lunes, 19 de diciembre de 2011

Brenda 3- la seducción 20a. parte


Rafael la miraba insistentemente, no porque quisiera comérsela, sino porque le generaba curiosidad ganarse a una mujercita tan …. Encantadora, tan infantil, tan dulce, tan… palomita escondida en su agujero. Tania  y Rafael charlaban y Brenda de a poquito se soltaba. Rafael ya se había parado varias veces para revisar su apariencia: a pasarse un peine, a ponerse loción, a revisar que su aspecto no fuera la razón que la alejara. No sabía exactamente qué esperar de ella, le insinuaba salir a tomar aire pero Tania lo miraba reprochante; le invitó un trago y Brenda se conformó con un licorcito que se calentó de tanto que tardó en tomarlo. Le prendía la curiosidad de que ella lo mirara como lo disfrutaba y eso lo mantenía expectante en tensión mirando cada movimiento que ella hacía.

El se acercaba para oler su perfume de feromonas que lo incitaban, para que ella mas se alejara, le hacía recordar el estilo burdo de Basileo el abrazo metálico que tanto le aplicaba a esta insegura mujercita.

Rafael en estocada final le inventó una rima : estrella distante, que de encontrarte acabo porqué desaparecida andas? Acércate, quiero que tu brillo mi camino ilumine. Brenda lo vio, subió la cara y por unos segundos clavó su mirada asustada en los ojos verdes de ese desesperado muchacho. “Repite lo que acabas de decir, tu voz suena hermosa” Rafael comprendió que la llama estaba encendiendo. Sin embargo Tania lo estaba poniendo nervioso, no podía moverse con agilidad sin mirarla cauteloso expectante de la aprobación en su rostro. Tomó de la mano a Brenda acercándose a su amigo Mauricio. El sabía que esto rompería lo que estaba empezando pero era un intento de mover la tensión que se estaba acumulando, necesitaba quitar a Tania quien como guardaespaldas no se movía del lado de Brenda. “Hey Mauricio ¿qué te parecen mis amigas?” y en ese movimiento agil se coloco entre las dos mujeres abrazándolas para que su amigo no perdiera detalle de ninguna de las dos. Rafael, conociendo a Mauricio, sabiéndose su jefe, saltaría: no podría Rafael tener a dos y el a ninguna. “¿Pues comparte no?” le dijo Mauricio seria y socarronamente. Tania se había metido en un gran problema Mauricio no estaba en sus planes y conociendo a Rafael su pobre amiga, corría cierto peligro. 

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