martes, 30 de septiembre de 2014

EL MOLINO DE VOLENDAM

Esta mañana ha sido especialmente difícil, me estoy acostumbrando a  sentirme sin un apoyo o sin mirar un camino directo. Así la reacción más lógica es la de sencillamente es ir enojada por la ruta, aventando el auto y solicitando el paso porque las cosas no son como uno espera, porque por más que uno se esmere, no hay vuelta para ningún lado, no hay camino opcional hacia otro sentido. ¿Por qué? ¿por qué por más que intento cambiar la ruta, el final tiene la misma cara?

La sincronicidad no se dejó esperar, de pronto me encontré con un accidente, dos mujeres detenían el tránsito, sus autos habían impactado y la una, desesperada le exigía, le demandaba a la otra la razón de su mal manejo, la razón que la había hecho que se accidentaran. Finalmente el enojo se dispersaba, pero más sincronicidad me mostraba el mundo que estaba atrayendo hacia mi, más mujeres enojadas, que manejando en sentido argumentativo, iban por la ruta, resaltando y llamando la atención de la policía. Ahí he comprendido la importancia de la sincronicidad. Cuando me he levantado molesta, enojada, colérica, he visto mi actitud proyectada en la sociedad que me rodea. He visto que tristemente, nadie gana al uno salir colérico al laburo, al uno poner un pie enojado en el mundo, el mundo sólo regresa lo que uno siembra, y por un sólo minuto o un par de horas, me ha mostrado aquello que he sembrado.

Yo sé que es complicado que alguien que me lea, comprenda a qué me refiero, porque no ha estado en mi auto conduciendo conmigo, ni tampoco ha visto con mis ojos, ni ha comprendido con mi cerebro aquello de lo que hablo.

Cuando el mundo vive en armonía conmigo, es sencillo que lo único que yo vea y lo único que detenga mi caminar y mi certeza en mi camino, sea solo como una película que me acompaña poniendo ejemplos de cada cosa que voy viviendo. El mundo alrededor, sólo me muestra lo que sucede cuando voy en cierto estado de ánimo. He visto, como en una película, aquello que he provocado.

Cuán distinto es cuando salgo feliz, salgo tranquila, salgo contenta, cuando el frío de la primavera me muestra que sólo en constante movimiento, conseguiré llegar salva a mi destino. Yo sé que esto es uno de tantos clichés, pero si todos los días sumo una sonrisa, el día que vea una lágrima, me disgustará de tal forma, que me llevará a buscar nuevamente la sonrisa.

Sin embargo, a veces esa sonrisa puede ser falsa. Porque aunque el sol brille, aunque mi sonrisa me ayude a caminar con mayor tranquilidad, y calma, eso no esconderá la triste realidad que me ha hecho amanecer enojada, molesta, angustiada. Esa realidad no me ha amanecido, no me ha seguido. No he visto una mujer llorando desconsolada, tampoco un hombre molesto porque no ha cerrado el negocio que esperaba, nada de esto ha sucedido. La sincronicidad sólo me ha llevado a la agresión, que es sólo el disfraz de la impotencia, de la tristeza de caminar sin conseguir, que aquéllo con lo que más lucho cada día, se mueva. Mi punto es el siguiente, mi actitud es la que ha hecho sincronicidad, más no mi realidad. Aquella realidad que cada día me acecha, no aparece en sincronicidad, el laburo diario, la carga diaria, ésa no se manifiesta. ¿Será que es sólo un camino? ¿Será que el destino final es muy diferente a lo que veo en la diapositiva que el día de hoy me está mostrando?

Esto es serio. La sincronicidad siempre me muestra una película, un camino de mi realidad, sin embargo hoy no la veo con esa claridad. Tal vez sea sólo una estación en el camino, o una razón, algo que tengo que aprender, pero no es real,  por eso no se muestra como tal. Quisiera saber cuánto tiempo durará esta batalla.

Cuenta la historia de un molino de viento, era Volendam, Holanda, aquellas hermosas planicies soleadas, ventosas, aquellos espacios eternamente planos, llenos de esa simple vegetación tan acuática. Volendam y el molino vivían juntos, el molino sacaba el agua que inundaba la ciudad. Las lluvias constantes, subían el nivel de las aguas del mar, de los mantos acuíferos y la única forma de mantener la ciudad seca y funcional, era usando un molino como éstos. Sin embargo, no todo era felicidad para el molino, éste envejecía: el tiempo y las temperaturas diversas, lo mermaban, primero las partes metálicas, no hay salvación para éllas con el viento salado del mar, con frecuencia se lo daba mantenimiento, los rulemanes seguían girando, dando lugar a que el trabajo se realizara. El molino se acababa, ahora ya no sólo eran las partes metálicas, ahora era también su sostén. Era un viejo molino de aquellos construidos con el nacimiento de Holanda. Sin embargo su trabajo no moriría. Ahora se había descubierto que su fuerza podría generar electricidad eólica e hidráulica, ahora su trabajo no era sólo de salvamento, su laburo era de apoyo y ayuda. Fue cambiado el viejo molino, fue construido uno en imitación a este hermoso y antiguo un emblema conmemorativo, pero en su lugar, fue suplantado por uno moderno y fuerte; por uno actualizado que hacía el laburo de tres de estos antiguos, así, la ciudad de Volendam podría seguir produciendo la subsistencia para todo el país. Todos ellos dependerían de la fuerza energética que esta ciudad proporcionara. De ese molino viejo por funcionar correctamente, por ser el motor para un desarrollo sustentable, que le dio iniciativas a muchas otras ideas a partir de la idea de un antiguo habitante que buscaba el bien para su ciudad.

Es una vida.

martes, 16 de septiembre de 2014

PREPOTENCIA: LA LEY DE HERODES

Hoy me descubro triste, un día más en que no  puedo disimular que la tristeza me está llevando. Al observar la razón, veo que no hay más que la falta de escribir. Vivir en un año 8 no me inspira para escribir, sólo me dan ganas de hacer otras cosas, de crecer de otras formas, pero no me da deseo, o tengo estímulo para escribir. Sin embargo es muy difícil no hacerlo, el escribir le da alas a mi espíritu, le da emoción a mi vida, le da placer a mi existencia. Ha tantas cosas que la imaginación y el autocontrol consiguen, tantas otras que la autoprogramación realizan, es el ver que hay motores muy poderosos que el cerebro enciende, y sin embargo, no me llenan de felicidad como el plasmar mis pensamientos en un papel.

Pero ¿Qué me está provocando esta tristeza? La prepotencia. De pronto me enoja ver cómo un presidente cambia las reglas, se enriquece con los impuestos, y el pueblo acostumbrado a recibir cosas lindas de su propio trabajo, de su gran esfuerzo, de pronto, ve mermado todo eso que se había logrado. Me recuerda una película mexicana, "La Ley de Herodes" que estuvo mucho tiempo prohibida en ese país. Habla de un presidente municipal que llega a un pueblo perdido en algún estado. Es un lugar abandonado, tanto por sus habitantes, como por sus gobernantes. Él viene a querer hacer cosas, pero nadie lo apoya, pide dinero, y nadie da nada. Finalmente decide poner en prácica la constitución, viene a poner orden según las leyes del país. Empieza a cobrar coimas e impuestos extra a cada ciudadano.  El resultado es que en vez de que el dinero se aplique en beneficio de la ciudad, de mejorar el estado de abandono del pueblo, el hombre se enriquece  más y más. Hace negocios con algunos importantes, mata a los que quieren justicia.

Cuando él había llegado a este pueblo, él venía con una esposa que lo apoyaba, que estaba con él en todo momento. Él como persona, era noble, amable con la gente y de carácter gentil y generoso. Al final de la película, el hombre se vuelve prepotente, abusa del poder, se burla de los buenos y bien pensados. Su esposa, por otro lado, encuentra un amante, ya no lo respeta ni lo apoya. El pueblo donde él rige, sigue abandonado, pero él muy rico con todo el dinero del pueblo.

Yo me encuentro del lado del pueblo abusado, del lado de quien, haciendo lo que debe, no encuentra justicia social, ni apoyo moral. Quien no encuentra razón para luchar por una vida mejor, sabiendo que ese gobernante prepotente se llevará todo, sabiendo que aquello que consiga y por lo que luche, sólo se irá a la basura porque alguien más se beneficiará de ello. Mi tristeza tiene razón de ser, mi tristeza tiene una vigencia. Sin embargo pienso ¿qué sentido tiene salir de ella, si al lograr estar feliz, me encontraré en este régimen abusivo? Tal vez a este presidente abusivo le de una enfermedad letal, tal vez le de cáncer, o tal vez le dé un síncope que lo deje idiota, pero su prepotencia prevalece, su preptotencia hace que yo no tenga deseos de lograr algo mejor para mi futuro, mi supervivencia y mi superación. Si yo consigo uno o diez pesos, con mucho o poco esfuerzo, mejor consigo uno sin esfuerzo, pero yo sé que esta falta de esfuerzo, mañana me perjudicará, mañana no me proveerá mi sustento, y si tengo diez, que mañana me ayudarán a ello, hoy se los llevará la prepotencia de un presidente que sólo piensa en cómo arruinar al pueblo para su beneficio personal. Vivir en la tristeza sólo me afecta a mi, pero vivir en la alegría  hace que el prepotente presidencte que dirige mi país, se quede con aquello que estoy laburando, con aquello que mi propio esfuerzo me ha dado.

Ya me siento más feliz, por lo menos estas líneas me quitarán la gripe en la que he caído, y el desánimo que maneja mi diario vivir. 

martes, 9 de septiembre de 2014

MEMORIAS DE UNA GEISHA

Acabo de terminar un libro nuevo para mi, "memorias de una Geisha" es uno muy antigüo, yo diría ya es un clásico, porque pese a que es una historia de la segunda guerra mundial, todavía sigue vivo, aún habemos mujeres interesadas en leerlo. Tristemente lo he terminado, y me quedo abrumada, porque nuevamente el personaje me ha conquistado, me ha introducido hasta toda su intimidad y, ahora que ya no está en mi día a día, de pronto extraño toda la historia, toda la emoción que ésta me despertaba. La curiosidad diaria de pensar en qué seguiría la historia y cómo resolvería la japonesita la situación en que me había quedado.

Debo confesar que  la razón que lo inicié, fue por curiosidad cultural. En el mundo occidental no veo la razón de que una geisha venga a entretener a los maridos. No me da ningún razonamiento lógico el que una mujer muy suave y delicada, pueda tener el don de bailar, tocar música, y además servir sake con tal delicadeza que pudiera ser más importante que la esposa. Por supuesto que siempre hay quien se encuentra su amante que le proporcione estos favores, pero no existe esta cultura de aceptar a otra mujer que venga a hacer las veces de animadora, de algún marido aburrido en casa.

El autor, conviene en que la persona que le dictó el libro, le pidió que antes de publicarlo, pasaran algunos años, para dar tiempo a que murieran todos los nombrados en el libro. Tras leer toda la historia y en la última página, al final de éste dice que los personajes no existen, y que todos lo ha inventado él, que no hay tal geisha Sayuri y que sólamente su amiga japonesa geisha, le ha ayudado a escribir la forma correcta de mirar a una geisha.

Sin embargo, yo no estoy de acuerdo ni le creo nada, yo, tras leer el libro y meterme en él, creo que la japonesa le ha dictado el libro y algunas partes, él las interpreta en su forma occidental, y las acomoda en la forma novelesca. El libro tiene tantos adjetivos tan creativos y femeninos, que me parece casi imposible que un hombre pueda describir con tal precisión atractiva. La cultura japonesa, tiene el don y la paciencia de colocar los adjetivos correctos y pertinentes a la frase que desea expresar, porque ellos son así. Los orientales, tienen la paciencia de observar una flor del cerezo día tras día, hasta que éste florece. Tienen la paciencia de caminar en silencio con parsimonia tal, que a cualquier occidental nos puede enervar.

El uso de adjetivos es tan delicada y deliciosa como la que sigue: "yo nací en Yoroido, en una casita de puntitas. Estaba casi por caerse del risco, toda inclinada como asomándose, esperando que alguna ráfaga de viento la empujara y le quitara el equilibrio". Todo su trabajo es una metáfora tras otra,  metiendo toda la emoción en la explicación de cada suceso.
Mi interpretación del libro es la siguiente: El Sr. Arthur Golden vivía en Nueva York, y un día conoció a Nitta Sayuri. La mujer japonesa, llevaba un kimono. Ella esperaba en una esquina a la misma hora en que él todos los días pasaba por allí. Un buen día el destino lo llevó a hablarle, y fue así como ella lo invitó a su casa de thé. Ella, hacía varios años había venido desde Japón a Nueva York, con la emoción de poner una casa de thé como las que ella conocía y atendía en Japón, pero que las circunstancias la alejaron de ella. Fue así como la curiosidad lo llevó al autor a la casa de thé, donde él encantando encontró no sólo a Sayuri, sino a otras muchas geishas sirviendo thé, sake y algunos platos japoneses. Las admiraba bailar sus bailes tristes, al sonido del shamisen; la forma delicada de mover su cuerpo y manos. Todas ellas, bellas y como muñecas delicadas, atendiendo y contando historias para su diversión. Fue tras varios años, de conocerla que él viajó a Japón, buscó Gion como se lo habría contado Sayuri, y para su tristeza, no era lo que él se había imaginado tras las historias de ésta. Sin embargo, él no podía quedarse con esas historias en la mente, era menester ponerlas en movimiento y fue así como Sayuri le dictara el libro. Ella con su imaginación siempre infantil, le describía todos los hechos con lujo de detalles, con aquellos que a él sublimaban y transportaban a Gion.

Es maravilloso, cómo describe  ella las cosas, "su padre era un hombre mayor, y su madre estaba agonizando desde hacía algunos meses. Ella iba y venía desde su casa en el risco hasta el pueblo que quedaba a algunas millas de distancia, pese a ello, ella, como pequeña de 7 años, no le quedaba más remedio que hacer ese trabajo. Había una fábrica que envasaba la pesca de Yoroido, y cuenta que había un señor Tanaka que a ella le llamaba mucho la atención. Tal vez era su caminar, o sus cejas levantadas, pero a ella le gustaba mirar a ese hombre cada vez que podía. Un día éste, señor Tanaka, la encuentra en mal estado, y la lleva a la pescadería a revisar, allí la conoce y la descubre inteligente y divertida; su forma de hablar, de describir su casa y de mostrar la forma en que ella veía la vida, lo conquistan y lo hace pensar que él puede ayudarle a esta pequeña a encontrar una forma de vida más feliz que la de un simple pueblo pesquero en Japón. Él le explica que cuando su mamá muera y su papá después, nadie podrá cuidar de ella, y le hace pensar que él la adoptará, a ella y a su hermana. Sayuri, que entonces se llamaba Chiyo, confiada, acepta todo lo que proviene de ese hombre maravilloso llamado Señor Tanaka. Una noche él las invita a dormir a ella y a su hermana, pero con la intención de hacerlas revisar por una buscadora de geishas. Sayuri observa con desagrado a la mujer cómo mira a su hermana, cómo la revisa y cómo al pellizcarle la entrepierna, le hace "sacar un río de agua". Hace lo mismo con ella, la revisa y tras hacerlo le dice que se vista. Sayuri perpleja se pregunta "¿cómo podría yo vestirme con ese río de agua que salía de mi?".

Cuenta que su hermana, era un poco mayor que ella, pero más fea, no se parecían, ya que Sayuri tenía los ojos azules y la hermana oscuros, la hermana era simple, incluso tonta, no sabía hacer thé, mientras que ella era muy lista y atractiva con esos ojos claros como agua. Ella, es llevada a una casa de geishas, llamada Okiya, mientras que su hermana es transportada a otra zona, de simples prostitutas. La mujer había pagado por ambas niñas  sabiendo que sólo una sería aceptada como geisha. Aquí me detengo a pensar ¿Qué le pudo decir el señor Tanaka al padre de las niñas que lo convenciera de venderlas?  "¿Quien cuidará de tus hijas cuando ambos mueran?" ¿Acaso el padre sabía al lugar que las estaba mandando? ¿Cómo un padre se deshace de sus hijas aún antes de que la madre haya muerto, antes de que ellas se puedan despedir formalmente de su madre moribunda, de él mismo, que aunque viejo, era su padre? Yo sé que es una novela, pero seguramente retrata con precisión una cultura obediente, que le da importancia a la persona que la ve más letrada que ella, porque el papá de Sayuri era un pescador, mientras que el Sr. Tanaka era todo un empresario envasador de pescado. Si yo lo tradujera al punto de vista occidental, diría que  "es una cultura que piensa que es un honor enviar a su hija a hacerse geisha, suponiendo que esa vida es hermosa o por lo menos más elegante, que la de un pueblo pesquero. Es como darle más clase a la pobre vida a la que estaría destinada en ese pequeño pueblo".

Ella nunca lo dice abiertamente, pero entre líneas uno entiende que toda su vida le guarda rencor al Sr. Tanaka por engañarla sin explicarle que sería enviada a Kyoto y nunca más vería a sus padres, o a su hermana. No le perdona la obsesión de engañarla y no permitirle cerrar el círculo familiar que corresponde a una niña de 7 años.  Por otro lado, ser geisha nace desde la más tierna infancia, se respira y se vive para que ella sea en verdad una geisha atractiva,  y si esperaba a que fuera más grande, tal vez el objetivo de hacerla "geisha de nacimiento" y la "mejor geisha de Japón" se perdería si se inicara a una edad mayor.

Continuando con la historia "Es  maravilloso adentrarse en el kimono, en las diferentes capas que lleva debajo y las diferentes partes de que está compuesto. Los imágenes que lleva la tela y los diferentes motivos que en ellos aplican. El significado de los colores, que si es aprendiz lleva un simple kimono negro y el pelo de cierta forma, y si es su hermana mayor, o sea una geisha "graduada" describe el tipo de kimono y mientras más elaborado, se ve mucho más fino y elegante".

Una parte divertida es cuando presenta a su hermana mayor, Mameha. Esta geisha es hermosa, tiene una cara de óvalo perfecta lo que aparentemente en la belleza japonesa es especial, lo demás no lo describe como hermoso, ni los ojos, ni las cejas, ni la voz. Ella es sumamente inteligente, le da tips para que se cotice alto, para llamar la atención de lo hombres, incluso para controlar a su peor enemiga, la geisha mayor que vive en su misma okiya y que la ve como una rival funesta. Mameha, le dice cómo controlarse contra la geisha enemiga; también cómo hacerla cotizada para que la dueña del okiya la adopte como hija y heredera de la casa y del negocio que ésta dirige.  Uno piensa que ellas son sólamente animadoras de los hombres, pero Mameha muestra cómo puede ella elegir al danna o amante, que la mantenga. Ella le aconseja cómo comportarse con cierto caballero que pretende conquistarla y que a ella, a Sayuri le disgusta. Aparentemente, las más cotizadas, son invitadas constantemente a las diferentes casas de thé cada noche. La gente que las alquila, les paga a las diferentes representantes de la geisha, pero nunca a la geisha directamente. Ella es como una muñeca, no sabe de finanzas, ni de compras, si va a una tienda, ella elige y la tienda envía la nota al okiya para que se le salde. Es un mundo de misterio, detrás de esa máscara de maquillaje blanco, debajo de ese peinado complicado.

La única parte que me parece novela, pero con ciertas dudas, es la parte romántica. Ella, siendo muy joven y todavía sirvienta del okiya,  conoce a un hombre que todos nombran como el presidente. Éste la trata con tanta amabilidad, que ella quiere hacerse geisha sólo para conocerlo y animarlo como le corresponde a una geisha. A través de la novela te da la idea de que el presidente la ignora, que no le interesa más que cualquier otra geisha. Él en efecto se cruza con ella porque Mameha , la hermana mayor de Sayuri, los presenta. Él en ningún momento parece interesado en ella ni como mujer, ni como animadora, sólamente la trata con la cortesía que un caballero trata a una hermosa dama. Ella lo describe como "ese hombre con la tez suave, con cutis terso y aroma de talco". En ningún momento puede acercarse a él, porque otro hombre de la compañía donde éste trabaja, y a quien el presidente le debe mucho, la busca mucho y ella no le queda más remedio que ignorar a su amor y atender al otro, un tal Sr. Nobu, quien se siente inferior porque pese a que es un héroe de guerra, ha quedado físicamente maltrecho: le falta un brazo y tiene la piel manchada por unas quemaduras; no se siente digno de ser danna o amante de una chica tan linda y cotizada como Sayuri. Toda la novela te muestra a una Sayuri que no quiere a Nobu como su danna, y parece que el destino se lo tiene reservado. Sin embargo entra la occidentalización de la obra y Sayuri lo traiciona, como lo haría cualquier occidental. Me dejó perpleja que ella, tan oriental y seguidora de esas costumbres, escapara una y ora vez de confrontar la realidad y decir abiertamente que él no le gustaba para danna.  Al final el amor que ella quería se la lleva a Nueva York donde ella pone su casa de the, al estilo Gion y se queda a vivir con su danna el presidente.

Asumo que Sayuri llego a Nueva York con otro danna que no era el presidente, pero para darle el final feliz que todas las novelas tienen, el autor le cambia al danna que la lleva a su destino lejos de Japón.

Me ha costado trabajo publicar esta crítica, porque es involucrarme con una obra importante en su género, con un autor desconocido por mi, pero tal vez importante en su época. Sin embargo me ha llamado la atención la doble personalidad de ésta, mi curiosidad intuitiva ha querido saber la verdadera historia detrás de esta afamada obra. Finalmente tras elaborarla, sea cierta o no, a mi me deja satisfecha. Tal vez en algún escrito posterior alguien haya explicado lo que a mi me atrae, pero como no la conozco ni la he leído es que me atrevo a presentar esto. 

sábado, 6 de septiembre de 2014

ATRACCION FATAL

Esa mañana amanecí traviesa, yo quería algo diferente. Hacía días que tenía ganas de hacer lo prohibido, pero no sabía cómo sucedería. Me lleva a la tema central de la película francesa "EL ULTIMO DIAMANTE": ella acaba de perder a su madre, quien subastaba un diamante de la familia y por razones desconocidas, muere. Algunos ladrones quieren ese diamante y envían al más apuesto y que se especializa en abrir cajas fuertes, con ella. Él se presenta apuesto, como hombre serio, representa la compañía de seguridad que su madre hubiera contratado años atrás. El ha estudiado la carrera laboral de su madre, y le menciona algunos eventos importantes en su carrera, por lo que ella baja la guardia y confía en el hombre. Sin embargo hay algo más. Ella acaba de salir de una relación y él de la cárcel. Los dos buscan algo que los haga sentirse vivos, buscan aquello que el ser humano tiene instintivamente: la procreación. El instinto de conservación de la especie, es el culpable de que las personas se busquen y se besen, que se vayan a la cama y se apareen, es un tema de simple conservación. Así, ambos levantan las antenas, se atraen, se flirtean, Él labura, busca planos y  llaves dobles y la mira hermosa; ella labura, prepara los papeles y los últimos detalles para llevar a cabo la subasta y lo mira apuesto. Él tiene esa mirada de perrito tierno, el porte de hombre galante, el clásico de un ladrón que ha sabido cumplir varias condenas, y no se ha dejado doblegar. Su personalidad es interesante, tierna, varonil. Ella está triste, siente que su madre, recién muerta, la está cuidando, la está acompañando al mostrarle a este joven que intenta protegerla. Ella, instintivamente encuentra lo que toda mujer; un hombre apuesto, varonil, seguro, que además quiere protegerla. Es la pareja perfecta que el instinto necesita para decir "a la carga". Ella lo invita a una sesión de fotos, los dos se miran en una foto en pareja, cómo él tan apuesto caballero, es abrazado gentilmente por una bella dama "detrás de un gran hombre, hay una gran mujer"  y así su instinto y sus endorfinas se ponen a trabajar. Ambos quieren amor, placer y todo está mostrando que de hecho lo hay. Sin embargo ella no ha dejado actuar al cerebro, ella desconoce su verdadera personalidad, desconoce que es un exconvicto en libertad condicional, desconoce que él realmente quiere defraudarla, entonces, al desconocer los detalles de su vida personal pero aparentar la protección tan anhelada por el instinto femenino, las endorfinas femeninas del cerebro, salen emocionadas, todo el cerebro la parte hipocampal, y amigdaliana, se llenan de placer al estar en esta peligrosa situación". Esa relación es la más emocionante, cuando la persona te atrae, cuando no conoces la verdadera identidad de ese hombre que se te acaba de acercar, y simplemente el cuerpo pide, placer, pide instinto.

Sin embargo, al pensar que ese hombre que casualmente se cruza en mi camino, sea casualmente un defraudador, un ladrón o alguien que quiere de mi no sólo mi compañía y satisfacer su instinto, me llena de temor. Siempre el cerebro reptiliano, tiende a cuidarse, a desconfiar. Es necesario que la persona con la que estoy, aplaque ese cerebro que cuida, ése que me pone a la defensiva. En la película, el hombre aplaca la desconfianza de ella, al decirle que conoce a su madre, y decirle detalles que él sabe se pasan por alto en una conversación. Alude a temas antiguos, cuando la mujer era aún muy joven, y pudo no mencionarse el tema del sistema de seguridad que tenía la madre para su laburo. Él da poca información, certera y correcta, el cerebro reptiliano se aplaca. Cuando uno conoce a alguien que la quiere defraudar, la persona empieza a inventar situaciones, y sólo a través de una larga charla, cuando la verdad sale a la luz, es a través de detalles, donde cada día la historia se va formando, pero también son las mismas frases e historias repetitivas cuando  el cerebro comprueba que efectivamente, la historia es verdadera o falsa. Por eso, los encuentros de un día son tan peligrosos. El instinto, me pide apareamiento, y no quiere ni le importa toda la historia el  sólo quiere instinto. Así, yo pienso un momento, ¿vale la pena arriesgarse un momento para sufrir el resto de mi vida? ¿Es acaso este hombre tan importante para que yo de rienda suelta a mi instinto y lo deje sentir? Unas cuantas copas harán que mi instinto de supervivencia se deje engañar, y lo controle el instinto de conservación de la especie. Yo quiero aparearme con ese hombre con unas copas encima, y esa precaución inicial, ya no existe, y me dejo llevar por los sentidos.

Cuando finalmente es lunes y ése que ha encontrado con quien aparearse, y se siente feliz y enamorada, con el trato, descubre que esa persona no es de su gusto, y debe retirarse. La desilusión constante suele ser tan grande, que va mermando la confianza de la gente para entregarse. Así ve uno que hombres y mujeres, salen en busca de un con quien, como yo me siento hoy, lo encuentran, pero hacen lo que se ve en las películas, viven una hermosa y divertida aventura, que sólo dura un par de meses, para nuevamente separarse. Tras pasar los meses o los días, el cerebro ha bajado todas las endorfinas y xerotonina que hacía que uno viera a ese ser humano como algo hermoso, y al descubrirlo inadecuado, uno se retira, con su corazón lacerado, con su confianza lastimada, con su vida averiada. Todos buscamos una vida feliz, pero hay que considerar que es el tiempo y el trato constante con la gente, la que nos dará la estabilidad mental, la que no mermará la confianza,  la seguridad de uno. Una sola pareja, es aburrida y desgastaste, pero es una sola pareja, como se ha escrito desde siempre, la que nos hará crecer, ser mejores humanos, y de pronto encontrar la felicidad.

Cuando veo en los países europeos tanta soledad de ancianos, tanta individualidad entre ellos, sólo pienso que pasaron su vida juvenil, buscando una pareja, como abejas, polinizando todas las flores, para que al estar ancianos, verse feos y arrugados, y ya no más atractivos e incapaces de encontrar parejas, dan como resultado el encontrarse  solos.

Así es que en mi pensamiento de travesura,  voy a un bar, miro algunos buenos mozos, con cara de exconvictos, charlamos, nos besamos y me retiro a casa con mi confianza entera, un exconvicto no me robará mi paz mental.