En este día la vida me sonríe, en este día la calma es mi guía. Todavía vivo de subida, todavía permanezco en ese crucero en Tierra del Fuego, mirando montañas, mirando picos nevados, glaciares y naturaleza incipiente. Vivo con la felicidad de quien tiene todo resuelto, de quien confía en que Dios está con ella y no tiene nada que lo preocupe. Es ese estado que uno no quiere dejar más, que uno quisiera que permaneciera por siempre, como un activo fijo, sí es posibe lograrlo, pero ¿a qué precio?
Es entonces cuando siento tu mirada, cuando en mi loco deseo busco algo que me acerque a ti, algo que mi mente consiga para que tu persona esté mas cercana a mi., quiero acercarme a tu persona quiero permanecer cerca de ella, pese a que se que no estás, pese a que se que estás muy lejos, en tu espacio vital, en el espacio en que nada te hiere, que no te encontrás expuesto, allí donde hay que acercarse. Quisiera vivir allí, en todo el tiempo, en cada momento, pero me percato, que es inútil y fútil mi intento, porque mientras más me acerco, más te proteges, no se trata de mi, se trata de vos, se trata de un lugar de seguridad donde te encuentres a salvo, donde no tengas que agobiarte y que tu conciencia, así tranquila permanezca, aunque tu deseo y tu cuerpo vibren en otro sentido. Ya he sufrido con tu ausencia, ya he sufrido con tu lejanía, y no tiene sentido traerla a mi. Yo sé que lo conseguiría, mas ¿por cuánto tiempo? ¿Cuanta energía me robarías al hacerlo? No tiene sentido, te dejo ir, dejo tu energía para que sola, sin esfuerzo, sin oponerse a tu voluntad, sin intentarlo con todas mis fuerzas, sólo se de. Sin esmerarme a que estés aquí, te suelto, sabiendo que no estás, sabiendo que te mantendrás en tu espacio aislado para tu seguridad para tu vida que nunca cede, que nunca se acerca que lejos permanece.
Así es como quiero permanecer, así en ese estado de ingravidez, en ese sentido de quien vive encantada y perdida, donde nada me puede dañar, ni nada me puede dejar expuesta porque el estrés trae reacciones desagradables para mi, reacciones que me recuerdan que ya no estoy en ese hermoso y relajado lugar, sino que estoy en mi rutina, en mi diario vivir, donde aquél pensamiento ya no va.
Dicen los neurólogos que el cerebro va archivando todo lo pasado, aquello que alguna vez fue hermoso y delicado, aquello que alguna vez nos consternó los sentidos, se queda en el pasado, en aquél espacio que no es presente, que igualmente no sube la xerotonina, ni la oxitocina. Todo lo presente hermoso, se queda en el pasado, aunque yo no lo quiera, aunque yo me esmere en que sea diferente, mi cerebro manda a todo el cuerpo. Mi corazón, por más que tenga decisiones, no puede contra el mazo del cerebro que sabe lo que es mejor para todo el cuerpo, para mi bienestar.
Así, doy un paso al pasado, y un escalón arriba me separa de él. Por más que yo quiera y me esfuerce por permanecer, allí, donde mi menta flota ligera, donde mi felicidad respira controlando todo el terreno, mi presente me dice que no es posible. Yo intento, con todas mis fuerzas, con todo mi ser, comerme ese paisaje relajante, ese estado para que permanezca en mi día a día, para que aún viviendo en mi vida rutinaria, pueda controlar el estado de ánimo que me pone mal y que en otro momento me fue muy agradable. Yo en mi rutina diaria, intento permanecer en estado Magallanes, en estado relajante metida en un crucero en una porción ínfima del mapa terrestre.
Es entonces cuando siento tu mirada, cuando en mi loco deseo busco algo que me acerque a ti, algo que mi mente consiga para que tu persona esté mas cercana a mi., quiero acercarme a tu persona quiero permanecer cerca de ella, pese a que se que no estás, pese a que se que estás muy lejos, en tu espacio vital, en el espacio en que nada te hiere, que no te encontrás expuesto, allí donde hay que acercarse. Quisiera vivir allí, en todo el tiempo, en cada momento, pero me percato, que es inútil y fútil mi intento, porque mientras más me acerco, más te proteges, no se trata de mi, se trata de vos, se trata de un lugar de seguridad donde te encuentres a salvo, donde no tengas que agobiarte y que tu conciencia, así tranquila permanezca, aunque tu deseo y tu cuerpo vibren en otro sentido. Ya he sufrido con tu ausencia, ya he sufrido con tu lejanía, y no tiene sentido traerla a mi. Yo sé que lo conseguiría, mas ¿por cuánto tiempo? ¿Cuanta energía me robarías al hacerlo? No tiene sentido, te dejo ir, dejo tu energía para que sola, sin esfuerzo, sin oponerse a tu voluntad, sin intentarlo con todas mis fuerzas, sólo se de. Sin esmerarme a que estés aquí, te suelto, sabiendo que no estás, sabiendo que te mantendrás en tu espacio aislado para tu seguridad para tu vida que nunca cede, que nunca se acerca que lejos permanece.
Así es como quiero permanecer, así en ese estado de ingravidez, en ese sentido de quien vive encantada y perdida, donde nada me puede dañar, ni nada me puede dejar expuesta porque el estrés trae reacciones desagradables para mi, reacciones que me recuerdan que ya no estoy en ese hermoso y relajado lugar, sino que estoy en mi rutina, en mi diario vivir, donde aquél pensamiento ya no va.
Dicen los neurólogos que el cerebro va archivando todo lo pasado, aquello que alguna vez fue hermoso y delicado, aquello que alguna vez nos consternó los sentidos, se queda en el pasado, en aquél espacio que no es presente, que igualmente no sube la xerotonina, ni la oxitocina. Todo lo presente hermoso, se queda en el pasado, aunque yo no lo quiera, aunque yo me esmere en que sea diferente, mi cerebro manda a todo el cuerpo. Mi corazón, por más que tenga decisiones, no puede contra el mazo del cerebro que sabe lo que es mejor para todo el cuerpo, para mi bienestar.
Así, doy un paso al pasado, y un escalón arriba me separa de él. Por más que yo quiera y me esfuerce por permanecer, allí, donde mi menta flota ligera, donde mi felicidad respira controlando todo el terreno, mi presente me dice que no es posible. Yo intento, con todas mis fuerzas, con todo mi ser, comerme ese paisaje relajante, ese estado para que permanezca en mi día a día, para que aún viviendo en mi vida rutinaria, pueda controlar el estado de ánimo que me pone mal y que en otro momento me fue muy agradable. Yo en mi rutina diaria, intento permanecer en estado Magallanes, en estado relajante metida en un crucero en una porción ínfima del mapa terrestre.
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