jueves, 23 de abril de 2015

4. INACCIÓN. - PREMONICIÓN 4


 Ya son 3 meses desde esa premonición. Sigo mal, sigo queriendo romper las paredes, no encuentro cómo salir, no se si esté bien, o si deba salir. No se si deba quedarme en casa sin hacer nada, o ir al mundo a ver amigas, a intentar resaltar. Me siento muy agobiada, no encuentro de dónde asirme. Quiero quedarme en la cama, pero me da vergüenza, sobre todo no sé si tenga razón o es sólo flojera, Hace frío. Siento el rechazo, siento que no tengo deseos de estar con nadie, ni que alguien me mire, siento como si estuviera sola en el mundo y quisiera moverme, pero no tengo deseos de hacerlo. Ya pasé por la ansiedad, ya pasé por la comprensión, pero ahora, mi deseo es el quedarme en mi cama sin hacer nada. Me da mucha desesperación, busco alguna motivación que me acelere, que me impulse a moverme, pero es en realidad la inacción la que me domina. Y me siento triste y me siento mal, me da vergüenza no hacer nada, pero mi cerebro no tiene creatividad para hacer algo. quiero permanecer inactiva, y sin hacer nada. Enciendo música. Mi cerebro no resiste esta inacción de mi cuerpo, pero ¿es lo correcto? No hacer lo que debo y quedarme en cama como si tuviera 40 grados de temperatura? Una de las últimas etapas del camino es la soledad, la desolación, es el sentirse solo, sin deseos de hacer nada. ¿En verdad esto es lo que necesito? ¿En verdad esto me hará bien? No puedo dormir, ya hay mucha luz, y sin embargo mis lagrimas brotan saladas, como torbellinos , como fuentes de mar. Las lágrimas son sanadoras, ellas surgen en el momento justo para relajar al cuerpo, y me pregunto si tanta salinidad es la que corresponde a mi tristeza, a mi inacción. Mi única duda es si estoy haciendo bien. Mi duda es si no debiera ignorar mi estado y buscar una salida, un café. 

Mi temor sin embargo, es no abandonarme al dolor, para que él me cure, para que en él encuentre un solaz, que me abandone definitivamente. Abandono ese rechazo, abandono esa tristeza que me provoca, y sin embargo, tampoco quiero hacer nada para ir a buscar compañía. Al quedarme en mi soledad y en mi inacción, pretendo no buscar atajos, pretendo desterrarla de mi vida. Pero ¡oh!, cuan necia es, cuán necia es mi resistencia a moverme. Mi cerebro insiste en que hay mucho por hacer, en que hay muchas actividades que me deben importar más que estar aquí en la inacción,

Veo que tomo un café con Mónica, pero me canso. No quiero salir. Hago el mago, pero me canso. Es jueves. Voy con Les a tomar un café. A su casa. Sigo sin poder tomar una decisión. Me siento con un fuerte peso estomacal, como si algo me cayera mal.

Intento hacer una lectura, pero todo me lleva a dormir, todo me lleva a  veo una montaña, que está arrugada, que está aventada, está fuera de lugar esta arrumbada. Me duele verla me duele intentar concentrarme en ella, oigo un barreno  que quiere molestar mi paz. Oigo lo que siempre me ha perseguido, el ruido de las construcciones que me torturan y no me permiten estar tranquila. Junto con la música se escucha el barreno, pero después se va. ¿Me quedo? No. ¿Salgo? Me genera felicidad salir. Veo los amigos vividores, lacras, que echan los dados  y apuestan. Son vividores de la sociedad.  No me siento segura si me quedo o si me voy. Si salgo, quiero que sea con un propósito, de comprar, pero me veo cansada al regresar.

Heridas de infancia
En sincronicidad, escucho que hablan sobre este tema que me está afectando. Con felicidad oigo el consejo que me apoya en mis sentimientos, que me explica que mis conocimientos  estén equivocados, y que este dolor que estoy sufriendo, no es el del abandono, sino el del rechazo. Físicamente me descubro delgada, con la piel pegada al hueso, característica de un rechazo. El abandonado tiene el cuerpo lánguido, dejado, "abandonado", no tiene deseos de hacer nada por sí mismo porque al ser abandonado su personalidad así lo demuestra.

El objetivo de conocer cuál es la herida que a uno lo afecta, es hacer conciencia de que no es verdad aquello que pensás, que aquello que viviste alguna vez que te lastimó y que te obligó a sobrevivir "con un brazo roto" o "sin un pulmón emocional" no es verdad hoy, que eso que ahora vivís, es diferente a lo de entonces, que eso que ahora sufrís, no es lo mismo, porque ya has crecido, ya has madurado, ya has pasado por grandes experiencias, y felizmente, ya tenés las herramientas para resolver aquello que te aqueja. La ventaja de encontrarte nuevamente en el mismo callejón es que ya podés reconocer y resolver con valentía aquello que recibiste cuando eras pequeño. Se llaman heridas de infancia, porque se reciben en forma inconsciente desde el nacimiento y hasta los 7 años de edad, y se va administrando por generaciones, el padre inconscientemente se lo aplica al hijo, de la misma forma que el abuelo se lo aplicó al padre. La reacción es que se toman decisiones por impulso, desde el dolor, desde la creencia de la inconsciencia.. Las cosas que uno piensa que es, no se es, es un ajuste creativo a la razón de adaptación por los padres con los que estabas viviendo. Aquello que crees que eres, son sólo hábitos. Muchas veces nos hacen impotentes, irracionales, son momentos en que se pierde el control, genera celos, miedo, sentimiento. Han formado nuestra personalidad, y se manifiestan constantemente en forma de prejuicios, dolor, enojo. Son heridas latentes  que cuando surgen  generan no ser bueno, culpa, la circunstancia objetiva hace que uno cargue y actúe de cierta forma. Conocerlo es desactivarlo.

Mi premonición, y mi poca experiencia no me permitieron ver una salida, me quedé enganchada en la primera parte, los símbolos me llevaban a los chicos, pero no lo tomé como proyección, pensaba que era una distracción. Más aún, hacer una lectura debe llevar un límite de tiempo, y éste ya había acabado. Felizmente el vivirlo, me ha ayudado a encontrar sincronicidad para poderlo resolver. Hallar esa conferencia en el momento de mi inacción es como un salvavidas que resuelve lo que en un momento no tenía un sentido.

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