domingo, 21 de diciembre de 2014

ANGELINE UNA MUJER ABURRIDA


Cuenta la historia de una mujer que vivía triste y desalmada, su cara no era apacible, tampoco feliz, pero tampoco agria ni desesperada. Su cara era plana. No mostraba felicidad, ni tristeza, alegría ni pesadumbre. Ella estaba aburrida. En su mirada había la languidez de quien descansa de un reciente dolor, pero que por otro lado no hay nada que la estimule para salir de éste. Su cara plana mpstraba gran tedio por la vida, una falta total de realización personal y sin embargo un tiempo de larga lucha en su vida.

Angeline tenía un hijo llamado Eduardo. Ella estaba encantada como todas las madres, lo están de sus hijos. Eduardo era un joven apuesto, bien armado, con la mirada fija en sus objetivos y sus resultados siempre puestos en alto. Angeline estaba más que orgullosa porque su hijo le daba muchas satisfacciones, le daba muchas sonrisas. Eduardo crecía y entraba a un gran trabajo, una maravillosa transnacional que le daba todo lo que cualquier hombre necesita. Los hombres que saben escalar en una transnacional, viven muy felices, porque le dan a sus jefes lo que ellos quieren ver, y a cambio reciben bonos y apoyos extraordinarios, con los que Eduardo se vanagloriaba. Angeline estaba en verdad muy feliz. Contaba a todos sobre los logros de su hijito, y todos le aplaudían porque él era exitoso y un líder que seguir.

Un día Eduardo encontró una esposa. Angeline torció la cara, esa joven le proyectaba demasiadas cosas. Era muy parecida a ella físicamente, hablaba de las mismas cosas, y le preocupaban las mismas cosas que ella. Su hijito había encontrado quien, al igual que su madre, le aplaudiera sus logros, dejando, como corresponde, a un lado a su madre adorada. Angeline perdía la paz, miraba con espanto, cómo perdía a su hijo en manos de su rival, una igual a ella. Sin embargo, ella era la madre de ese hombre hermoso, ella había cultivado a esa criatura exitosa y no estaba dispuesta a perderlo a manos de una hermosa joven con la que él compartiera sus días. Así empezó la guerra entre Angeline y Aurora...

Aurora,  había conocido a Angeline y se impresionaba de lo bien que se llevaban. Aurora iba encantada a casa de su suegra porque hallaba en su charla la manera ideal de pasar ratos estupendos. Angeline estaba shockeada, su rival la adoraba. Pasaron los años, Eduardo y Aurora disfrutaban los primeros 3 años de matrimonio, felizmente enamorados y encantados, hacían de su matrimonio uno de esos que cualquier enamorado desea. Había comprensión, había alegría, comunicación y ambos estaban felices de encargar a su primer hijo.

Angeline vivía molesta, esa mujer ahora le daría un nieto, ahora ella tendría que cuidar al hijo de su rival, sin embargo era una linda criatura. Eduardo y Aurora vivían las desavenencias y circunstancias de todas las parejas, a ratos se enojaban, y otras se reconciliaban, viajaban juntos y disfrutaban de tiempos hermosos al lado de sus ya tres hermosos hijos. La suegra era cada vez más desagradable para Aurora. Ahora con los hijos grandes, sin más asuntos que esconder, Aurora había conocido a una suegra amarga, envidiosa, enamorada de su hijo y buscando la forma de mantener a la nuera lejos de ellos.

Angeline como todas las madres antiguas, no había desarrollado ninguna pasión, ningún hobby que le fascinara, ninguna razón por la que mandar a su hijo temprano a dormir, para que ella desarrollara aquello que más le encantaba. Angeline, como madre antigua, sólo vivía para su hijo, estaba arrobada en él, porque esa era la moda, cuidar tanto a los hijos  que uno desapareciera del mapa. Angeline vivía aburrida. Su cara era aburrida porque su única pasión, su hijo, estaba casado haciendo su vida y ella ahora sola con su propio marido, tenía que inventar qué hacer para matar todos los días de vida que le quedaban.

viernes, 19 de diciembre de 2014

TODO POR LA FAMILIA

TODO POR LA FAMILIA
Esta es la historia de José. Un hombre de alrededor de 50 años, de carácter férreo, barba y mentón bien armados, mirada fija y comprensiva, pero a la vez divertido y simpático, que decía los cuentos más amenos para ser el centro de la fiesta. Pese a ser tan simpático, vivía con un triste estigma, durante muchos años, había presenciado la infidelidad de su padre, sin él poder hacer nada para resolverlo. En sus manos no estaba el convencimiento de pedirle a su padre que respetara a su  madre. Él sabía que no estaba bien acompañarlo pero así había crecido y no conocía otra forma de actuar para con su padre. Muchas veces, mientras iban por la ciudad y pasaban por el rumbo donde vivía la amante, éste debía permanecer en la sala, mientras el padre terminaba sus tareas en el dormitorio con ella. José sentía que traicionaba a su madre, pero de igual forma cuidaba a su padre. A su manera él se percibía tranquilo, porque cumplía los deberes de un buen hijo.

Un día conoce a Blanca. Una chica deportista, ágil y divertida, sagaz y segura de sí misma, tenía la ligereza en las venas, y la inteligencia en donde corresponde. Ella llevaba en su corazón, la huella de abandono de un padre que de muy pequeña las dejó a ella, sus dos hermanas y a su madre para nunca más volver. Fuera mucho o poco el dinero que hubiera dejado, la madre tuvo que dejarlas para trabajar y traer el sustento a su casa. Ella, siendo la hija mayor  tenía la obligación de cuidar a las pequeñas, de llevar la casa y así aún siendo una niña, de pronto tuvo que crecer, como una adulta mayor, responsable.

Al conocerse Jose y Blanca encontraron aquello que el otro le haría a su vida, aquella desarmonía a la que estaban acostumbrados, él habiendo visto la infidelidad, llenaba el hueco de abandono de Blanca. Se casaron al poco tiempo, y por más intentos que hacían, la cigüeña no llegaba,  hacían pruebas y más pruebas, pero parecía que la bendición de un hijo, de un ángel en casa, no sería lo de ellos. José era el hombre de las fiestas, el hombre de las diversiones, y no importaba la ausencia de hijos, él sabía divertir a Blanca y juntos salían varios días entre la semana a divertirse. Sus amigos iban cambiando. Aquellos que se hubieron casado al mismo tiempo que ellos, ya tenían hijos, y ya no podían estar en la fiesta constante, mientras José y Blanca seguían de fiesta en fiesta contentos, y conociéndose. El hartazgo, no llegaba todavía a su matrimonio, pese al paso de los años, y a "no tener nada que los uniera", como un hijo, Blanca, con su inteligencia, lo conquistaba. El tenía curiosidad de salir con alguna otra mujer, pero Blanca lo llenaba, además el patrón que él conocía, era el de un padre infiel, y él no era padre, sólo marido.

Finalmente al paso de los años consiguieron su primer hijo. Los dos estaban felices, los dos habían logrado elevarse al grado de papás. El bebé más esperado, finalmente había llegado, lo llenaban de caricias, de amor , ternura, abrazos.... y el bebé los separaba. José no contaba con que al volverse papá, la felicidad de la fiesta, se trasladaría a las noches sin dormir por un bebé que quiere comida. Iba cada día al laburo con sus ojeras de hombre maduro, que ya tiene edad de hijos mayores, sufriendo la vigilia por ese bebé tan esperado.

Blanca por su parte, encontró en el bebé su infancia perdida. Por fin, después de tantos años, podría vivir la infancia robada por la adulta responsable, en el muñeco viviente que vino a reemplazar la muñeca consentida, que tuvo que quedar olvidada por cuidar de la casa y sus quehaceres. El pequeño Bernardo era para ella un muñeco. Lo miraba con arrobamiento, lo paseaba,. Dejó su trabajo para cuidarlo, porque ella más que nadie deseaba ser mamá como una pequeña de 3 años lo desea. Blanca no tenía más ojos que para Bernardito.

José como hombre celoso, buscaba quitar la atención del bebé a Blanca, él la invitaba a la fiesta, al bar, a cualquier lado lejos del bebé, como lo era en los viejos tiempos, pero a ella eso ya no le interesaba, aquella vida había sido un compás de espera, mientras llegaba este pequeño al que tanto había deseado. José se enojaba, ¿Qué haría para recuperar a Blanca? Le gritaba al bebé, le decía que se durmiera, que además de hacerle su vida aburrida, no lo dejaba dormir. El bebé lo miraba largamente, serio serio, aprendiendo de los gestos de su padre, le imitaba su forma de mirar, cómo fruncía los ojos, la boca. No entendía nada de lo que decía y en vez de reaccionar negativamente, con la felicidad de un bebé, le hacía ruidos con la boquita y le estiraba los brazos para que jugara con él. Esto parecía un ardid familiar en contra de él. Su esposa ya no le prestaba atención, y su hijo lo conquistaba para que se quedara con él. El deseaba a su esposa de regreso, hacer lo que antes, y parecía que eso no se le daría, él debería quedarse en casa jugando con el bebé como cualquier papá recién estrenado, y eso no le apetecía. Al ver que no podía lograr sacar a Blanca de su casa, decidió salirse él.

Un día, en una junta de negocios, le presentaron a Nieves, una hermosa rubia escultural, con voz de ángel y carisma de demonio. ¿Cómo podría este hombre, deseoso de fiesta negarse a semejante mujer? Al no poder salir con Blanca, invitaba a Nieves, y así día a día.

Inconscientemente  él estaba cumpliendo lo que su herida infantil le había mostrado: ser un padre infiel.  Nieves, con su encanto, lo conquistaba, y él deseoso de diversión, se dejaba conquistar. Blanca acompañada por su bebé, ignoraba la realidad y la soledad de su marido, ella asumía que él estaba trabajando arduamente, y aunque sí lo notaba cambiado, no sospechaba que anduviera por pasos equivocados.

Como todas las relaciones a largo plazo, la relación de José y Nieves, empezó a enfriar, él se empezaba a acostumbrar a ella, y Nieves a presionarlo para que dejara a la esposa y se fuera con ella. Ya eran dos años de relación constante y ella ya merecía por dedicación, al hombre completo. José mantenía dos casas y sus ahorros mermaban. Cada día, él resolvía los problemas financieros de su hermosa amante, y proveía con todo lo necesario para su hogar, así durante dos años, hasta que un día, la cuenta del banco se terminó. Él, que ya tenía a Blanca más tiempo, porque su pequeño Bernardo ya no la absorbía tanto,  nuevamente la miraba y convivía con la mujer inteligente con que se había casado. El enamoramiento que ella había tenido con el bebé, ya había pasado, porque además el pequeño ya era un travieso, berrinchudo y manipulador. Ella comprendió que ese no sería el camino correcto para educarlo, mientras que ahora, ya sin la venda del amor hacia el bebé, observaba la lejanía de su marido, de manera, que volvió a atender al marido, y a reprender al hijo.

José que ya estaba cansado de esa hermosa y frívola amante, un buen día decidió dejarla. Se terminaron las visitas, el dinero, las ayudas financieras, y todos los agasajos placenteros para ella. Se dio cuenta que estaba casado, y que Blanca merecía recuperar el lugar perdido. Nieves, al ver a su tesoro perdido, lo empezó a perseguir  por cada rincón del mundo. No había lugar en que él no estuviera, que no se encontraran. Y cómo no, en los últimos dos años, ella había conocido sus actividades y sus momentos al segundo, y era muy fácil hostigarlo. El hombre temía tanto que un día se le plantara en su casa, en frente de su señora, que decidió enfrentar su responsabilidad.  "Blanca", le dijo un día, y mediante le intentaba hablar, sentía que los colores se le subían a la cabeza, y las palabras se le agolpaban en la garganta "necesito hablarte". Blanca, quien ya se olía la verdad y el tema para hablar, esbozó una sonrisa, le dio la comodidad y el espacio para hablar "Si, dime José, ¿qué asunto importante tienes que decirme?" José tomó aire y lo soltó "Siento decirte, que estos años te he estado engañando, tuve una amante a la que acabo de dejar, y ahora ella me hostiga porque quiere que regresemos". Blanca abría los ojos y contenía la respiración, no decía nada, no tenía caso interrumpir aquella confesión tan dolorosa para él; ella pensaba con enojo "De manera que mientras yo cuidaba al tan esperado bebe, él se divertía con otra", pero como era mujer inteligente lo dejó terminar. Así prosiguió José "si quieres nos divorciamos, yo voy a seguir manteniendolos y prometo que nada les va a faltar, pero yo no me siento honorable de vivir con ustedes después de semejante acción". Blanca, conocía a su marido. Sabía que le gustaba la fiesta, pero también lo valioso que era. Todos estos años sin bebés, ella conoció el corazón de José y sabía que él merecía una oportunidad, además tampoco quería echarle a ésa a los brazos, el tesoro de su marido. "No quiero divorciarme, esta es tu familia y nosotros te perdonamos".

José quedó petrificado; su esposa, lo estaba perdonando, no le estaba reprochando su mala acción, tampoco le estaba cobrando alguna venganza, ella con inteligencia acataba su responsabilidad de esposa, la venganza vendría más adelante, pero ella no quería perder a su familia y aquello que había logrado formar. Ella tampoco sabía que este sería su boleto de supervivencia.   A los pocos meses, encargaron otro bebé y en esta ocasión, fue José quien cuidara al pequeño Bernardo, mientras Blanca se volaba con su nueva bebé. Nuevamente se perdía con ella, pero teniendo presente que también tenía otros fuera de ella, que la esperaban.

Blanca tenía la huella del abandono. Es difícil ir por la vida sin cumplir con aquello que alguna vez vivimos, y aunque nos incomodara, fue experiencia infantil, que debe recordarse y volver a vivir. Hay una enfermedad muy difícil para los hombres de aceptar, una que a la larga provoca que los ellos terminen abandonando a quien la padece: el Cáncer. Un buen día, cuando los pequeños ya hubieron crecido, cuando la vida empezaba a tornarse aburrida, le tocaba a Blanca entrar en acción a su herida infantil: el abandono. Ella se enfermó de Cáncer. José se asustó, "mi mujer tiene cáncer, no quiero que se muera, no quiero perderla, ¿quien me va a cuidar a los pequeños? Por favor Blanca, no me dejes" decía José cada día. Recordaba con pesar sus años con Nieves, y cómo Blanca le habría perdonado su error con lealtad y fortaleza, dejaba su honor femenino en favor de la familia, y él no podría quedar menos. Cada día buscaba cuidar a los chicos, darle la comodidad a Blanca, hacer todo para que ella sobreviviera, y continuaran siendo la familia que habían venido siendo.

Al cabo de unos meses, los exámenes médicos dieron negativo a todo lo enfermo de Blanca. Ella estaba curada. Qué felicidad. La vida nuevamente entraría a rutina, sólo con el fantasma semestral de revisar nuevamente los órganos para asegurarse que no había habido metástasis y la vida siguiera igual de feliz.

Llegaron los 6 meses: Resultados positivos. José se sentía desfallecer, ahora eran los pulmones y el hígado, muerte segura. Jose se sentía devastado, ¿qué haría con los hijos? Echarse a correr ahora que ella lo necesitaba, pero no, él le debía el perdón, le debía la obligación con la familia, con su responsabilidad y honor masculinos. Afortunadamente, todo había sido una falsa alarma, una interpretación errónea y en el fondo, un deseo de ella de que la abandonaran. Era su destino. Pero no la abandonaría, porque ambos habían aprendido a superar sus heridas de infancia, y ambos como adultos, se habrían hecho cargo de curarse mutuamente. Ya no tenían el temor de que los invadiera el deseo de la infidelidad, o el del abandono, como pareja, habían hallado el punto perfecto para encontrar el amor a pesar de sus imperfecciones. 

martes, 16 de diciembre de 2014

STRESS: ASESINATO DE NEURONAS

Esa mañana empezó terrible, cuando uno descubre que lo han traicionado, cuando de pronto se da cuenta que aquello que uno había desechado y había negado, aquella propuesta que le habían hecho y la había rechazado por mala, sí se lleva a acabo, que se han tomado decisiones en tu propia casa, sin tu autorización, que la gente aprovechando la prepotencia del poder, de un pequeño apoyo y la mala comunicación, las cosas se hacen sin que uno desee. Mi enojo era superlativo, no había manera de apaciguar mi malestar, y de paso, toda la gente haciendo su santa voluntad, haciendo como si uno no existiera. En verdad había una chimenea saliendo de mi cabeza.

Salí de la escena, yo no iba a aceptar  que se irrumpiera en mi casa, y los planes de un tercero salieran como ése lo había programado. Así yo enojada salí en busca de una diversión que me  calmara, no había meditación capaz de calmar mi ansiedad, capaz de hacerme funcionar. Así  entré en el club deportivo, allí encontraría algún amigo que me distrajera, que me dijera o me escuchara, entonces entré en el baño y me mire en el espejo: qué horror, mi cara hinchada, mis ojos rojos y las bolsas hinchadas, no había llorado, las lágrimas todavía no podían calmar mi ansiedad; he aprendido que  aunque las lágrimas son el elemento químico que calma el cuerpo, a mí me distrae de mi objetivo de resolver, me hacen perder tiempo valioso para tomar la decisión correcta sin embargo, mi cara sí estaba hinchada, como si hubiera llorado largamente. Mi estado era como de león enjaulado, caminaba y hacía ejercicio, tratando de deshinchar mis senos nasales, mi ojos hinchados, todo se calmaría al hacer deporte.

Mi enojo no cedía, todo era malos pensamientos y ganas de ahorcar a esa persona que había invadido mi espacio, no podía pensar, la objetividad que mi buen amanecer me había dado, ya estaba olvidada. Seguía sin poder resolver. Finalmente, me puse a escribir, tomé un poco de sol y respiré, comí algo y la sangre alimentó el cerebro, encontré lucidez y comprendí mi error, comprendí qué me molestaba más, como siempre, la falta de comunicación.

Llegó la noche, mi cara ya estaba plácida, mi cuerpo se sentía más relajado, pero mi cabeza me dolía. ¿Qué parte de mi cabeza me dolía? ¿Qué parte de la cabeza recibe los golpes emocionales? ¿Qué parte del cerebro sale a responder ante cualquier peligro? La amígdala. Así es. He aprendido tanto del cerebro, que ya comprendí qué me dolía y por qué.

Hace no mucho tiempo, escuché que en caso de estress, en caso de enojo, se mueren las neuronas de la amígdala. La amígdala es quien recibe las malas noticias, pero como no sobreviviría con tanto malo, pues mata lo peor que le ha sucedido, para no recordarlo nunca más. Si yo fuera una amígdala y quisiera cuidar a mi amigo el hipocampo, a quien le envío todos los recuerdos emocionales que me han llegado, le pasaría los menos dolorosos, los de menor estress, los que me van a afectar menos en el futuro. Por esa razón las neuronas de la amígdala se mueren, porque no quieren recordar ese estress tan desagradable que vivieron. Algunos eventos se quedarán, aquellos que involucran alguna situación emotiva que involucre alguna escena, pero los del momento que uno olvida porque son muy fuertes, esos se olvidan completamente.

Mi sensación en mi cabeza era un dolor intenso a la altura del oído, las sienes me dolían un poco, tal vez como reflejo del dolor intenso que estaba sufriendo la amígdala, pero mi pobre amígdala ha sufrido tanto, que he comprendido lo que significa quedarse tonta, quedarse sin neuronas. He matado cientos de neuronas por culpa de una situación que no he previsto, ni he sabido resolver, mis pobres neuronas murieron, y nada habrá que las resucite. Eventualmente se dice que las neuronas del hipocampo si se regeneran, si se renuevan, pero, tristemente, las de la amígdala murieron. ¿Cómo me di cuenta? Porque mi vida en general, es muy controlada. Con mis ejercicios intuitivos y cuánticos, puedo prever algunas escenas, puedo elaborarlas y tomarlas, asirlas; entonces al sentir por la noche todo mi cuerpo, noté la diferencia entre un día normal y uno como hoy. Es impresionante sentir que hasta el cerebro se puede percibir, que no por estar  debajo del hueso del cráneo y debajo de una zona que no se puede tocar, pueda uno tener la sensibilidad de comprenderlo.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

EL MUSEO BARROCO

Cuenta la historia de un museo, todo lo que había en él era simple, era mundano, era lo mismo que se ve en cualquier casa, cuadros, jarrones, plantas. Sin embargo el museo como tal era una belleza arquitectónica, nadie lo miraba, todos se centraban en mirar los cuadros y los objetos que éste mostraba, pero pocos sabían la enorme riqueza que este monumento tenía.  Estaba hecho en el barroco clásico, donde todos los ornamentos tenían la cantidad perfecta. No era la simpleza del clásico, con sus rayas simples y poco decoradas, tampoco la  exageración del Rococó, con sus curvas rebuscadas pintadas de dorado; era simple verlo, era bello a la vista.

Un día una persona hizo propaganda a este hermoso edificio. Cada persona que iba, le daba la explicación de algún cuarto, o algún pasillo, o algún rincón que él bien conocía. La gente iba caminando dentro de ese lugar, ignorando ahora lo mundano, ignorando los cuadros , jarrones y objetos  simples que allí se mostraba.
Ahora, todos miraban el arte en sí mismo. Miraban las curvas de los techos, las paredes talladas, y el detalle perfecto de un color neutro. Todos admiraban los pisos de mármol, con dibujos simples, tal vez con combinación de colores estilo ajedrez. El edificio como tal era una belleza. Sin embargo era sólo para conocedores, uno va al museo a mirar objetos, no techos, paredes y pisos. El museo era poco concurrido, pese a ser hermoso, a poca gente le importaba su arte perfecto, su estilo artístico estilo Bernini. Fue así como alguien se le ocurrió  cambiar la publicidad del museo, introdujo información del constructor, algunos cuadros alusivos a su obra, algunas esculturas, tal vez imitaciones que embelesaran este monumento ignorado. Así la gente pudo disfrutar de este lugar en todo su esplendor , la magnificencia de un edificio bien montado, hecho a la perfección para deleite del artista y sus contemporáneos, y también una muestra del estilo artístico del artista como tal. Al final, no importa qué haya quedado, si no se menciona la persona que lo hizo, si el monumento no tiene cara y nombre, pierde importancia, pierde valor, porque es la persona la que le da el punto de energía a cualquier arte.

jueves, 4 de diciembre de 2014

EL MISTERIO DE LA INFORMACIÓN


Cuando miro en retrospectiva, veo que ya no escribo nada, que aquello que antes me impulsaba a escribir, ahora termina en tres líneas y en temas que sólo yo comprendo. Me encanta escribir historias intuitivas, que después le dan sentido a mi vida, pero que si yo las publicara, serían una cosa sin sentido para mi lector. Por otro lado, los hits mayores  ya no lo son, siento que todos los temas ya están trillados. Todos escriben de amor, o de desamor, o de efecto positivo, y a mi eso ya me aburrió, es cansado leer una y otra vez sobre lo mismo en diferentes palabras.

Leía sobre la física cuántica, que explica por qué es este fenómeno de los temas trillados. Las partículas cuánticas,  surgen en pares, y cada una se extiende hacia un lado diferente, con la misma información transmitiéndola en otra parte permitiendo que más personas se enteren más rápido y al mismo tiempo. Habla también de que hay cualidades que si antes eran más difíciles de lograr, cuando una la ha conseguido, le "pasa" la información por vía cuántica a otra persona en otra parte del mundo. Cuenta sobre un pájaro que empieza a hacer alguna gracia, la misma que hace otro en otra parte del mundo, y este tipo de pájaro específicamente se queda a 25 metros de su casa, ni se aleja de su zona, y menos emigra. Es la física cuántica la que hace esta magia, la que extiende la información por todos lados. Ésta también indica que somos 90% energía y sólo 10% materia, por lo que todo lo que hagamos, se va a transmitir por medio de estas partículas.

Yo sé que es algo muy extraño creer esto, pero tiene una base científica muy bien sustentada. Para los creyentes, se pensaría que Dios inspiró a varias personas para que esto se transmitiera por todo el mundo. Sin embargo, yo creo que Dios se ocupa de temas más místicos, y no de las gracias que puedan hacer los pájaros en diferentes espacios del mundo. Como sea, la física cuántica, me está gustando, me está explicando tantas cosas. De ahí que la información intuitiva tenga una explicación clara, de ahí que el hecho de que dos personas vean un símbolo, signifique lo mismo. Por ejemplo las enfermedades o males físicos: tanto Louise Hay como Deepak Chopra como otros autores, explican las mismas enfermedades por las mismas causas. Es cierto que muchos se copian, pero también se copian porque les hace sentido aquello que su intuición les mostró, y al sustentarlo uno con ciertas palabras, el otro puede comprobar su teoría. La física cuántica es en verdad algo maravilloso para el cerebro, porque éste se desarrolla, usa sus neuronas y hace a la persona crecer de una forma más amplia. Ya no es el cerebro que se queda sólo con la limitada información de su pequeño mundo, sino que ésta se puede expandir más y más. Es como si yo necesitara de Groenlandia alguna información, hablemos de cocina que funciona igual que el cerebro. Estoy preparando una torta, y requiero un sabor característico, uno que haga que mi torta sepa a aquello que mi felicidad necesita, y así, de paseo en Groenlandia, me encuentro con "eso" en el mercado. Tal vez, estoy en un restaurante y me sabe a eso que estoy buscando, hablo con el chef, y éste me dice que es una plata que crece  al por mayor en ese clima tundraico. Así puedo llevar ese ingrediente a mi casa, y hacer mi torta con el sabor que estaba deseando. La física cuántica le permite a mis células ir al mercado del mundo y encontrar aquello que mi persona necesita para crecer. Es una maravilla tan grande, es un tema tan vasto, que podría seguir explayandome por líneas y líneas, exponiendo todos los ejemplos que esta ciencia se refiere.

Estas historias intuitivas, y sus explicaciones, surgen de la física cuántica, y a mí me parece algo precioso, es como un gran regalo envuelto para mi satisfacción, completa. Posiblemente, tampoco quiero abrirme tanto que sepan mis secretos, por esta razón tampoco publico mis historias intuitivas, porque las células cuánticas, van a pasar mis secretos y mis enojos a todo el mundo, y hay información que no tengo ganas que se divulgue, aunque tal vez, al pensarla, ya alguien en otra parte del mundo, está pasando por lo mismo y sabe exactamente de lo que estoy hablando y realmente, no tengo gana de que ... No es verdad, es bueno divulgar historias intuitivas, porque tal vez mi caso le ayude a alquien más a resolver su asunto, o mejor aún, el caso de la otra persona, le dará sentido y solución al mío. En fin, creo que he aprendido mucho al escribir aquello que no tenía intención de hacer.