jueves, 18 de agosto de 2016

EL PERRO DORADO

Esta es la historia de un perro fiel. Este perro era color dorado, fuerte, deportista, altivo. Hermoso pelo que siempre fue cepillado y cuidado con gran dedicación, igual que una chica cuida su pelo, largo y sedoso, lacio y brillante, de la misma forma Lucía el pelo de este gran perro. Un día llegó a la casa de su dueña, era tan sólo un cachorro, y se adaptó muy contento a esa casa. Su vivienda era un pequeño trozo de jardín, que ocupaba parte del estacionamiento, y allí entre coche y jardín, el perro pasaba el día. Por la tarde, venía su pequeña dueña, a llevarlo a pasear, para ella era la razón de venir a casa, el perro dorado era lo único que la motivaba a regresar de la escuela, a estar animada.

La dueña de este perro dorado, era una pequeña triste, insegura, una pequeña chica que había perdido a su madre desde muy pequeña. La pobre huerfanita vivía con su padre y unas criadas, pero ello no la consolaba, necesitaba la compañía de alguien que la confortara, que le permitiera vivir como corresponde a una pequeña de 13 años. Ella insistía con vehemencia que quería un perro. Ella no hablaba bien. Al perder a su madre, se quedó muda, ¿Qué podría decir una pequeña que desde los dos años había perdido a ese ser que le había dado la vida? En sus pocas palabras pedía un perro, un compañero. Una tarde de sábado,  su padre finalmente dio luz verde a sus peticiones: la pequeña obtuvo un perro. 

Mucha gente se extrañaba ¿Cómo una adolescente  de esa estatura podría tener un perro dorado? ¿Cómo lo cuidaría si ella era sólo una niña? Seguramente lo abandonaría a los tres días, como hacen todos los niños con los animales. La apuesta en favor del perro dorado era poco alentadora. 

Llegó el cachorro a casa, la niña vertió todo el cariño de su vacío en el perrito, él tenía su alma y con ella crecía y crecía, saludable y feliz Finamente pasó el tiempo. La pequeña empezó a crecer. todos los días paseaba al perro, lo alimentaba, lo acariciaba, la pequeña, ya señorita, peinaba al can, de la misma forma que ella cuidara su hermoso y largo pelo, cepillaba sus cabellos, y así largos y hermosos lucían y brincaban a la luz del sol. Llegó el momento en que las cuentas de la vida se cobran. El perro tenía. 15 años, los que corresponderían a unos 100 años humanos. El perro enfermó gravemente. fue llevado al veterinario. "Este perro no tiene futuro" dijo el médico "tiene un problema en los riñones, no puede orinar más, el propio cuerpo lo va a envenenar". La pobre chica que ya para entonces había aprendido a hablar, lloraba y le pedía al perro que no se muriera, que la acompañara. Así pasaron los días. El perro en el hospital, no cedía, estaba postrado en su jaula, sobreviviendo. "Este perro hay que sacrificarlo" dijo el médico. De ninguna manera" dijo su ama " yo me lo llevo a mi casa y allí que muera, yo no permito que le hagan nada a mi querido compañero." 

Así fue como el can moribundo regresó a la casa donde había crecido. La chica lo cuidaba, ahora con más esmero, su alma estaba en peligro, Ella dentro del perro eran el corazón y la vida misma del perro, quien la cuidaba con esmero; el perro había estado con la chica durante su infancia, en la soledad de una pequeña enferma huérfana, a quien había acompañado tantos años, y le había reestablecido el sentido de vida, quien le había enseñado que la vida continúa pese a tener una pérdida: ahora era el turno de la chica de cuidarlo. Pasada una semana, el veterinario visitó la casa de la chica para revisar al perro. Lo vio postrado, como muerto "este perro no puede ir más al baño?, Va a Morir dentro de poco" El perro con el alma de la chica, escuchó esa frase, se levantó de su aposento y con la altivez de un gran perro dorado, fue al baño frente a los ojos atónitos del veterinario. "En verdad esto es increíble, yo lo he visto caer, declinar, descender, y ahora así de la nada se levanta y hace lo que yo no apostaba haría?, esto no es posible" El cariño de su dueña y la compañía que ella le proporcionaba, le dieron la salud al can, el alma de la chica dentro del can habían logrado comunicarse. 

La chica sabía que los cuidados y el vínculo que ellos habían logrado, mantendrían vivo al can. ¿Por cuánto tiempo? Sólo lo sabría la salud y el destino de su vida. Ese animal había sido la compañía de la pequeña, quien siempre estuvo a su lado, uno al lado del otro, crecieron, maduraron, y a la fecha se siguen acompañando.Ella a sus 28 años y él a su 15. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario