miércoles, 30 de marzo de 2011

Mi compañero incondicional

Allí, a unos pasos del río entre la sombra y los lavandas, encuentro mi cabaña. ¡Qué paz! Entrar en ella solamente sentarme en mi sillón que mira las lavandas. 


Tras mi amable camino cierro los ojos y recuerdo esta historia:


Tuve una visión mientras escribía. De pronto me dormí y me vi de niña jugando con un hermanito rubio. Un niño tierno y lindo. Dulce. Todo el día quería estar conmigo. Yo era su hermana grande y su mami suplente. Yo quería jugar sola con Pilly, mi muñeca, pero como siempre jugábamos los 3 él quería jugar con nosotras. Yo fui con abuelita y le dije "ya no quiero jugar con él, yo no lo quiero cuidar" y entonces ella vino a rescatarme.



Al despertar sentía la tristeza del niño que se sentía fuera del juego. No estaba feliz quedándose con su abue, pero yo era niña y no me daba cuenta. Yo era una niña muy responsable y por nada quería hacerlo llorar, que se pusiera triste, pero una niña por más agrandada, no siente como adulto, sino como niña. Ya de regreso en casa estaba enojado y no me hablaba, yo lo abracé y le dije "perdón, ven a jugar con nosotras. No estás enojado, verdad? Y así el vino con nosotras y jugamos.... esta historia nunca terminó porque a los pocos meses murió y me quedé solita recordando ese momento en que lo ignoré sin saber que de ahí en adelante siempre jugaría sola.... lo saqué de nuestro juego un ratito y el se fue para siempre... me dejó jugando solita.

Por más molesto que puede parecer el presente, hay que aquilatarlo porque no sabes que pasará después, o si podrás despedirte.

fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario