martes, 19 de mayo de 2015

LA ESCALERA

Siento mi cuerpo calmado, muy budista. Me he encontrado con gente espiritual extraña. No es el que se queda defendiendo lo conocido, es quien busca lo  esotérico y novedoso, es quien busca respuestas a su propia vida. Es la indagación de quien busca una personalidad y una forma de ser, una forma de vida. Es quien busca crecer diferente, que al igual que yo, considera que lo conocido ya está muy manchado, muy caminado y no le da sentido.  Sin embargo me duele el estómago, me cae mal la situación de que cada quien siga su camino, sin aportar al bien común. No sé cómo explicarlo, es como que todos fueran protestantes, rebeldes, cada quien sigue su propia religión y forma de pensar, sin evaluar si sirve para el bien común. Hay un egoísmo exagerado, que se queda en quien sólo ve el presente, no el futuro ni el beneficio de todos . Todos estamos bien, pero el sustento es la meditación oriental, la naturaleza que lleva a un estado mental pacífico y agradable, una naturaleza que ya no existe. Cuando esa naturaleza estaba gratuita, nadie la apreciaba, pero hoy que ya no hay libre porque los terrenos tienen un alto costo y un  alto precio, donde los árboles no aportan dinero para los inversionistas, es cuando todos buscan la naturaleza insaciablemente. Todos quieren la comodidad de  un piso barato, cómodo, pero además tener a la mano una naturaleza para meditar. Es como quien buscara lo difícil. Lo que existía gratis, no gusta, ahora que no hay, todos buscan eso, porque es lo especial. No hay un conformismo y aceptación, adaptación, lo que cuenta es buscar lo difícil. Creo que  he cambiado de escalafón. Estoy encontrando la nueva puerta que me lleva a mi nuevo destino. Una planta, una flor, una simple brisa en un rincón del mundo, me puede proveer aquello que necesito, aquello que me hace mejor persona. No estoy de acuerdo en buscar lo extraño y lo escondido, lo que está mi vista es lo que hay y lo que puedo disfrutar no requiero de parajes lejanos para descansar, mi mente vive relajada y feliz, con la sola presencia de una planta y una brisa es suficiente. Creo que lo que sí necesito, es el silencio. Ese no tiene color, ni algo visible. Sin embargo el peligro es que me puedo quedar sorda, y  eso no me conviene. Yo requiero oídos para todo el día, y silencio para estos momentos de personalización, de interiorización que me llena de gozo, de felicidad.

Cuenta la historia que existe una escalera para cada quien. En ese lugar en donde me encuentro, debo subir un peldaño cada día, tal vez dos, y así cada día. Cada escalón significa un día, o un problema, o un proyecto, una situación. Es como si cada escalón tuviera su propia habitación, y para poder subir al siguiente escalón, debiera elaborar todo lo que esta habitación me ha puesto para poder encontrar la puerta que me haga salir de esta habitación presente, y me regrese a la escalera que me haga subir al siguiente peldaño. Así cada día, y cada ocasión, se tendrá que repetir, en cada proyecto, hasta que casi al final de esta escalinata, encuentre aquella puerta que desde abajo no se veía, y que me llevará a mi siguiente destino, a mi próxima estación con nuevas escaleras y nuevas aventuras, pero sólo viviendo el día a día, se podrá llegar a esta nueva habitación y esta nueva aventura. Sólo si he subido los peldaños presentes, estaré preparada para mi próxima estación. Presiento que esta nueva estación está cerca, está próxima a vivir y a disfrutar. Tengo gran emoción por ver mi nueva estación, aunque si creo que se parecerá a la presente, pero en un nivel diferente, dónde la dificultad será más sofisticada, pero sencilla para muchas situaciones. Lo único que deseo es que mi experiencia vivida me ayude a  comprender con mayor claridad aquello nuevo, que no cometa los mismos errores y que no sea tan decepcionante que regrese a lo hábitos anteriores. .

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