miércoles, 15 de febrero de 2012

Desahogo sensorial

Esa noche me fui de fiesta, necesitaba algo de sensaciones. Había sido una semana bastante extraña entro en mi mundo un símbolo nuevo que altero mi consciencia y mi tranquilidad, todas mis atracciones habían sido negativas y necesitaba desahogarme. La tarde de la fiesta recibí un abrazo inesperado. Me avergoncé porque no era debido, no era correcto, quien nos miraba se había quedado quieto, estupefacto. Había sido inesperado también para esa gente. Nos despedíamos tras una sesión intensa de trabajo, demasiadas emociones y desconcierto, sorpresas para mi. Lo que yo acababa de descubrir no era sencillo de asimilar. Por mi parte al mirarlo a él, el día que había tenido parecía haber sido también intenso, se le notaba cansado, aunque sus ojos impávidos y faltos de emociones no reflejaban nada. Supe de su día por un comentario que lanzó sin querer. El tiempo se había acabado, parecía que a la presentación no le faltaba nada, se me había dado toda la información que yo necesitaba y era momento de despedirme. Me acerque para darnos el beso de despedida. Sin embargo noté algo diferente, su actitud corporal me indicaba una sorpresa. Extendió sus brazos sobre mis hombros me abrazo con un ligero apretón y nuestras mejillas se rozaron emotivamente. Fue un segundo de emoción, placer.... No se como expresarlo.... Algo agradable. Al separarnos no pude sostener la mirada, mire al piso turbada. Unos momentos después lo miré, y noté algo en su expresión que no me quedé a analizar, los jóvenes que nos observaban me intimidaron con sus expresiones impresionadas; me giré a ellos amablemente y de lejos me despedí agitando mi mano y mirando a cada uno a los ojos. Pasaban los minutos y yo seguía turbada, mas por la impresión y lo inesperado, aunque debo aceptar que también disfruté el abrazo. Es como un beso robado. La misma sensación de sorpresa, el placer de recibir una energía en la piel, que por lo que observé está siempre disponible para recibir cualquier cosa, agradable o no, no importa, mas tarde la mente se encargará de aceptarla, desecharla o bloquearla. Me recordaba sintiendo su piel y respirando hondamente por el placer recibido, y al instante la vergüenza de saberme observada, de percibir que eso estaba prohibido y tal vez por eso sellaba la fuerza del momento. Normalmente mi reacción siguiente hubiera sido irme a mi casa, olvidar o recordar y darle vueltas al asunto. En este momento las circunstancias se presentaban para salir a disfrutar y continuar el placer que en ese momento recibía sin un por que.

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