martes, 30 de agosto de 2016

.... Y EL MAR GRITABA...

EStaba decidido pese a lluvia y mareas altas, haría un divertido día de surfing. Primero fui a probar el agua, fuera a estar demasiado fría y me echará a perder mis planes de diversión y preparativos.

Una vez controlada la temperatura del agua de mar, como chica de 10 años tomé mi tabla de surf, mi bañador, además de todo el equipo de spa, iba yo en el elevador cargada de cosas que fui descargando en los diferentes pisos.

Llegando a la playa, considerando que lloviera, coloqué mi ropa protegida por el cojín donde uno se recuesta. Seguramente tendría frío al salir del agua, y quería asegurarme poderme secar.

Llegando a la playa..... Nada. Yo esperaba grandes olas, revolcones, un bañador lleno de arena. Me sentía en la tina de mi casa, solo que un poquito más grande. Caminaba varios metros, cuando el agua había llegado a mis rodillas, me tiraba en la tabla, esperando una gran ola que me empujara a la orilla Nada. Así pacientemente, nadando y disfrutando la pasividad del mar en tiempo de tormenta, nadaba dejándome llevar en reversa por la discreta corriente que movía las olas. Miraba cómo finalmente había pasado un edificio. Al cabo de otro largo tiempo,... Otro edificio más. Mi paciencia y deseo de echar fuerzas con el mar, mi búsqueda de hacer abdominales... Nada, todas mis expectativas se iban desmoronando.

De pronto me vino a la mente aquél día en que fui a aprender a hacer surfing con mi hermano: "busca la ola grande, donde se está formando la espuma, y te dejas llevar", recién entonces me ahogó una ola. Yo con los ojos cerrados, esperando que se acostumbraran al agua salada, sentía que se iban mojando de a poco, y me ardían más que al recibir el agua salada. Decidí que mantendría los ojos abiertos, tal vez se secarían más rápido. Sentí la corriente que me llevaba y me ahogaba, unas medianas olas hacían más profundo el piso que tocaba. Finalmente, había encontrado una corriente con olas. Yo animada me profundicé en mitad del mar, esperando las olas inmensas que me arrastrarían hasta la orilla. Muy divertido, pero nada emocionante ni espeluznante. Me dio tiempo de estudiar el recorrido de la corriente. Me parecía estar en un juego de olas, de los que son imitación de pileta de oleaje de 3 x 10 m. Me mantuve otro rato en este juego de olas, nada espeluznante ni retador, nada que llenara mi curiosidad épica, como las olas del mar abierto de Acapulco, aquellas que en sólo 10 min, me mandaron a descansar a la orilla para permitirlas contemplar desde afuera, porque ya estaba agotada.

Seguí nadando, notaba que la marea subía. Había unos chicos de 6 y 8 años nadando junto a mí. Su padre vino a buscarlos, y desde la orilla los miraba que no se ahogaran. Yo esperando mis grandes olas. Y llegaron... No eran las Mavericks tamaño edificio que esperaba, pero me ahogaron bien, me mojaron la cara y me cegaron otro poco. Me llevaron a la orilla y nuevamente las tomaba en mitad del mar. Ya me había cansado, tanto esperar la fuerza del mar, también me había aburrido. " ahora sí, nadando me voy de regreso a casa" Me recordé una seductora conversación con un joven apuesto. "Esto es como hacer el amor" No sabía a qué se refería mi recuerdo, hasta que me vi nadando y nadando, para permanecer en el mismo punto. El agua me revolcaba, me ahogaba, me jalaba, de la misma forma que lo hiciera un  amante en un momento apasionado. yo miraba las olas, y recordaba la frase "yo te llevo a casa, sólo déjate llevar". qué placer tan Enorme, ver esas olas inmensas, que no me permitían salir de mi corriente, yo nadaba y nadaba, me esforzaba, y al voltear a la orilla, estaba en el mismo punto. En verdad un momento placentero, siendo arrastrada por los brazos de ese hombre delicioso... Finalmente escuché al mar gritar. El juego se había terminado, mi edificio estaba muy lejos, y cuando el mar grita, hay peligro al acecho.

Me paré en el fondo del mar. El agua me llegaba a las rodillas..... Sí, no era peligroso en donde me encontraba. Caminé con fuerza, la corriente no me permitía avanzar, yo con la fuerza de mis pies sobre el fondo del mar, sentía como quien camina en una banda sin fin. Recordaba el grito del mar, el cuento de quién había escuchado un terremoto y luego la ciudad temblando a 6 grados Richter. "Se escucha como un tractor dentro del mar" El mar avisa, sólo hay que saber escuchar. Seguía en mi banda sin fin, disfrutando del agua en mis rodillas, en la fuerza que debía hacer mi abdómen para poder avanzar. Las escasas gotas de agua que empezaban a caer, eran el grito que el mar había dado hacía apenas unos minutos. El cielo sobre mi, negro, el viento helado fuerte. Finalmente llegué a un espacio de remanso, donde me pude introducir y evitar el frío que sentía mientras caminaba. De pronto se soltó la tormenta.... wow, qué delicia, mi amante marítimo venía a soltarme agua por todos lados, mojada de pies a cabeza, por la lluvia y el mar;  yo me seguía sumergiendo en el mar El agua era cálida, comparando con la lluvia y el viento que pegaban en la superficie.  Recordaba el grito del mar,  y me venía a la mente  las clásicas tormentas fuertes, con truenos y relámpagos, y yo metida en el agua que es conductora; "vendrán también relámpagos" el agua es conductora, " mejor me salgo y si veo un relámpago me tiro al piso" " uy que frío, mejor me vuelvo a sumergir". Así finalmente llegué a mi edificio, el agua caía con fuerza, el viento me arrancaba la tabla de surf, que ahora yacía sobre mi cabeza. A ver si así era menos frío recibir la lluvia.  Mi ropa en la playa bajo el camastro  estaba bastante seca. Me envolví en la toalla, para que al menos me mantuviera el calor que el agua de mar me había brindado. En medio de la tormenta, la toalla me mantuvo caliente, me evitó desmayar de frío, y de que me cayera un rayo.... Ya a salvo en el spa, tomé un baño caliente, un vapor hirviendo, y toda la aventura con el mar se quedó en mi memoria. 

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