Solo venía la dirección de su casa, pero no venía a nombre de nadie, eso le llamó mas la atención. Y si era una trampa para Basileo y ella caía en ella. Ahora si salió caminando hasta la avenida principal, tal vez la acababan de dejar y ella podría saber el remitente. Miraba y miraba a toda la gente pero todos conocidos. Miraba la carta y pensaba que Basileo se la pediría y ya no sabría el remitente.
Se la esconde entre la ropa porque oyen unos gritos. A sus espaldas cada vez mas fuerte sonaba la voz de Basileo, quien estaba en casa y extrañado de que no estuviera fue a buscarla. Necesitaba controlar los movimientos de ella y enojado salió a la calle a buscarla: -"¿Que haces aquí afuera? ¿alguien te puede ver y relacionarme contigo, me pueden rastrear" -"Basileo, todo el mundo en el pueblo sabe quien eres y donde vives, esté yo afuera o en la casa no habría diferencia" -"Es verdad, tu con esa libertad ridícula de ir por todos lados sin precaución" -"Por eso hay quien me siga. Tu te encargas de ella". Esta última frase dejó perplejo a Basileo, no creía que ella se hubiera dado cuenta. Estos instantes los aprovechó Brenda para acercarse a la casa y dejar las cartas en la mesita mientras que la que traía escondida la acomodaba y le buscaba un lugar donde Basileo no hurgara. Se metió al baño mientras pensaba. En un rato saldrían y ya no habría forma de desaparecerla.
Ultimamente Basileo llevaba consigo a Brenda a todos lados, de viajes largos y cortos, desde el viajecito en que ella se desapareció con Lucrecia y Tania, el ya no quería dejarla sola, la controlaba mejor entre su gente. Mientras el hacía algún negocio sus secuaces la cuidaban.
Tomó una revista de las que acababa de traer el correo y en ella introdujo la carta. Sería sencillo fingir y esconderla de esta forma.
A los pocos minutos ya estaban por ellos, Marcelo subió una pequeña valija al coche y ambos subieron. El asiento delantero iba Basileo con Marcelo y en el trasero, Antonio quien en silencio la miraba. Ella abrió su revista y se puso a leer.
Querida Brenda:
Tu no me conoces pero yo se quien eres tu y se que eres de una linda familia, pero tu hermano es alguien que me está decepcionando, ha resultado un padre malísimo nuestra hija es la afectada porque yo como madre quiero lo mejor para esta pequeña. Yo quisiera que me apoyara justamente pero si a el no le nace pues nada debo hacer, pero sí quiero un padre para mi hijo, Efraín necesita a tu hermano y pues bueno sólo te pido me entiendas, tu siempre me has caído bien, y no sabes Efraín como se parece a su prima la estaba viendo en las fotos, que bonito hubiera sido que hubieran crecido juntos cerca….que hubiéramos sido una bonita familia, porque yo los quiero mucho, y tu hermano que será mi esposo toda la vida, al menos ante Dios será mi amor por siempre. Espero que tus niños estén bien, mucho ánimo con ellos, y sin duda alguna Diego es un ángel que te escogió a ti de mamá por luchona y fuerte. Gracias por tu atención no los vuelvo a molestar, lo mismo dile a el, que puede hacer su vida como ya me contaron que la esta haciendo, que ya no lo volveré a contactar, ya hice todo para demostrarle mi amor, pero nada funcionó... Brenda que Dios te bendiga, y ojalá quede entre tu y yo, te imploro a tu caridad y amor de madre. un abrazo".
Jessy
Brenda se puso pálida quien era esa mujer, ella no tenía hermanos ni hijos. Seguramente se había equivocado. Cerro la revista y mirando por la ventana trataba de calmarse, no podía ser verdad eso que estaba leyendo ¿Quien era Jessy? ¿Quien era su hermano? ¿De que hijos hablaba? Ella no tenía o conocía a Efraín , ni a Diego ni a un hermano. Antonio la distrajo, el notó su confusión lo vio en su cuerpo crispado, tieso, tenso ¿que artículo había leído que la había puesto así? -"Yo quiero eso que acabas de recibir" le dijo Antonio buscando sacarla de sus cabales y lo logró -"Necesito bajarme a vomitar" dijo Brenda impulsivamente y guardando la revista entre sus manos. Antonio iba a hablar, pero Marcelo paró el coche. Sabía lo molesto que era para Basileo siquiera un leve aroma de algo tan desagradable. -"Está fingiendo, Marcelo, ella no quiere vomitar". Dijo Antonio rudamente -"Déjala en paz" dijo Marcelo, deteniendo el coche, en tono rudo comprendiendo lo difícil que sería para ella vivir entre maleantes en carreteras.
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