¿Qué es para mi la autoridad? Veo a un policía dirigiendo el tráfico. Recuerdo aquella vez que habiendo una manifestación, estaba la Av.Libertador detenida, no había manera de circular. Extrañamente, ese día tenía auto, lo saqué porque tenía fiaca de tomar el colectivo e ir hasta Pueyrredón. De pronto la circulación se detuvo, yo debía dar vuelta en U para después tomar la ruta correcta. Había en mi carril, un policía en una esquin, me pareció muy simple pasar por ese carril y después subir por Esmeralda o alguna que me permitiera hacer mi maniobra; aunque vi al policía, como buena mujer, no supe calcular el espacio en donde estaba él y por donde pasaría mi auto. Cuando me di cuenta el policía había sido arrollado por mi espejo lateral. Yo me quedé pálida tragué saliva y me tuve que detener, sin embargo para mi suerte, el carril caminó y seguí de frente. Cuando me doy cuenta estaba el policía detrás mío enojadísimo en su motocicleta. ¡Qué susto! ¿Qué podría hacer yo, sola e indefensa, recién llegada a Buenos Aires? Finalmente el oficial me alcanzó y muy enojado me pidió que bajara la ventanilla. Yo no sabía qué cara poner, entre la angustia, el dolor, la preocupación, todos los sentimientos se me juntaron en un instante que el oficial me miraba con su gesto.... ¡Qué gesto! No enojado FRENETICO. ME pidió los papeles y enojado me dijo que se llevaría mi auto detenido por arrollar a la autoridad. Yo no estaba dispuesta a soltar mi auto en una ciudad desconocida, con otra cultura desconocida a la mía. Con mi cara de susto, miré al oficial que con sus ojos argentinos y su sonrisa hecha un témpano, me hablaba. Yo lo miré con cuidado, y lo encontré muy buen mozo. Esa autoridad y disciplina colocada en su rostro, el uniforme apretado en todo el cuerpo, y así calladita lo miraba a los ojos, con mi carita de cachorrito indefenso, admiraba su personalidad esperando clemencia del apuesto oficial. Al cabo de unos segundos, al descubrirse admirado por mi nada discreta mirada, se ablandó, miró mis ojos y escuchó mi voz extranjera. Seguramente me encontró también linda porque su enojo redujo la gran cantidad de tensión en su cuerpo. Así con el hombre apuesto que yo tenía enfrente, ya era posible conversar, parecía que no le interesaba tanto mi auto, sino mi propia carrocería. Entonces ya me preocupé, una sencilla arrollada implicaría presentar mi carrocería? Era una coima demasiado alta. Yo seguía temblando, me imaginaba en esa situación complicada en la que ya no hay una salida más que pagar, y, eso no se me antojaba. Así que saqué mi monedero. Afortunadamente nunca llevo mucha plata conmigo, o por lo menos no que se descubra aparente, y así le ofrecí una pequeña coima de 30 pesos. El oficial me miró enojado "¿30 pesos? Amerita tan poco el haber arrollado a la autoridad y escapar?" Nuevamente ciñó el ceño y se puso tieso, al recordar mi grave falta. Nuevamente me encontraba perdida, y regresábamos al punto inicial. Ya no valdría el flirt que habíamos tenido, ya mi carrocería no era más hermosa. Así llegamos a un acuerdo, me dejó con sólamente 10 pesos en el bolso, y se llevó todo lo que yo llevaba conmigo. Sin embargo, salvé mi auto y mi carrocería.
¿Es toda la autorida una coima? Si. No hay autoridad laxa como la latina. Nuestra cultura tan amable, siempre piensa en la persona, más que en cumplir la ley. Siempre hay un arreglo antes que hacer pasar al autorizado, un mal rato.
¿Es toda la autorida una coima? Si. No hay autoridad laxa como la latina. Nuestra cultura tan amable, siempre piensa en la persona, más que en cumplir la ley. Siempre hay un arreglo antes que hacer pasar al autorizado, un mal rato.
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