Esa mañana estaba yo cansada de caminar, cansada de luchar tras toda una semana por sobrevivir ese martirio a ese infierno en que sin saber me habia metido, en el que mi año 9 me había llevado. El año 9 te despide de la gente que ya no te sirve, son esas relaciones que desde años atrás se vienen rompiendo, porque ellas van cambiando y ya no cazan con vos, porque su nueva forma de ser, sus nuevas experiencias, todo lo que les rodea las ha cambiado tanto, que ya ni ellas se reconocen. Vos mismo has cambiado y esa gente que antes era el hit, ya no te agrada, porque ya no aporta, porque ya no funciona, porque ya es parte del pasado, y es menester desapegarte y despedirte. No es fácil, porque esa gente ha marcado una vida, ha marcado experiencias que siempre han sido positivas. Son esas personas que alguna vez se presentaron en tu vida, y tu les diste tanto, que ellas a cambio te dieron demasiado y por ello las enalteciste, pero que los años, la vida y la distancia las tornaron en algo diferente, en algo desconocido, en alguien que en vez de agradarte, te han lastimado, que ya no son lo que fueron, ni implican toda la importancia que una vez tuvieron. Dentro de tanto dolor y tanta rabia, entre tanta frustración y expectativas rotas, entre tanta crítica y destrucción, de pronto aparece esa isla, que no esperabas hallar, que es sólo una estación, una que te sirve para mostrar que "Dios aprieta pero no ahorca" que te sirve para que como una crema de curación, alivie esa inmensa herida que esa pérdida te ha dejado, pero que al hallarla en ese preciso momento ha servido como sosiego para tanto dolor. Es esa estación que te da calma y felicidad, que te hace sentir que la vida es bella, y que aquello que has sembrado ha rendido frutos en alguien más, y que aunque estás perdiendo, estás ganando en el campo de flores que se ha sembrado gracias a tu trabajo y perseverancia. Aunque has perdido y has llorado, aunque has encontrado una laguna de destrucción, es esa simple estación un sosiego de felicidad y sonrisa. Esa estación merece un aplauso, y por eso se lo dedico a ella, quien sin querer, me ha servido como un sostén, como ese madero que aparece flotando en medio del naufragio, ese madero que no tenía las intenciones de estar, pero que recordando toda la amabilidad y estilo que una vez vos misma sembraste, ha venido a ser el remanso y la salvación en medio de tanta tristeza.
Lety: Muchas gracias por mirarme, gracias por mirarlo a él, gracias por mostrar tanta riqueza, gracias por ser tan amable, gracias por darme un pequeño respiro ante tanta agresión. Me ha gustado mucho tu buena voluntad y apertura para con la situación. En realidad no te conocía, nunca había tenido la oportunidad de convivir contigo. Había oído mucho de ti, pero no había podido conocer tu riqueza. Tal vez haya sido el show y la situación, pero me ha gustado tanto tu forma de ser, tu amabilidad, tu apertura y solicitud, tu buen consejo pero sobretodo la facilidad con que él te aceptó y quiso estar contigo. Tu no sabes el respiro que me dio tu aventura de acercarte a él, tu conciencia de que pese a que te sentías mal, me quisiste ayudar con él, y rápidamente él respondiera. Ha sido en verdad algo emocionante que a través de los días posteriores a tu encuentro he tenido presente y me ha conmovido aún más, saber que frente a la pobreza y el egoísmo, tu bondad y deseos de ayudar hayan sobresalido como un parangón enorme.
Te agradezco tu sonrisa, tu charla, tu deseo de ayudar, y sobre todo lo que tu no sabes que causaste en mí, que fue un muelle amable y seguro en quien pude descansar y tomar el pequeño respiro que necesitaba, donde pude encontrar aquello que fui a buscar. Gracias por aportar tanto, sin querer. Gracias por ayudarme a respirar, a cargar, a sonreír, a encontrar la paz entre tanto dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario