S. K´s en esta templada mañana los pájaros cantan me cuentan historias armónicas, sus cantos calman mi desbocado pensamiento, me centran en un terreno que debiera ser fructífero y de desarrollo. Me voy al bosque respiro el aire puro, y los diviso cantando . Entre las ramas obbservo algunos que brincan, cantan, guardan silencio y vuelan en otro sentido. Nunca hay algo que los detenga, cada día en su rutina de cantar y saltar de rama en rama. Son simples canarios, no sé de pájaros, ni de nombres, sólo son aquellos parditos, cafés, grisáceos, que al aparecerse de la nada pueden parecer roedores pequeños, que al igual que ellos, son los habitantes principales del bosque. Estos pájaros pardos son los pobres de la familia de los pájaros. En cada sociedad hay un pobre, un rico, un listo, un aguzado. Los ricos son los pavorreales, los aguzados, las águilas, y los pobres, estos chiquitos, que son muchos, los ve uno volando para uno y otro lado, sin saber si aquél era éste o es uno más de su especie que se ha venido a presentar.
Recuerdo aquella época en que esperaba el autobús de la escuela, miraba algunos pequeños, que habían nacido en la primavera, al cabo de unos meses ya no se distinguían de los demás, porque estos pequeños ya habían crecido, ya laburaban y buscaban alimento con los otros, ya no eran más los pequeños que aprendían a volar.
Esto tan natural ¿a dónde me lleva? a mi dolor de cuello, al exceso de trabajo que el pobre cuello debe realizar, a que tal vez me he apoyado demasiado de ese lado al hacer ejercicio, y ahora vive contracturado. Yo quiero deshacerme de ese dolor, y me voy nuevamente a mi casa intuitiva, aquella en el campo de flores violetas, con aroma a viejo, con aroma a casa de la nona, aquellas lavandas hermosas. Este aroma renovado, me transporta a mi camino que me relaja, donde suelto mis tensiones en forma de árbol, me dejo ir con el agua que fluye deliciosa entre mis manos, y el viento que entra a mi sistema respiratorio, limpiando toda la tensión que mi cuello tiene. Allí en el camino me encuentro a un personaje del cuento de las ninfas, aquél joven cómodo que prefería quedarse a la sombra de un árbol distrayendo a las ninfas de su diaria labor. Mi personaje que no ha cambiado mucho, allí permanece, ya no está más bajo el árbol, he conseguido que se levante y haga algo por si mismo, pero está detenido en el tiempo todavía es invierno, un año ya ha pasado y mi personaje, sigue, vestido de invierno, mirando las ninfas de colores. Cómo adoro a mis personajes, se convierten en parte de mi, de mi escencia, de mi distracción. Sigo mi camino y me encuentro a Gene Hackmann, con su personalidad tramposa, siempre buscando a quien estafar. Me pregunto si este personaje que acaba de aparecer, es la representación de un estafador, tal vez mi joven personaje, sea en verdad un estafador, a quien no he terminado de conocer.
Podría pasarme horas encontrando el significado de Gene Hackmann en mi vida, pero, lo dejo pasar, no puede un estafador ser parte de mi mundo, yo llego a mi campo de flores, encuentro mi casa de piedra francesa, y me encuentro a mi maestra de siempre, aquella que me ha decepcionado, y a mi amor de siempre, a mi Corazón tan olvidado, a mi corazón que siempre, en traje de gala llenará mi alma, mi sonrisa, mis ojos de lagrimas,mi corazón de alegría, aunque ya no sea más un activo en mi vida, sólo un recuerdo de aquello que fué. Así en mi hermosa e iluminada casa, yo me quedo, disfrutando de las lavandas en flor perenne, como una fotografía que así, congelada la imagen, donde no hay estaciones sólo aroma y verano cálido de lavandas en flor.
Recuerdo aquella época en que esperaba el autobús de la escuela, miraba algunos pequeños, que habían nacido en la primavera, al cabo de unos meses ya no se distinguían de los demás, porque estos pequeños ya habían crecido, ya laburaban y buscaban alimento con los otros, ya no eran más los pequeños que aprendían a volar.
Esto tan natural ¿a dónde me lleva? a mi dolor de cuello, al exceso de trabajo que el pobre cuello debe realizar, a que tal vez me he apoyado demasiado de ese lado al hacer ejercicio, y ahora vive contracturado. Yo quiero deshacerme de ese dolor, y me voy nuevamente a mi casa intuitiva, aquella en el campo de flores violetas, con aroma a viejo, con aroma a casa de la nona, aquellas lavandas hermosas. Este aroma renovado, me transporta a mi camino que me relaja, donde suelto mis tensiones en forma de árbol, me dejo ir con el agua que fluye deliciosa entre mis manos, y el viento que entra a mi sistema respiratorio, limpiando toda la tensión que mi cuello tiene. Allí en el camino me encuentro a un personaje del cuento de las ninfas, aquél joven cómodo que prefería quedarse a la sombra de un árbol distrayendo a las ninfas de su diaria labor. Mi personaje que no ha cambiado mucho, allí permanece, ya no está más bajo el árbol, he conseguido que se levante y haga algo por si mismo, pero está detenido en el tiempo todavía es invierno, un año ya ha pasado y mi personaje, sigue, vestido de invierno, mirando las ninfas de colores. Cómo adoro a mis personajes, se convierten en parte de mi, de mi escencia, de mi distracción. Sigo mi camino y me encuentro a Gene Hackmann, con su personalidad tramposa, siempre buscando a quien estafar. Me pregunto si este personaje que acaba de aparecer, es la representación de un estafador, tal vez mi joven personaje, sea en verdad un estafador, a quien no he terminado de conocer.
Podría pasarme horas encontrando el significado de Gene Hackmann en mi vida, pero, lo dejo pasar, no puede un estafador ser parte de mi mundo, yo llego a mi campo de flores, encuentro mi casa de piedra francesa, y me encuentro a mi maestra de siempre, aquella que me ha decepcionado, y a mi amor de siempre, a mi Corazón tan olvidado, a mi corazón que siempre, en traje de gala llenará mi alma, mi sonrisa, mis ojos de lagrimas,mi corazón de alegría, aunque ya no sea más un activo en mi vida, sólo un recuerdo de aquello que fué. Así en mi hermosa e iluminada casa, yo me quedo, disfrutando de las lavandas en flor perenne, como una fotografía que así, congelada la imagen, donde no hay estaciones sólo aroma y verano cálido de lavandas en flor.