martes, 21 de febrero de 2012

Desahogos sensoriales - final

Al notar mi definitiva negativa, con una mano tapo mis ojos y con la otra volteo mi cara de un lado al otro. Pobre hombre estaba desesperado y no quería transgredir las leyes del honor. En ese instante pasaron todos los hombres por mi cabeza, que placer tan extraño sentir el beso de aquel que vive en mis pensamientos, el abrazo de aquel otro que me acababa de robar. Si hubiera sido una joven adolescente hubiera caído irremediablemente en sus brazos, me hubiera entregado a sus besos excitados que hacia tanto tiempo estaba trabajando. En vez de eso me voltee de espaldas. Recordaba la imagen que me mostraba el otro hombre, el del abrazo robado "mira esta teta mas grande que la otra (aclaro que no mirábamos mis senos en la imagen) y yo debajo de esas tetas que el hombre miraba, yo veía un falo en dirección a ellas, que en medio de ellas se colocaba. Eso fue lo que en el hombre del abrazo robado despertara el deseo, el símbolo que debí observar y que me alertaría sobre el abrazo. Tras la escena de marear mi cabeza y tapar mis ojos, que recibiera de mi conquista, Marcela y yo nos fuimos al baño, momento que nuestros compañeros sensoriales aprovecharon para irse. Me quede tranquila, mi compañero seductor me estaba cansando, pero tenia ganas de mas sensaciones. Solamente había bebido una copa y mi razón blandía la bandera del control. Desfilaron otra serie de hombres para nosotras, feos, altos, gordos,extranjeros hasta que llegaron un par de españolitos que se plantaron. En su actitud traían la decisión de no dejarse despedir, de invitar a esas bellas damas que prometían momentos de diversión y placer. Escogí a un Rubio, al que observe mas tomado; ese iba medio mareado y podría controlarlo con mas facilidad. La mareada de cabeza que me había puesto el primero de la noche, que por cierto se llamaba José, me había puesto alerta. Se observaba joven, muy tranquilo y definitivamente no sabia bailar. Con el ruido no escuchaba yo nada, la música alta me ensordecía y no me permitía charlar al estilo que disfruto, de modo que yo lo miraba y sonreía. Al cabo de un rato los efectos del alcohol empezaron a estimular su vejiga, se disculpaba para ir al baño cada quince minutos. Yo me quedé con mi amiga y el otro, quien me miraba y alternaba entre sus dos compañeras para presumir de sus dotes de buen bailarín y conquistador frente a todos los observadores que con avidez nos miraban. De pronto llego mi compañero, ni su nombre recuerdo, llego con la actitud segura de los minutos de lucidez que permite el cerebro embriagado. Se acerco a mi con firmeza, con seguridad me abrazo con fuerza y no me dejo voltear la cara, sin mas me planto el beso que mi necesidad sensorial requería para completarse. Sentíia sus labios, su¡cuerpo excitado, me sentí controlada, por una fuerza viril, por un algo enigmático que resulto mas fuerte que yo. Me transporté al abrazo de la tarde, así termino con ese beso fuerte y seguro, apasionado y desamorado. La lucidez del joven lo hizo separarse, dejandome la extraña sensación de que el no me sintió. Al terminar el beso, lo miraba curiosa, lo miraba buscando sus ojos...Lo miraba, pero el fumaba, su mirada estaba en otro lado, no conmigo; el al igual que yo se transportó con un recuerdo, que definitivamente le dolía, un recuerdo que tratando de evadir lo hizo separarse. En buen momento se alejó de mi. No tolero a los hombres excitados y ensimosos que no comprenden que el momento terminó, que existen limites hasta para un beso apasionado y furtivo. Pude descansar, toda yo estaba completa. No era necesaria una escena sexual que comprometería mi emoción, mi salud y todo lo que un sexo furtivo conlleva. La noche terminaba solamente en un beso furtivo lleno de pasión y ternura, que complementaba un abrazo tierno pero incompleto, que había yo recibido esa tarde

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