su hijo un campeón. Un padre que llegaba temprano de trabajar, para hacer kickboxing con su hijo, a quien ahora tiene el gusto por hacer ejercicio y baja sólo al gimnasio, sin que nadie le esté diciendo, porque al estar con el buen ejemplo de su papá, el buen modo, el papá fácil y simple, aprendió el beneficio que da el deporte y aunque sea bicicleta estática, no lo tienen que estar acarreando para que lo haga".
 Y al decirlo nuevamente se suelta llorando sintiendo que todo el mundo se le ha caído encima, porque la forma militar del padre lo ha vuelto un chico temeroso. El hombre un poco más calmado sólo la mira, se siente en desventaja, ella tiene razón. Así ella envalentonada continúa su reproche condenatorio.
-Me preocupa que el día de mañana mis nietos sean maltratados como lo fueron sus padres por ti, como aprendieron de ti la forma maldita con que se trata a un hijo, la sonrisa sarcástica y la burla consistente de quien enseña a un hijo que sólo sirve para la basura. No sabes el coraje que me da, ver la falta de caridad con que los tratas, ver la proyección que tienes de ellos, y ver tu desesperación de descubrirlos como unas cosas horribles, porque no responden a la velocidad que tu deseas." Él la interrumpe, no tolera que critique ella a sus padres. Colérico se enfrenta a ella con la actitud de pegarle. Ella retrocede, pero es momento de cambiar,
-¿Nuevamente me vas a pegar? Como no tienes argumentos que te salven ¿acudes a los golpes?" Respira y continua "es que sólo sé hablar a través de lo que veo, no puedo imaginar que tú desees golpear a tus hijos, a menos que eso es lo que hayas recibido". El la mira con recelo, lo que dice tiene sentido, no quiere aceptar que su padre le ha golpeado, le duele recordar esa tristeza. Ella continúa,  con la bata abriéndose por el movimiento, deja ver la desnudez total que le cubre la bata, y con calma, intentando mirarlo a los ojos continúa hablandole. "Si te queda un poco de decencia, de cordura, de sensatez, de todo aquello que necesitan los recursos humanos para llevar correctamente una empresa, piensa que esto no lo he hecho para perjudicarte, ni para querer cobrar revancha. Lo he hecho en desesperación por ver que tú y tu orgullo van por encima de todo el mundo, van por sobre el amor y el honor de los niños, van sobre la autoestima de aquellos que son seres prestados. No son tuyos, Dios te los dio, para que hicieras lo mejor de ellos, no para que los golpearas, te burlaras de ellos, los trataras con sorna, los vapulearas, y todo lo que día a día, año tras año observo que les haces con la prepotencia de quien abusa del poder de ser adulto". Él no quiere escuchar más, la calma repentina de ella, la bata desajustada, el dolor que quiere ser evitado, le hace acercarse y calentarse con su cuerpo desnudo. Ella se queda impávida, en verdad necesita un abrazo, una calma que le ayude a desahogar todo ese dolor reprimido durante tanto tiempo. Él se excita y se engolosina tocando y abrazando, entrando y saliendo dejandose llevar por el placer que su pene  excitado le da. Ella cansada, sonriente, se queda postrada en la cama, debajo de él, él con medio cuerpo descubierto, dejando lo indispensable para poder disfrutar de ese placer efímero que ella le ha proporcionado.  Ella guarda silencio, pero de pronto ve que él en silencio se levanta, ha atacado a su víctima y pretende escapar sin terminar de resolver todo lo que a ella le aqueja. Estira el brazo y con ternura lo toma de la mano, sonrojándose y riendo con un tono ridículo le dice "si los trataras como a tu pene, ellos serían otra cosa." Los niños que tienen amigos, están tratados con el cuidado de un pene. A él no lo azotas, ni lo criticas, ni te burlas de él, porque sabes que sería un autogol, porque lo necesitas para que te de placer, para que te sientas mejor. Si tú trataras a tus hijos como pene, que curiosamente, es de allí de donde vienen, ellos tal vez serían más normales, más adaptados, más integrados en la sociedad y podríamos estar orgullosos de ellos". El la mira perplejo y en completa vergüenza y ridiculez, empieza a reír esa risa contagiosa de quien se sabe cómplice de una travesura, o tal vez la risa nerviosa de verse descubierto en su intento de escapar.  

lunes, 26 de enero de 2015

LA TRAICION: 1. LA SORPRESA

Esto era diferente, esto hablaba de traición, una directa y desmedida, una que él no se esperaba, y pese a su prepotencia, no sabía exactamente qué hacer. Aquí, por error, habíase montado una guerra sin cuartel, una guerra de uno a uno, cuando la intención inicial era la de acusarlo por maltratar a los pequeños.  Ahora la cosa se ponía peor, ¿Qué temía tanto él sobre su acusación directa? ¿Acaso ella tenía más fuerza y él no sabía qué hacer con ella? ¿Acaso ella sabía de esa fuerza? "Crea penas y vencerás" dice un proverbio. "No hay pruebas, no tienes un sólo moretón, yo no tengo nada que temer de tu infamia" le gritó con afán de ofender. Ella desconocía el contenido de esa carta, no lo había revisado al enviarla y ahora tenía un elemento en contra. Aquello que ella pensaba sería muy simple, porque había evidencia, ya no era tema de querella ahora era ella contra él, ahora eran las dos fuerzas que  no sabían cómo enfrentarse sin matarse. No se había montado evidencia sobre la guerra de ellos dos, la evidencia mostraba a un pequeño lesionado, tristemente atacado por un hombre, que abusando de su fuerza, había tenido a bien "corregir" a su hijo enfermo a la manera del tiempo de la inquisición, dejándole profundas marcas en su cuerpo endeble.

Ella no le advirtió nada, simplemente llevó al pequeño ante las autoridades, y al mismo tiempo, le pidió a él que no le pegara más con el cinturón, cosa que él aprendió a detener con inteligencia. Sin embargo, su ansia de poder, se relajaba, se libraba a través de esta maldita arma, y procedió al maltrato psicológico. "¿Qué este hombre no tendrá freno?" pensaba ella para sí. "¿por qué no entiende que no es correcto abusar de cualquier persona sin importar su edad?" Ella recordaba bien, todo el maltrato recibido años atrás, cuando en ingenua inocencia, habiase entregado a este hombre magnífico, aunque no bien parecido, si muy agradable y divertido, un hombre adinerado, que prometía una vida llena de placeres y comodidad, una vida promisoria plena de todo aquello que ella no había tenido. Ella ingenuamente, pensaba que un hombre así, la podría hacer muy feliz, y pese a que tenía grandes dudas, se entregó a él.. El maltrato a ella, no tardó en aparecer, las constantes violaciones nocturnas, tras mirar aquellos escandalosos programas pornográficos, que le daban a él el placer, que le hacían turbar su cuerpo al lado del de su esposa, que dormida yacía hacía tiempo, para después terminar de abusar de éste cuerpo dormido, abusando de ella, sin una caricia previa, sin una acción incitante, simplemente ella debía recibir todo lo que otra, a través de una pantalla de televisión, había sembrado.

Ella recordaba con tristeza esos primeros años, ahora al ver a su pequeño dolido. Ella sabía lo que se sentía estar defraudada del hombre que admiras, ella miraba a su pequeño, quien cabizbajo, con el peso en los hombros doblados hasta formar una L, cargaba la desventura de tener un padre abusador. Ella era cómplice de él, ella, al no defender al pequeño, por temor a que ella terminara igualmente golpeada, no lo defendía, pero pese a que se le encogía el corazón, ella era cómplice tácita, cómplice irreverente contra el pequeño.

No podía haber tantos errores, tal vez faltaba información en esos papeles, pero él no sabía con precisión de qué trataba aquéllo. En su rostro iracundo, deseaba las peores bajezas para esa mujer que él habría ya golpeado alguna vez, contra esa mujer que él esperaba sojuzgada. Ahora, las cosas se le complicaban, ahora él tenía que afrontar un delito, por sorpresa, sin que nadie le hubiera aclarado con anterioridad ignorando que estaba actuando con dolo.

"Si no te desistes de esta orden, te vas a arrepentir de haber nacido" le dijo él en colérica explosión, esperando que su método avasallador antigüo, continuara haciendo efecto. Ella se mantuvo impasible, él no podía seguir teniendo la fuerza irresponsable en sus manos, sin que una autoridad le impusiera algún castigo, ella sabía que sería un largo andar, pero impasible quedó pasando largas noches de agonía, inciertas, sin saber si Dios le ayudaría contra este hombre de mal corazón.   

lunes, 19 de enero de 2015

PAUL: UN HOMBRE SIN PROBLEMAS

Cuenta la historia de un hombre muy bien parecido, su cara color olivo, suave, con unos hoyuelos alargados que se le forman al pensar en cierto tema, su mano recargada en su cabeza, en el aire, como si de allí del aire, de la nada, fuera a recibir respuestas. sus ojos claros detrás de unos lentes elegantes, de aluminio, de vidrios redondos, perfectos para su cara ovalada. Su camisa blanca y su pantalón jean que denotaba la simplicidad de quien no le importa el vestir.. Su pelo rizado con algunas canas, muy alto, alargado, pero con movimientos apacibles y calmados. Este hombre bien parecido se llamaba   Paul. Era   francés, y su idioma   era el francés. Todos lo miraban, las mujeres impresionadas por su buen parecido, y los hombres de envidia, todos quisieran tener las miradas que este hombre lindo robaba.

Su carácter era apacible, feliz, no tenía problemas, no había algo que no pudiera solucionar, porque como un jardín de rosas, sólo era cuestión de esperar a que el problema madurara, y así al abrirse, como una bella flor en medio del jardín, se dejaba cortar, decorando su estancia. El hombre no tenía problemas, sabía y tenía la paciencia para encararlos con la frialdad necesaria. Su rostro apacible, simplemente marcaba el momento en que una rosa acababa de ser cortada, y encontraba en ese problema una oportunidad de crecimiento. Los problemas que tenía Paul, eran de fácil solución, y por esa razón, su rostro era apacible.

¿Dinero? No tenía mucho, sólo el suficiente, el necesario para tener una vida completa, llena de amigos, de compartir y de ser, de estar para los amigos, porque siempre hay quien requiere estar acompañado por una persona tan estable y segura como Paul. Su casa estaba abierta, su presupuesto contenía el vino y los pasapalos para aquellos que inesperadamente venían a visitarlo.

Significa que mi vida apacible no contiene algún tema de conversación interesante, estoy a la deriva, sin  una preocupación real, lo poco que pasa lo soluciono fácilmente, pero debajo de esa facilidad, está la situación real de aquello sin solución inmediata, que la vida misma me dará para mejorar.

sábado, 10 de enero de 2015

UNA PARED INFRANQUEABLE

Yo lo venía contemplando desde hacía tiempo, yo esperaba con ansia, acercarme a ese hombre tan cálido. Aquella primera mjrada me había cautivado. Con su actitud tan segura, su caminar pausado, su pelo rizado, y su rostro desdibujado por una semi-penumbra que lo envolvía todo a su alrededor. El hombre, confundido al verme, me ha saludado al estilo europeo, con un beso en cada mejilla; yo a cada movimiento, me desarmaba, cada segundo quería que durara una eternidad....

Sin embargo no tengo ganas de escribir, no tengo deseo de hacer una larga historia, tediosa, que se ha quedado atorada en el tiempo, esperando una y otra vez repetirse. Cada día que pasa, espero, hago algún artilugio, deseo que el destino nos acerque, sin suerte. Nuevamente llega la noche y mis expectativas se van alejando, mi deseo se ve mojado en la soledad, para secarse en la espera. Ese hombre está más lejano que lo que puede estar la tierra del sol. Él es como el sol, su mirada pacífica, curiosa, divertida, traviesa, su actitud pausada y bienvenida, su tacto... oh, vamos, sólo acercarse, ya estoy temblando, desearía que más que dos besos en la mejilla, fueran 3 y 4, todos una y otra vez, repetidos, para que con toda la inocencia y decencia, pueda yo sentir su olor, palpar su piel con mis mejillas. Mi cuerpo se turba cada vez que recuerdo y revivo este encuentro. Un encuentro que ahí, perdido en un momento, en el tiempo se quedará.

Es cuando recuerdo que hay gente honorable, que no todos son sucios, ni malos amigos, embusteros, como tantos hombres que pasan a mi lado. Ellos, con mirada lasciva, con el deseo en la piel y su pantalón con un abultamiento notorio, se me acercan y, sin importar su estado civil, pretenden que me abra y pase todo lo que el cuerpo pide. ¿Será por eso que es este hombre tan deseable?. Con toda la honorabilidad de un caballero, me saluda, pero los sentidos no pueden disimular la atracción, y en sólo un leve contacto, nuestros vellos se erizan de emoción. Siento un leve acercamiento de su cuerpo, son sólo unos segundos, los que el cerebro necesita para estimular todas las terminales nerviosas; su respiración se acelera, y yo al separarme de su saludo social, me encuentro hecha un lío mi respiración entrecortada, mi sonrisa placentera, mi cuerpo en primera velocidad dispuesto para un buen arrancón...., para dejar todo en un amable distanciamiento social, para terminar cada quien por su lado  como corresponde a una sociedad formal que se saluda con amabilidad y sigue su camino como si ese encuentro no se hubiera llevado a cabo.  ¿Será que un hombre que se da a desear, al igual que una mujer, se vuelve más deseable? Yo siempre he sido difícil de complacer, no me permito mucho acercamiento, y así he notado que la insistencia por acercarse, se vuelve más intensa. Disfruto la mirada y la actitud latente de ese que no le he permitido más. En este momento, yo soy la que quiere acercarse, y al igual que yo lo he hecho cientos de veces, encuentro esa pared infranqueable que le permite a un hombre vivir a gusto con su conciencia, con la tranquilidad de saberse dominando sus pasiones, y poder mirar a su esposa e hijos con la claridad de unos ojos limpios.

No hay peor pecado que el que no se supera. Un hombre tan deseable y viril, sólo lo es porque sabe dominar sus instintos, sus deseos, porque con esta actitud su virilidad se hace más marcada y su personalidad más recia. Es normal caer en el pecado, caer en la tentación de dejarse seducir por la situación que lleva al cuerpo por las olas del deseo y buscar satisfacer el deseo más intimo. Podría asegurar que este hombre de labios y saludo invitantes, ha tenido alguna experiencia engañosa, aprovechando la distancia de su esposa, y la apertura de las mujeres. Él en un momento de locura se ha  permitido llevar por lo que el cuerpo pide y así tras una relación que no le llevó a ninguna ganancia, se prometió que nunca se repetiría. De esta forma al mirar algo lindo enfrente, reconoció el cuadro y decidió rechazarlo, al estar claro de las consecuencias. Sólo si ha vivido el engaño, y se ha arrepentido de él, puede tener el valor de sobreponerse a sus deseos y poner frente a sí esa pared infranqueable. Esa pared que me duele, que me lastima, pero que no debe moverse, porque la honorabilidad de una persona, amerita mirar de lejos y admirar todo lo que un gran hombre despierta.

domingo, 4 de enero de 2015

PERDIENDO A UNA AMIGA

Lo que más me duele es perder su amistad, eso es lo que en realidad más siento.

A ella la conocí un día cualquiera, teníamos un tema en común, y eso me hizo que la buscara. Cuando la vi por primera vez, ella llevaba unas muletas, se había lastimado el tobillo y no podía hacer muchas cosas. Era muy divertido ver su risa de satisfacción, cuando las puertas se le abrían, la gente le ayudaba, todo se lo resolvían, porque a ella le faltaba un pie.

Otro día me invitó a un show, había unos cantantes, un espectáculo de una marca de juguetes pero fue lo más interesante que habíamos vivido, sentados en zona vip, sin serlo, hasta adelante, con toda la comodidad, sin hacer filas, ni esperar turnos, nosotras éramos las primeras, sólo por su pie roto. Ella es menuda, petisa, una hermosa sonrisa venusina, donde todos los dientes están perfectamente alineados, blancos y de una linda textura. Sus ojos dulces azules, suaves, como de niña pequeña. Su cabello escaso, Castaño ensortijado, siempre mal peinado, sostenido por una pinza en la parte de atrás. Ella desaliñada, con ropa cómoda, nada apretado o complicado de llevar, su estilo lánguido, lo mostraba en cada aspecto de su persona.  Su cuerpo de grandes caderas y busto prominente, brazos torneados y piernas cortas. Podíamos charlar horas, ella mordiendo sus labios, ya partidos perennemente por su consistente ansiedad que la hacía morderlos repetidamente. Cada tema nos acercaba más, ella parecía comprenderme, adivinarme, parecía tener las palabras que yo necesitaba para mi experiencia de vida, no era necesario que yo preguntara más, o que esperara que el objeto me explicara lo que sentía o qué le sucedía, ella ya me había dicho todo, cada vez que mi objeto salía a relucir, ella tenía las palabras que mi objeto tenía que decir y no decía.

Pasaba el tiempo y seguíamos charlando. Para mi, esa es la vida, charlar, expresar las palabras del alma, porque ellas son las que liberan toda preocupación. Yo con mi certidumbre y mi siempre conocimiento de otros temas, resultaba útil para ella y ella me consultaba para su objeto de vida, nos complementábamos de la mejor manera, nos entendíamos y nos dábamos todo lo que las amigas se tienen que dar. Seguían pasando los meses, si, sólo los meses, porque no todas las amistades duran una vida, ésta se estaba perfilando en una razón, en una razón para resolver las dudas presentes de mi objeto, y hacerme pasar unas horas hermosas.  Ella me llamaba por teléfono, y así estaba yo 45 minutos escuchando sus lamentos, todo lo que le sucedía con sus padres, su marido, sus hijos, todo era material para mis oídos y para mi mente para procesar;, todo era tema que su alma se aliviara, y yo... yo escuchaba. Su vida empezó a recrudecerse, su consistente depresión me cansaba, sus temas eran ya irritantes, ya insostenibles. Siempre, cada semana, era el mismo tema, en una variante diferente. Todo el mundo debía vivir a través de su proyección, ella no miraba a sus hijos como entes independientes que crecen con el apoyo de los padres, ellos crecían desde el cristal que ella lo veía, sus amigas eran precisamente las madres de los hijos que su hijo debía tener por amigos, sus relaciones iban solo en torno a su hijo y a la proyección que él tenía de ella. Me daba pena, qué visión patética:  "mi hijo, tan parecido a mi físicamente, es quien yo puedo mirar, no hay tema más importante que sus asuntos a través de mis propios ojos". La hija, una hermosa princesa de voz chillona, se enfermaba cuando requería la atención de su madre, sólo estando al filo de la muerte, ella la miraba, la pobre niña vivía a la sombra de su hermoso hermano, a la proyección de la enfermedad que su madre había fincado en ella. Esa era la sinergía, "yo enferma, tu me miras, yo perfecto tu me miras, y ella desaparecía detrás de ese par de proyecciones propias".

Pese a todos su conflictos, yo la quería, la comprendía, sabía que era difícil aceptar todas las enfermedades mentales que acuciaban a esa familia, por generaciones, venía generandose la cadena de dolencias, que a manera de mutaciones se iban enroscando en esa familia.  Yo la aceptaba tal cual era, comprendía que si su dolor era vivir con epilepsia, yo bien podría acoger su tristeza y ayudarla a pasar el trago amargo.

Sin embargo algo nos empezaba a separar. Ya me molestaban sus eternas charlas telefónicas, en que yo debía escuchar y escuchar, no había manera de que yo contara mi objeto de vida, porque no encontraba solución, la respuesta venía en proyección a su mismo caso y a lo que a ella le sucedía. Yo esperaba atención, comprensión, objetividad, una palabra de aliento o una palmadita en la espalda, pero no la recibía. Ella se quejaba, y yo escuchaba. Yo me quejaba, y nadie me escuchaba. Así en mi inteligencia intuitiva, aprendí a resolver mi objeto de vida a mi manera, a la forma moderna en que dice que no hay mejor amigo que uno mismo, que no hay mejor compañía que una misma, para resolver cualquier pena.

Un buen día dejó de llamarme por teléfono. ¡Qué maravilla! liberada de sus tormentos depresivos de la semana. Pasado el tiempo, chateando, tocamos un tema álgido, un tema que a mi me importaba, una ley que se quería aprobar en contra de la familia, y en pleno dolor, le comente a ella. Cero apoyo de su parte. Yo sola en mi dolor en mi impotencia, vislumbraba un tema negro en su pasado, tal vez en su familia, un tema tabú que nunca se pudo esclarecer. Yo hubiera agradecido, que al igual que otros temas, éste me lo hubiera comentado con total amplitud, y así, yo con mis ojos abiertos como plato, la garganta seca de impresión, y la respiración entrecortada por las palabras que no vienen, elaborar su asunto y dejarlo pasar como todas las otras cosas que me había contado. Mis oídos tienen un gran bote de basura, donde voy echando todos los secretos que me cuentan, donde se van quedando los detalles, los lugares, todo allí se almacena, hasta que un día se juntan todos los pedazos para hacer un monstruo, que debo sacar en forma de cuento de princesas, o de historias rosas, porque mi mente simple no comprende, no procesa las historias maquiavélicas, las vidas tenebrosas de los seres oscuros y diabólicos. Mi mente rosa, procesaría todos esos temas en forma de un hermoso jardín lleno de flores, árboles y pájaros entonando cánticos en la primavera. Sin embargo, ese tema, ese tabú de su propio pasado, no ocupó parte de mis oídos. Aquella comunicación en que yo buscaba su compasión, su apoyo, quedo desierta, y mi incomprensión y mi dolor sin respuesta, se quedaron impávidos, rogando a Dios, que no se aprobara la ley en contra de la familia, de la que ella en su depresión evasiva, no comprendía la gravedad.

En otra ocasión yo le fallé. No hay manera de complacer siempre a la gente, y con la opción de ver una obra de teatro, o ir a un antro escandaloso, por supuesto que mi mente prefirió la paz y emoción de la obra de teatro. El festejo de su cumpleaños, sí asistí la acompañé un ratito muy pequeño, porque estaba cansada, porque no quería ir al antro, porque la música fuerte me cercena los oídos. En fin que no le cumplí como ella estaba acostumbrada a recibirlo de mi.

Al pasar el tiempo y verla el día de hoy, me encuentro con mi amiga petisa, con su tez blanca, dulces ojos azules, hermosa sonrisa venusina y estilo lánguido y desorganizado, tan lejana como el primer día. Ya no hay la chispa de dos desconocidas, ya no hay la curiosidad de saber algo sobre esa persona, todo se ha dicho, y su depresión constante, su proyección enfermiza, terminaron por separarnos y hacer de lo que alguna vez fue amistad, solo un bello recuerdo que hoy debo acariciar. Sin embargo me duele. Estoy cansada que mi vida todo sean razones momentáneas, razones, que me llevan a un aprendizaje más que a una vida en compañía. Razones que simplemente eso son, momentos hermosos que deben quedar en el pasado, para ir olvidando, y así algún día al abrir el álbum de fotos de la memoria, salga a relucir ese instante, esos escasos meses que nos unieron, y que hoy no se pueden contar en suma, sino en resta. Aferrarse a lo que a uno le molesta, no es bueno, aunque el pasado pese tanto, hoy veo con tristeza que ya no hay lo que había, que eso que nos unía ya se resolvió y no hay mas tema de conversación. Que aquello que yo pensaba era un tema pasajero, como sus depresión consistente, es algo que ahora me molesta, y me aleja de ella. Su egoísmo , su egoísmo. Su carácter de princesa consentida, que le hizo ver el mundo desde su propia proyección, es lo que hoy le hace su gran egoísmo. Yo no quepo en su proyección, mis palabras ya no son más útiles, mis oídos han escuchado suficientes secretos de ella y ahora, debo despedirme con el llanto en los ojos, con el dolor del alma, con el corazón estrujado y el estómago revuelto, con la tristeza de quien no quiere soltar aquello que fue lindo y que ya no lo es. Cuando el corazón ha cedido el puesto a la razón y cuando ésta le dice "ya no va", "ya salte de ahí, que te van a lastimar", arrastrar el muerto no es bueno. Pero mi corazón llora, mi corazón llora en desesperanza en soledad, en desesperación, en tener que olvidar aquello que fue lindo, que fue compañía, que fue amistad, que fue momento, que fue ... que fue... pero ya no es.