lunes, 7 de agosto de 2017

Berna

Cuenta la historia de  un suizo que caminaba por las laderas de su pueblo, hacía un día hermoso y podría caminar hasta su trabajo, el tram o tren interurbano pasaba por todos lados, pero él quería caminar, disfrutar el aire frío y la tenacidad de su carácter impetuoso. Sabía que tenía que cambiar de localidad, ahora tenía que irse a vivir a Argentina, y la idea lo entristecía, no tener sus laderas empinadas nevadas, no poder correr de un lado a otro, lo hacía desear quedarse en ese lugar. Se encontró con su amigo el hindú. Un hombre impetuoso y fuerte, bonachón y feliz. No soportaba a los argentinos, esa forma de ser tan manipuladora, tan hiperactiva, no era algo que le diera felicidad. Así charlando lo compadecía, cómo era que tenía que marcharse hacia esas tierrras tan horribles. El suizo no le agradeció su comentario, Su amigo hindú ha sido siempre una compañía de alegría y de tristeza, los sentimientos más extremos imperan en la relación de ambos. Por eso acepta con felicidad sus comentarios, sabe que su amigo hindú es honesto y abierto, no anda con tapujos ni dobles verdades, si no acepta a los argentinos, es su propia razón, pero para el suizo es un gusto en este momento estar de visita con su amigo hindu. Será que en realidad debería haber tomado el tram hacia su trabajo? Olvidarse del fuego de la compañía de su amigo? No, la energía es maravillosa y el momento también. Siguen adelante contando chistes, disfrutando la alegría que les da vivir en Suiza porque toda la vida es un andar pasajero. 

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