martes, 26 de agosto de 2014

La mesa de apoyo

Uno quisiera cambiar su vida incesantemente, cambiar todo aquello que le molesta,sin pensar si  tiene o no sentido ese cambio . Sin embargo todo tiene su tiempo, todo en la vida tiene un espacio de maduración.

Cuenta la historia de  una mesa vieja, ella cambiaba de color de acuerdo a la decoración, primero había sido marrón, luego verde, luego blanca. Ella por sí misma era sólo una mesa, un apoyo necesario para servir en donde vivía. No había nada que le cambiara el destino, su único sentido podría ser cambiar de color, pero su uso siempre sería el de una mesa, un apoyo. A veces un estorbo. Una mesa que está en el paso, que se mueve de un espacio a otro porque no se ve linda en ningún lado que se la ponga es un estorbo en el paso, hasta que un día nuevamente se la encuentra útil. No importaba si era funcional o estorbaba pero su función era esa, ser un apoyo.

Un día la mesa se rompió. Su vidrio transparente, que era realmente el apoyo, sufrió un accidente, se rompió de lado a lado, fue entoncess cuando la miraron, ya no era un objeto hermoso. Sin embargo, no había necesidad de cambiarlo, con pintarla y cambiarle el vidrio sería todavía de utilidad. Las cosas no requieren cambio si cumplen su función, pueden pasar los años y los usos y costumbres, pero cuando un objeto funciona para lo que corrresponde, no tiene sentido cambiarlo.

La mesa seguía allí, ocupando su lugar, el mueble era como el juego de palitos chinos, como el juego de jenga, piezas de madera colocadas estratégicamente para que funcionara de base. No era necesario mucho material, era sólo unos cuantos palos de madera colocados a manera de palitos chinos,  haciendo un círculo. Más bien era una jenga, ese juego que muestra la fuerza de la física, donde el movimiento de las fuerzas se apoyan en diferente parte, dependiendo  de las piezas que falten. Al igual que la jenga, cuyos espacios faltantes hacen apoyo en alguna parte de ella, de igual forma se sostenía esta mesa. La mesa desgastada, repintada una y otra vez dependiendo del lugar de la casa donde se requiriera.

Los objetos de valor, son siempre útiles sin importar si éstos se usan o no. Los objetos son valiosos por sí mismos, no importa si son decorativos modernos o antiguos, cada objeto se hizo para cumplir alguna función ésta permanece y cumplirá su función, no importando la apariencia. El punto importante es que ella funcione como apoyo pero sobe todo que no sea olvidada, que no sea un estorbo en el paso. 

viernes, 22 de agosto de 2014

EL OFICIAL ARROLLADO

¿Qué es para mi la autoridad? Veo a un policía dirigiendo el tráfico. Recuerdo aquella vez que habiendo una manifestación, estaba la Av.Libertador detenida, no había manera de circular. Extrañamente, ese día tenía auto, lo saqué porque tenía fiaca de tomar el colectivo e ir hasta Pueyrredón. De pronto la circulación se detuvo, yo debía dar vuelta en U para después tomar la ruta correcta.  Había en mi carril, un policía en una esquin, me pareció muy simple pasar por ese carril y después subir por Esmeralda o alguna que me permitiera hacer mi maniobra; aunque vi al policía, como buena mujer, no supe calcular el espacio en donde estaba él y por donde pasaría mi auto. Cuando me di cuenta el policía había sido arrollado por mi espejo lateral. Yo me quedé pálida tragué saliva y me tuve que detener, sin embargo para mi suerte, el carril caminó y seguí de frente. Cuando me doy cuenta estaba el policía detrás mío enojadísimo en su motocicleta. ¡Qué susto! ¿Qué podría hacer yo, sola e indefensa, recién llegada a Buenos Aires?  Finalmente el oficial me alcanzó y muy enojado me pidió que bajara la ventanilla. Yo no sabía qué cara poner, entre la angustia, el dolor, la preocupación, todos los sentimientos se me juntaron en un instante que el oficial me miraba con su gesto.... ¡Qué gesto! No enojado FRENETICO. ME pidió los papeles y enojado me dijo que se llevaría mi auto detenido por arrollar a la autoridad. Yo no estaba dispuesta a soltar mi auto en una ciudad desconocida, con otra cultura desconocida a la mía.  Con mi cara de susto, miré al oficial que con sus ojos argentinos y su sonrisa hecha un témpano, me hablaba. Yo lo miré con cuidado, y lo encontré muy buen mozo. Esa autoridad y disciplina colocada en su rostro, el uniforme apretado en todo el cuerpo, y así calladita lo miraba a los ojos, con mi carita de cachorrito indefenso, admiraba su personalidad esperando clemencia del apuesto oficial. Al cabo de unos segundos, al descubrirse admirado por mi nada discreta mirada, se ablandó, miró mis ojos y escuchó mi voz extranjera. Seguramente me encontró también linda porque su enojo redujo la gran cantidad de tensión en su cuerpo. Así con el hombre apuesto que yo tenía enfrente, ya era posible conversar, parecía que no le interesaba tanto mi auto, sino mi propia carrocería. Entonces ya me preocupé, una sencilla arrollada implicaría presentar mi carrocería? Era una coima demasiado alta. Yo seguía temblando, me imaginaba en esa situación complicada en la que ya no hay una salida más que pagar, y, eso no se me antojaba. Así que saqué mi monedero. Afortunadamente nunca llevo mucha plata conmigo, o por lo menos no que se descubra aparente, y así le ofrecí una pequeña coima de 30 pesos. El oficial me miró enojado "¿30 pesos? Amerita tan poco el haber arrollado a la autoridad y escapar?" Nuevamente ciñó el ceño y se puso tieso, al recordar mi grave falta. Nuevamente me encontraba perdida, y regresábamos al punto inicial. Ya no valdría el flirt que habíamos tenido, ya mi carrocería no era más hermosa. Así llegamos a un acuerdo, me dejó con sólamente 10 pesos en el bolso, y se llevó todo lo que yo llevaba conmigo. Sin embargo, salvé mi auto y mi carrocería.

¿Es toda la autorida una coima? Si. No hay autoridad laxa como la latina. Nuestra cultura tan amable, siempre piensa en la persona, más que en cumplir la ley. Siempre hay un arreglo antes que hacer pasar al autorizado, un mal rato. 

lunes, 18 de agosto de 2014

EL PASADO REINCIDENTE

Esta mañana una vez más regreso al pasado, ése que no se puede apartar porque se ha quedado suspendido en un hilo, como el péndulo de un reloj que se mueve de un lado al otro sin sentir, sin saber el por qué, simplemente por esa razón porque para eso fue hecho. Es ese pasado que se ha quedado bloqueado,  encerrado porque dolía, porque el simple pensamiento le daba alas a una persona que yo no quería darle. Sin embargo  una y otra vez ese pasado regresa a mi puerta, golpea y se queda esperando, por ver si ahora sí abro. Sin embargo todavía dudo si conviene abrir. Porque yo sé que si abro, demasiadas emociones regresarán, y eso no quiero.

Dicen los neurólogos que al cerebro no le gusta el estado de drogadicción. El recibir estimulantes, lo hace trabajar mas fuerte para deshacerse de ellos, y por eso los drogadictos, buscan dosis más altas para seguir sintiendo ese placer de vivir en las nubes. El cerebro cada vez con más fuerza se deshace de ese estado que le han provocado los enervantes. Por increíble que parezca, el cerebro enamorado le sucede lo mismo que al cerebro drogado, está lleno de endorfinas y Xerotoninas y el cerebro no puede lidiar con tantas sustancias tan emotivas. el cerebro requiere estabilidad, justicia, como si le molestara que una sustancia estuviera más alta que la otra, y en busca de equilibrio metiera las otras que nos ponen a llorar. Así, el corazón enamorado, de pronto se encuentra llorando sin comprender por qué ahora, ya no tiene esa sensación deliciosa de vivir en el aire. El cerebro ha rechazado esa sensación de placer y trae al cuerpo a la tierra nuevamente para sentirse con la triste realidad que intentaba evadir, que intentaba ponerlo flotando de amor por esa persona dueña de sus pensamientos.

Esa sensación tan amorosa es aquella del pasado que tanto quiero evadir, pero que necesito tan urgentemente, que, al igual que un drogadicto, miro y observo, con deseo de recaer en esa sensación maravillosa, pero unos instantes después algo sucede, que me encuentro haciendo algo más provechoso que llenar mi cerebro de endorfinas, que llenar mi cabeza de pensamientos amorosos y regreso nuevamente a anhelar el sentimiento de extrañeza. Es como una rueda de la fortuna, que regresa una y otra vez a su estado inicial, al estado que me hacía llevar aquella sensación maravillosa para después sacarla y olvidar esa intención. Por más que quiero comprender y extraño ese amor etéreo, ya no lo quiero, ya no me transporto hasta ese espacio en que mi mente flota, sin embargo sólo extraño una cosa: saber si todo aquello que di, que comprendí, fue verdad; si llegó a la persona indicada, o simplemente se fue volando por el viento, perdido como una moneda que aparece en el piso y uno la levanta contento sintiendose afortunado por haberla encontrado.  Pienso tanto, revuelvo tanto esos pensamientos perdidos, aquellos que nunca tuvieron una respuesta confortable, sensata, feliz. Aquellos, son los únicos que me quedan en la mente enamorada, son aquellos en los que me transporto, cada vez que cualquier símbolo, ya sea en forma de música, de olor, de imagen, me viene a atacar la mente del deseo y del recuerdo. Con añoranza y tristeza, deseo que esto alguna vez me sea respondido, alguna vez tenga una respuesta real, que no sea sólo la intuición la que me responde y me dice que esas monedas, de amor, de buenos deseos fueron levantadas, por no sabemos quien, sino que efectivamente fueron un fruto de todo ese trabajo que alguna vez hice y que llegaron a la persona indicada. Creo que eso es lo que más dolor me provoca, la incertidumbre de ese fin fatal, de ese fin que no quiero aceptar porque es muy triste, porque no me gusta, y deseo pensar como alguien, como mi amigo poeta me dijera alguna vez "eso que deseas sí existe".