ZA: Lo quiero ver...
YO: No ZA, es Ulises, no olvides que ....
ZA: No me importa., yo lo quiero
YO: ZA recuerda que Ulises tiene una historia, tiene un propósito, no puedes apegarte a un sentido inútil
ZA: No me importa!..., ¡no me importa!, yo lo quiero
YO: Recuerda el motivo de Ulises, recuerda que la persona llamada Ulises, debe rendir el honor a su nombre. Nunca un Ulises puede quedarse en un lugar, Ulises tiene que ir de un lugar a otro.
ZA: ¿De dónde sacas esa idea?
YO: Ulises es el pionero de los griegos, el nombre Ulises, significa el que va delante, el primero, el que rompe fronteras. Ulises fue a la conquista de Macedonia en el arca con los hombres esos de nombre raro: Los Argonautas.
Oh si, de historia no sabemos nada, ni de nombres de héroes, pero sí sabemos la historia de Ulises.
ZA: Tienes razón, por eso me encanta Ulises, porque es conquistador, porque es seductor, su arranque su vitalidad; es indomable, no lo puedo seguir, por eso me apasiona, es como un caballo de carreras, que va galopando a toda fuerza con su crin al viento, y sus músculos vigorizantes y sudorosos, no pueden más que aferrarme a su imagen, apegarme a su sentimiento.
Yo: Parece que Ulises hizo bien su trabajo.
ZA: Si, muy bien... REcuerdo el día que lo conocí. Su aplomo de lejos, hombre alto, moreno, bien cuidado, prolijo, meticuloso, poca barba y ojos traviesos. Al cruzar su mirada, sus ojos negros se posaron en mi agua
"necesito tu ayuda, necesito una rutina"
"ven para acá, te quiero para mi"
así me llevó a un rincón apartado, y emprendimos un arduo ejercicio. Algunas lagartijas, abdominales, sentadillas. El hombre me traía a todo galope, a fuego lento, calcinando mis huesos, mis músculos y yo sin poder parar, su mirada ardiente de caballo galopante me llevaba hasta el extremo...
YO: Zafiro Azul, eso suena ardiente, un hombre en todo su poderío.
ZA: Eso no me conquistó. El ejercicio no es mi fuerte, y menos en meses de frío, yo no podía levantarme de mi cálida cama. Cuando finalmente me escabullía hasta su guarida me pedía que regresara, me reclamaba cuando me veía, sus ojos traviesos me pedían que volviera. Me enternecía su mirada infantil, y tuve que volver...
YO: ¿Volviste a sus brazos?
ZA: (con mirada extrañada) Esa última clase, había un ejercicio de equilibrio, para evitar que cayera me tomó de la mano. Sentí su aspereza, nada que ver con su acicalado rostro, su perfecta figura; sus manos ásperas, parecían las de un labrador, y cómo no iba a lograr esa hermosa figura, sino levantando pesas que deshacían sus manos. Ese pecho rebosante, los bíceps fuertes y calientes, ardientes. en cuanto pude me solté de su mano áspera, me desagradó tanto ... pero para él fue una explosión. Ese último día me tomó en sus brazos, un respetuoso beso fue su despedida, y su mirada ardiente miraba mi agua, "te cuidas chiquita" Yo impresionada, estupefacta helada lo miré impresionada "¿Ese contacto áspero, tiene esa reacción tan cálida? ¿Cuándo en la vida podría yo imaginar que esa aspereza fuera a contener tanto calor contenido?
Así pasaba el teimpo, el saludo ardiente, y la mirada seductora que me conquistaba.
Yo anhelaba llegar a ese lugar ardiente, mi telepatía lo llamaba, y él acudía, con su mirada oscura y su pecho ardiente. Un día sucedió lo inevitable. Ulises se enganchó . Ulises, como todos los hombres que se enganchan, se alejó a su cueva. Mi telepatía encontraba un espacio vacío, Ulises se protegía y no acudía a la cita cuando me acercaba a su guarida.
YO: ¿Comprendes ahora por queé Ulises debe quedarse en ese lugar?
ZA: No, Ulises es mío. Yo como venusina ardiente, lo dejé alejado. Cuando Ulises se mete a su cueva, Venus espera y espera, perdiendo el tiempo y enganchándose en la espera. Pero yo sé que es Ulises, y Ulises no me va a conquistar como hombre en una cueva, Ulises no me puede enganchar como lo haría cualquier hombre metido en una cueva, Cuando comprendí que Ulises se había desenganchado, por telepatía lo llamé y ahí estaba nuevamente ¿Dónde te has metido pregunté?
Aquí, allá, en todos lados - contestó evasivo.
Yo te quiero ver - le dije mirando sus ojos oscuros. Nuevamente sus ojos traviesos miraron en la sospecha, miraron de soslayo, recordando el momento intenso del abrazo ardiente.
ZA:Nuevamente, allí estaba, esperándome, como corresponde a cualquier hombre enganchado con una mujer. ... Sin embargo yo no quiero que esté cerca....
Nuevamente el cerdo de agua que rige este día me vino a echar la tierra. El cerdo es un jinete con tierra que viene a apagar mi fuego, que viene a controlar al mono de mi carta, al mono que feliz hace mi existencia, el mono que le da agua y creatividad a mi ser, intuición y vida a mi persona. Ese pobre mono que tanto sentido le ha dado a mi vida y tanto me ha ayudado a funcionar, a trabajar, a controlar todos mis proyectos, eclipsado por un cerdo que es su enemigo cósmico y que siempre que puede vendrá a molestarlo, a reaccionar con envidia.
YO: No ZA, es Ulises, no olvides que ....
ZA: No me importa., yo lo quiero
YO: ZA recuerda que Ulises tiene una historia, tiene un propósito, no puedes apegarte a un sentido inútil
ZA: No me importa!..., ¡no me importa!, yo lo quiero
YO: Recuerda el motivo de Ulises, recuerda que la persona llamada Ulises, debe rendir el honor a su nombre. Nunca un Ulises puede quedarse en un lugar, Ulises tiene que ir de un lugar a otro.
ZA: ¿De dónde sacas esa idea?
YO: Ulises es el pionero de los griegos, el nombre Ulises, significa el que va delante, el primero, el que rompe fronteras. Ulises fue a la conquista de Macedonia en el arca con los hombres esos de nombre raro: Los Argonautas.
Oh si, de historia no sabemos nada, ni de nombres de héroes, pero sí sabemos la historia de Ulises.
ZA: Tienes razón, por eso me encanta Ulises, porque es conquistador, porque es seductor, su arranque su vitalidad; es indomable, no lo puedo seguir, por eso me apasiona, es como un caballo de carreras, que va galopando a toda fuerza con su crin al viento, y sus músculos vigorizantes y sudorosos, no pueden más que aferrarme a su imagen, apegarme a su sentimiento.
Yo: Parece que Ulises hizo bien su trabajo.
ZA: Si, muy bien... REcuerdo el día que lo conocí. Su aplomo de lejos, hombre alto, moreno, bien cuidado, prolijo, meticuloso, poca barba y ojos traviesos. Al cruzar su mirada, sus ojos negros se posaron en mi agua
"necesito tu ayuda, necesito una rutina"
"ven para acá, te quiero para mi"
así me llevó a un rincón apartado, y emprendimos un arduo ejercicio. Algunas lagartijas, abdominales, sentadillas. El hombre me traía a todo galope, a fuego lento, calcinando mis huesos, mis músculos y yo sin poder parar, su mirada ardiente de caballo galopante me llevaba hasta el extremo...
YO: Zafiro Azul, eso suena ardiente, un hombre en todo su poderío.
ZA: Eso no me conquistó. El ejercicio no es mi fuerte, y menos en meses de frío, yo no podía levantarme de mi cálida cama. Cuando finalmente me escabullía hasta su guarida me pedía que regresara, me reclamaba cuando me veía, sus ojos traviesos me pedían que volviera. Me enternecía su mirada infantil, y tuve que volver...
YO: ¿Volviste a sus brazos?
ZA: (con mirada extrañada) Esa última clase, había un ejercicio de equilibrio, para evitar que cayera me tomó de la mano. Sentí su aspereza, nada que ver con su acicalado rostro, su perfecta figura; sus manos ásperas, parecían las de un labrador, y cómo no iba a lograr esa hermosa figura, sino levantando pesas que deshacían sus manos. Ese pecho rebosante, los bíceps fuertes y calientes, ardientes. en cuanto pude me solté de su mano áspera, me desagradó tanto ... pero para él fue una explosión. Ese último día me tomó en sus brazos, un respetuoso beso fue su despedida, y su mirada ardiente miraba mi agua, "te cuidas chiquita" Yo impresionada, estupefacta helada lo miré impresionada "¿Ese contacto áspero, tiene esa reacción tan cálida? ¿Cuándo en la vida podría yo imaginar que esa aspereza fuera a contener tanto calor contenido?
Así pasaba el teimpo, el saludo ardiente, y la mirada seductora que me conquistaba.
Yo anhelaba llegar a ese lugar ardiente, mi telepatía lo llamaba, y él acudía, con su mirada oscura y su pecho ardiente. Un día sucedió lo inevitable. Ulises se enganchó . Ulises, como todos los hombres que se enganchan, se alejó a su cueva. Mi telepatía encontraba un espacio vacío, Ulises se protegía y no acudía a la cita cuando me acercaba a su guarida.
YO: ¿Comprendes ahora por queé Ulises debe quedarse en ese lugar?
ZA: No, Ulises es mío. Yo como venusina ardiente, lo dejé alejado. Cuando Ulises se mete a su cueva, Venus espera y espera, perdiendo el tiempo y enganchándose en la espera. Pero yo sé que es Ulises, y Ulises no me va a conquistar como hombre en una cueva, Ulises no me puede enganchar como lo haría cualquier hombre metido en una cueva, Cuando comprendí que Ulises se había desenganchado, por telepatía lo llamé y ahí estaba nuevamente ¿Dónde te has metido pregunté?
Aquí, allá, en todos lados - contestó evasivo.
Yo te quiero ver - le dije mirando sus ojos oscuros. Nuevamente sus ojos traviesos miraron en la sospecha, miraron de soslayo, recordando el momento intenso del abrazo ardiente.
ZA:Nuevamente, allí estaba, esperándome, como corresponde a cualquier hombre enganchado con una mujer. ... Sin embargo yo no quiero que esté cerca....
Nuevamente el cerdo de agua que rige este día me vino a echar la tierra. El cerdo es un jinete con tierra que viene a apagar mi fuego, que viene a controlar al mono de mi carta, al mono que feliz hace mi existencia, el mono que le da agua y creatividad a mi ser, intuición y vida a mi persona. Ese pobre mono que tanto sentido le ha dado a mi vida y tanto me ha ayudado a funcionar, a trabajar, a controlar todos mis proyectos, eclipsado por un cerdo que es su enemigo cósmico y que siempre que puede vendrá a molestarlo, a reaccionar con envidia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario