miércoles, 15 de agosto de 2012

lunes

No cabe duda, que la preseverancia es mi lema. Este blog no funciona, no se guarda y sin embargo yo sigo intentando.

Otro lunes que pasa como si fuera cualquier otro día, como si fuera martes o viernes. Es que los lunes tienen mala fama.

el Señor Díaz era muy feo, muy feo y le llamaban "lunes" -¿por qué lunes? pregunto alguien, "porque es el más feo de los días (Díaz)".

Para mi terminó siendo el más bello de todos, ¿por qué? Porque en ese día, yo no me podía poner a trabajar, me sentaba frente al escritorio una hora tras otra, planeando y escribiendo para que al final terminara sin hacer nada.

Un buen día decidí que me consentiría, que le daría gusto a mi niña que nunca nadie le dio bola. La niña quería dormir, y así hasta medio día abría el ojo, para venir al escritorio a sentarme, a mirar en la lejanía, tratando de comprender qué sucedía con mis huelguistas manos. Entonces comprendí que la niña no quería trabajar, y le di permiso de cocinar. Ella feliz cocinaba escuchando música, llorando y recordando con cada melodía aquel fetiche que igual que yo triste empezaba el día.

Cuando le conté a una amiga, ella me recomendó recorrer toda la gente, toda mi semana y recuperar los pedazos que voy dejando, todas las células que me conforman que al interactuar en el mundo, voy perdiendo. Así mientras dormía, hacía este ejercicio y me despertaba revitalizada.

Hoy no es más así. Tras 3 años de dormir los lunes comprendí que traía una gran depresión que inició por llevar una vida rutinaria y aburrida, con gente que espera ser atendida, mas nunca dar la cara ni ser recíproco en atención.

Este lunes me descubrí feliz y sonriente, demasiado feliz para mi estilo de vida. Pensé que tal vez mi fetiche estaba pasando un buen momento y me lo estaba compartiendo. No investigué más. Simplemente me quedé viviendo un hermoso lunes, no detrás del escritorio pero si con grandes planes en acción.

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