Alguna vez has sentido que tu vida ya no tiene sentido? Que todo aquello que habías hecho es simplemente material de desecho? En este momento así me siento, dándome cuenta que no le importo a quien me importa, que no me respeta a quien yo respeto, que aquella gente para quien antes fui importante, soy simplemente una transeúnte por la calle. Eso me hace sentir tan vulnerable. Me hace sentir tan desdichada. Confrontar la soledad de quien se descubre con la bolsa vacía porque la gente de pronto cambió tanto que ya no cabe en mi vida; me llena de angustia, me llena de tristeza y de .... no sé de qué.
Hoy escuchaba un cuento de -Cuauhtémoc Sanchez, "Cuenta de dos hermanos que vivían uno frente al otro separados por un camino. Un buen día pelearon, y uno de los hermanos decidió en un arrebato de cólera, desviar el río y hacerlo pasar entre las dos casas, para que así una materia física los separara. El otro hermano, frenético de orgullo decidió tomar venganza y llamó a un carpintero que le armara una pared, un muro frente a la casa de su hermano, para que también esa pared lo separara de él y no tuviera que verlo. El carpintero en vez de un muro, hizo un puente que juntó nuevamente ambos hermanos y ambas casas. El hermano que había desviado el cauce del río, subió el puente arrepentido y abrazó al hermano, porque él había resuelto el problema que los había separado, al armar ese puente. Yo no me atrevo a desviar cauces, porque no me gusta separarme de los que quiero, tampoco me gusta hacer muros, porque se perdonar a quienes me han lastimado, pero parece que a la gente no le doy esa impresión. Yo debería montar una pared para que dijeran "uff ya está enojada, ahora si qué vamos a hacer para acercarnos" Pero no. Mi carácter y mi experiencia, me han mostrado que montar muros y separar con ríos son sólo enojos y reacciones inútiles, que después tendrán que quitarse. Que tal vez los arreglos sean más complicados que un simple "perdón, me equivoqué". Sin embargo, toda la gente que me ha dado la espalda, espera que yo le diga eso, siendo que son ellos los que me han ofendido. Ellos me han lastimado al esperar que yo asuma el lugar del "corderillo sacrificado" para ellos ser inmolados, y que vaya yo a pedir perdón de rodillas, a ver si son tan amables de darme aquello que por nobleza estoy aceptando. No soy un corderillo para sacrificar, y me gustaría que quien se equivoca lo afronte y madure. Eso no lo conocen de mi. Yo normalmente doy el primer paso y digo, "ya no pasó nada, sigamos adelante", pero ya me cansé de ser amable, y me cuesta la actitud de todos al esperar que sea yo quien cede siempre. Les concedo el derecho de no saber de mi cambio. Por eso, hoy me siento acabada y triste, en la soledad más profunda, porque toda la gente me ha puesto ríos de separación, y yo no estoy dispuesta, ni a montar muros ni a hacer puentes, simplemente las cosas deberán tomar otro cauce, deberán entrar en otra etapa. Es el momento de asumir el hoyo del corazón que queda tras la pérdida. Esa gente que me ha dado la espalda, no me merece, tal vez más adelante, en otra circunstancia, me encuentre, pero hoy, no me da deseo de buscarlos o de poner de mi parte para que sea yo el corderillo sacrificado. Por eso me siento mal. Si no soy el corderito, ¿qué podré ser?
Hoy escuchaba un cuento de -Cuauhtémoc Sanchez, "Cuenta de dos hermanos que vivían uno frente al otro separados por un camino. Un buen día pelearon, y uno de los hermanos decidió en un arrebato de cólera, desviar el río y hacerlo pasar entre las dos casas, para que así una materia física los separara. El otro hermano, frenético de orgullo decidió tomar venganza y llamó a un carpintero que le armara una pared, un muro frente a la casa de su hermano, para que también esa pared lo separara de él y no tuviera que verlo. El carpintero en vez de un muro, hizo un puente que juntó nuevamente ambos hermanos y ambas casas. El hermano que había desviado el cauce del río, subió el puente arrepentido y abrazó al hermano, porque él había resuelto el problema que los había separado, al armar ese puente. Yo no me atrevo a desviar cauces, porque no me gusta separarme de los que quiero, tampoco me gusta hacer muros, porque se perdonar a quienes me han lastimado, pero parece que a la gente no le doy esa impresión. Yo debería montar una pared para que dijeran "uff ya está enojada, ahora si qué vamos a hacer para acercarnos" Pero no. Mi carácter y mi experiencia, me han mostrado que montar muros y separar con ríos son sólo enojos y reacciones inútiles, que después tendrán que quitarse. Que tal vez los arreglos sean más complicados que un simple "perdón, me equivoqué". Sin embargo, toda la gente que me ha dado la espalda, espera que yo le diga eso, siendo que son ellos los que me han ofendido. Ellos me han lastimado al esperar que yo asuma el lugar del "corderillo sacrificado" para ellos ser inmolados, y que vaya yo a pedir perdón de rodillas, a ver si son tan amables de darme aquello que por nobleza estoy aceptando. No soy un corderillo para sacrificar, y me gustaría que quien se equivoca lo afronte y madure. Eso no lo conocen de mi. Yo normalmente doy el primer paso y digo, "ya no pasó nada, sigamos adelante", pero ya me cansé de ser amable, y me cuesta la actitud de todos al esperar que sea yo quien cede siempre. Les concedo el derecho de no saber de mi cambio. Por eso, hoy me siento acabada y triste, en la soledad más profunda, porque toda la gente me ha puesto ríos de separación, y yo no estoy dispuesta, ni a montar muros ni a hacer puentes, simplemente las cosas deberán tomar otro cauce, deberán entrar en otra etapa. Es el momento de asumir el hoyo del corazón que queda tras la pérdida. Esa gente que me ha dado la espalda, no me merece, tal vez más adelante, en otra circunstancia, me encuentre, pero hoy, no me da deseo de buscarlos o de poner de mi parte para que sea yo el corderillo sacrificado. Por eso me siento mal. Si no soy el corderito, ¿qué podré ser?
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