Brenda que conocía la forma de trabajar de Basileo, suponía que toda la gente tiene un uso, tal vez alguien más podría hacer ese trabajo y ella hacer lo que quería “y tu que quieres hacer en vez de vender productos?” Emocionada, Tania empezó a platicarle a Brenda pocas veces tenía oportunidad de expresarse porque su hermana siempre la callaba y le adivinaba la respuesta antes que ella terminara su frase “yo quisiera estudiar matemáticas, una carrera de física o de astronautas, mientras voy en el coche voy haciendo cálculos de la velocidad con la que chocan los insectos y cuando puedo leo mis libros de fórmulas y procedimientos” “uff eso si que es un gran reto y ¿cómo haces para calcular tantas cosas y que te salga bien?” mmm eso es el detalle yo hago los ejercicios de los libros y a veces cuando puedo visito a un maestro que me explica lo que no entiendo”. “Bueno eso es una forma muy entretenida de viajar, de esta forma no sientes la carretera” le respondió Brenda a manera de asentimiento. Yo estudié solamente un poquito y me gusta mucho leer los libros de Madame Pinotti esos libros de aventuras y de pintores o de biografías de gente ilustre, esos me gustan mucho, me entretienen y me llevan a lugares para mi desconocidos”. Como a Tania tampoco le interesara leer sobre lo que a Brenda ella le cambió el tema “tu que háces en esa casa tan solita? ¿No quisieras tener hijos?” Brenda interrumpió “¿De Basileo?, no” “bueno, no de Basileo, tal vez de otro” respondió Tania socarronamente. Brenda en ese momento se fue. Hablar de ese hombre era demasiado molesto, el solo hecho de mencionarlo la hacía que los ojos se le llenaran de lágrimas.” “¿Por qué lloras cada vez que aparece ese hombre?” “Porque me ha hecho mucho daño, nunca he podido vivir libremente sin la preocupación de que él me persiga o me haga algo” respondió Brenda con tristeza. “Pero si tu no quieres no tienes que vivir con él, lo puedes entregar a la policía” “uuy no”, respondió Brenda precipitadamente “el me inculparía de todo lo que el ha hecho”, además ¿qué haría yo sola?” A Tania le entristeció esa respuesta, como una chica tan joven tenía una expectativa tan limitada? Vivir al lado de ese hombre que por ninguna forma la quería. La miró a los ojos y descubrió una gran tristeza, la misma que ella alguna vez tuvo cuando se descubrió manejando semana tras semana conociendo carreteras. “Yo se como te sientes: vives con el corazón triste, tus ojos llenos de lágrimas que no te permiten ver lo bonito que es amanecer cada día, hasta de la nariz te salen lágrimas de dolor y frustración. Yo encontré una forma de arreglar ese problemita…. Brenda no la escuchó Tania hablaba y hablaba diciendo incoherencias que ella no escuchaba.
Había salido muy asustada del pueblo, de ese casi encuentro con Basileo y se fugó buscando a Doroteo. Preferiría que estuvieras muerto para así saber que eres un angel que me cuida, que no importa donde esté sabría que estas conmigo. Ay amor mío tal vez ella tenga razón y pueda encontrar un suplente tanto de ti, como de Basileo. Ha pasado tanto tiempo que en verdad ya podría yo cambiarte de cara. Podría yo encontrar alguno que me valorara, que viera que soy una chica linda como Tania. En sus pensamientos miraba a su chofer. Era una mujer delgada con facciones toscas, un poco masculinas, el pelo largo agarrado por una cola. Su voz era melodiosa pero gruesa, sus movimientos no eran graciosos, pero su personalidad era arrolladora. Era difícil no mirarla; su mirada segura controlaba todo a su alrededor, miraba a Brenda y manejaba al mismo tiempo, también le preguntaba en qué pensaba mientras ella seguía con su idea de cómo resolver sus frustraciones. Era un manojo de actividad. Asi Brenda se miraba a si misma: sus manos finas y pequeñas, de piel descuidada pero suave, sus brazos blancos como escultura griega, su pecho mediano y bien marcado, cintura estrecha y caderas amplias. Que difícil ponerse un pantalón, se sentía elefante por detrás con un derriere amplio y seductor. Sus piernas bien formadas eran mas aguantables con una falda corta.
Mientras tanto Tania le explicaba su método contra la tristeza “como te decía a mi me encantan los dulces, estos de bolitas, son deliciosos saben agridulces, algunos vienen de otros sabores, y así cada día que me controlaba podía comer unos cuantos de éstos. No sabes lo difícil que me resultaba comprarlos y no comérmelos. Pasaba una hora y los tenía enfrente; si al pasar esa primera hora me sentía bien y feliz me comía uno, después de otra hora me comía otro. Por supuesto que a la tercera hora terminaba comiéndomelos todos para que a la noche terminara yo otra vez triste. “ se callo Tania para respirar y recordar.
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