Hoy me descubro triste, un día más en que no puedo disimular que la tristeza me está llevando. Al observar la razón, veo que no hay más que la falta de escribir. Vivir en un año 8 no me inspira para escribir, sólo me dan ganas de hacer otras cosas, de crecer de otras formas, pero no me da deseo, o tengo estímulo para escribir. Sin embargo es muy difícil no hacerlo, el escribir le da alas a mi espíritu, le da emoción a mi vida, le da placer a mi existencia. Ha tantas cosas que la imaginación y el autocontrol consiguen, tantas otras que la autoprogramación realizan, es el ver que hay motores muy poderosos que el cerebro enciende, y sin embargo, no me llenan de felicidad como el plasmar mis pensamientos en un papel.
Pero ¿Qué me está provocando esta tristeza? La prepotencia. De pronto me enoja ver cómo un presidente cambia las reglas, se enriquece con los impuestos, y el pueblo acostumbrado a recibir cosas lindas de su propio trabajo, de su gran esfuerzo, de pronto, ve mermado todo eso que se había logrado. Me recuerda una película mexicana, "La Ley de Herodes" que estuvo mucho tiempo prohibida en ese país. Habla de un presidente municipal que llega a un pueblo perdido en algún estado. Es un lugar abandonado, tanto por sus habitantes, como por sus gobernantes. Él viene a querer hacer cosas, pero nadie lo apoya, pide dinero, y nadie da nada. Finalmente decide poner en prácica la constitución, viene a poner orden según las leyes del país. Empieza a cobrar coimas e impuestos extra a cada ciudadano. El resultado es que en vez de que el dinero se aplique en beneficio de la ciudad, de mejorar el estado de abandono del pueblo, el hombre se enriquece más y más. Hace negocios con algunos importantes, mata a los que quieren justicia.
Cuando él había llegado a este pueblo, él venía con una esposa que lo apoyaba, que estaba con él en todo momento. Él como persona, era noble, amable con la gente y de carácter gentil y generoso. Al final de la película, el hombre se vuelve prepotente, abusa del poder, se burla de los buenos y bien pensados. Su esposa, por otro lado, encuentra un amante, ya no lo respeta ni lo apoya. El pueblo donde él rige, sigue abandonado, pero él muy rico con todo el dinero del pueblo.
Yo me encuentro del lado del pueblo abusado, del lado de quien, haciendo lo que debe, no encuentra justicia social, ni apoyo moral. Quien no encuentra razón para luchar por una vida mejor, sabiendo que ese gobernante prepotente se llevará todo, sabiendo que aquello que consiga y por lo que luche, sólo se irá a la basura porque alguien más se beneficiará de ello. Mi tristeza tiene razón de ser, mi tristeza tiene una vigencia. Sin embargo pienso ¿qué sentido tiene salir de ella, si al lograr estar feliz, me encontraré en este régimen abusivo? Tal vez a este presidente abusivo le de una enfermedad letal, tal vez le de cáncer, o tal vez le dé un síncope que lo deje idiota, pero su prepotencia prevalece, su preptotencia hace que yo no tenga deseos de lograr algo mejor para mi futuro, mi supervivencia y mi superación. Si yo consigo uno o diez pesos, con mucho o poco esfuerzo, mejor consigo uno sin esfuerzo, pero yo sé que esta falta de esfuerzo, mañana me perjudicará, mañana no me proveerá mi sustento, y si tengo diez, que mañana me ayudarán a ello, hoy se los llevará la prepotencia de un presidente que sólo piensa en cómo arruinar al pueblo para su beneficio personal. Vivir en la tristeza sólo me afecta a mi, pero vivir en la alegría hace que el prepotente presidencte que dirige mi país, se quede con aquello que estoy laburando, con aquello que mi propio esfuerzo me ha dado.
Ya me siento más feliz, por lo menos estas líneas me quitarán la gripe en la que he caído, y el desánimo que maneja mi diario vivir.
Pero ¿Qué me está provocando esta tristeza? La prepotencia. De pronto me enoja ver cómo un presidente cambia las reglas, se enriquece con los impuestos, y el pueblo acostumbrado a recibir cosas lindas de su propio trabajo, de su gran esfuerzo, de pronto, ve mermado todo eso que se había logrado. Me recuerda una película mexicana, "La Ley de Herodes" que estuvo mucho tiempo prohibida en ese país. Habla de un presidente municipal que llega a un pueblo perdido en algún estado. Es un lugar abandonado, tanto por sus habitantes, como por sus gobernantes. Él viene a querer hacer cosas, pero nadie lo apoya, pide dinero, y nadie da nada. Finalmente decide poner en prácica la constitución, viene a poner orden según las leyes del país. Empieza a cobrar coimas e impuestos extra a cada ciudadano. El resultado es que en vez de que el dinero se aplique en beneficio de la ciudad, de mejorar el estado de abandono del pueblo, el hombre se enriquece más y más. Hace negocios con algunos importantes, mata a los que quieren justicia.
Cuando él había llegado a este pueblo, él venía con una esposa que lo apoyaba, que estaba con él en todo momento. Él como persona, era noble, amable con la gente y de carácter gentil y generoso. Al final de la película, el hombre se vuelve prepotente, abusa del poder, se burla de los buenos y bien pensados. Su esposa, por otro lado, encuentra un amante, ya no lo respeta ni lo apoya. El pueblo donde él rige, sigue abandonado, pero él muy rico con todo el dinero del pueblo.
Yo me encuentro del lado del pueblo abusado, del lado de quien, haciendo lo que debe, no encuentra justicia social, ni apoyo moral. Quien no encuentra razón para luchar por una vida mejor, sabiendo que ese gobernante prepotente se llevará todo, sabiendo que aquello que consiga y por lo que luche, sólo se irá a la basura porque alguien más se beneficiará de ello. Mi tristeza tiene razón de ser, mi tristeza tiene una vigencia. Sin embargo pienso ¿qué sentido tiene salir de ella, si al lograr estar feliz, me encontraré en este régimen abusivo? Tal vez a este presidente abusivo le de una enfermedad letal, tal vez le de cáncer, o tal vez le dé un síncope que lo deje idiota, pero su prepotencia prevalece, su preptotencia hace que yo no tenga deseos de lograr algo mejor para mi futuro, mi supervivencia y mi superación. Si yo consigo uno o diez pesos, con mucho o poco esfuerzo, mejor consigo uno sin esfuerzo, pero yo sé que esta falta de esfuerzo, mañana me perjudicará, mañana no me proveerá mi sustento, y si tengo diez, que mañana me ayudarán a ello, hoy se los llevará la prepotencia de un presidente que sólo piensa en cómo arruinar al pueblo para su beneficio personal. Vivir en la tristeza sólo me afecta a mi, pero vivir en la alegría hace que el prepotente presidencte que dirige mi país, se quede con aquello que estoy laburando, con aquello que mi propio esfuerzo me ha dado.
Ya me siento más feliz, por lo menos estas líneas me quitarán la gripe en la que he caído, y el desánimo que maneja mi diario vivir.
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